‘Success Stories’, heurísticos, ‘zeitgeist’ y mártires: la Resolución de Problemas Complejos, desagradecida, pero necesaria

La receta para transformar las compañías y, en su caso, resolver problemas complejos, debe partir, según el autor, de la capacidad para navegar entre la experiencia que proporcionan los casos de éxito, el zetgeist que permite comprender el espíritu de cada momento y la valentía de emprender caminos nuevos. Un ingrediente clave: fe para construir confianza
Javier G. Recuenco
7 de abril de 2021 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
‘Success Stories’, heurísticos, ‘zeitgeist’ y mártires: la Resolución de Problemas Complejos, desagradecida, pero necesaria

En 2016, el periodista Ian Leslie publicó en The Guardian el artículo «La conspiración del azúcar». Este es un extracto:

«Robert Lustig es un endocrinólogo pediátrico de la Universidad de California que se ha especializado en el tratamiento de la obesidad infantil.

Una conferencia de 90 minutos que dio en el año 2009, titulada Azúcar: La amarga verdad, ha sido vista por unos 6 millones de personas en Youtube. En la conferencia, Lustig argumenta que la fructosa, una forma de azúcar muy presente en las dietas modernas, es un veneno y que es culpable de la epidemia de obesidad infantil en los Estados Unidos.

Un año antes de que se publicase el vídeo de Lustig, dio una conferencia similar para bioquímicos en Adelaide, Australia. Después de terminada la conferencia, un científico se le acercó, diciéndole que seguramente conocería a John Yudkin (1910-1995), que fuera profesor de nutrición y que ya había hecho sonar la alarma en el año 1972, en un libro titulado Puro, Blanco y Mortal. Lustig negó con la cabeza.

“Si sólo una pequeña parte de lo que sabemos sobre los efectos del azúcar se diera a conocer en relación con cualquier otro material utilizado como aditivo alimentario», escribió Yudkin, «ese material sería rápidamente prohibido«.

El libro fue publicado, pero Yudkin pagó un alto precio por ello. Destacados nutricionistas se aliaron con la Industria Alimentaria para destruir su reputación, y su carrera nunca logró recuperarse. Murió en 1995, decepcionado y, en gran parte, olvidado.

Blanca, pura y mortal

Quizás el científico australiano le quiso lanzar una advertencia amistosa. Lustig también estaba poniendo en riesgo su reputación, sobre todo si pensamos que además participaba en una campaña contra el azúcar. Pero a diferencia de Yudkin, Lustig está respaldado por un viento favorable. Casi cada semana conocemos nuevas investigaciones sobre los efectos dañinos del azúcar sobre nuestro organismo.

En los Estados Unidos, en las últimas pautas nutricionales del Gobierno se incluye un tope en el consumo de azúcar. En el Reino Unido, Osborne anunció un nuevo impuesto sobre las bebidas azucaradas. El azúcar se ha convertido en el enemigo dietético numero uno.

Esto representa un cambio fundamental en las prioridades. Por lo menos, durante las últimas tres décadas, los villanos de la dieta han sido las grasas saturadas.

Cuando Yudkin llevó a cabo su investigación sobre los efectos del azúcar, en los años sesenta, una nueva ortodoxia nutricional se estaba imponiendo. Su principio central era que una dieta saludable era aquella que tenía un bajo contenido en grasa.

Yudkin fue de los primeros que pusieron el acento en el azúcar, y no en las grasas, como la causa más probable de enfermedades como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes.

Pero cuando escribió su libro, dominaba la hipótesis de la grasa.

Yudkin se encontró luchando en franca minoría, y fue derrotado.

No sólo derrotado, enterrado. Cuando Lustig volvió a California buscó Puro, Blanco y Mortal en las librerías y en Internet, pero en vano. Finalmente pudo conseguir una copia después de presentar una solicitud a la Biblioteca de la Universidad. Al leer la introducción de Yudkin, sintió un profundo reconocimiento:

¡Santo cielo!, este hombre llegó 35 años antes que yo dijo Lustig.

En 1980, después de una extensa consulta con algunos de los científicos nutricionistas más importantes de los Estados Unidos, el Gobierno publicó sus primeras pautas dietéticas, que fueron seguidas por cientos de millones de personas.

Los médicos daban sus consejos en base a ellas; las empresas de alimentos desarrollaron productos para cumplir con esas normas. Su influencia se extendió más allá de los Estados Unidos. En 1983, el Gobierno del Reino Unido emitió una normativa que seguía muy de cerca el ejemplo estadounidense».

Las recomendaciones más destacadas por parte de ambos Gobiernos incluían una disminución de las grasas saturadas y el colesterol (esta fue la primera vez que se recomendaba a la gente que comiese menos de algo, en lugar de comer lo suficiente de todo).

Los consumidores las acataron: se reemplazaron los filetes y las salchichas por pasta y arroz; la mantequilla por margarina y aceites vegetales; los huevos por muesli y leche con bajo contenido en grasa o zumo de naranja.

Pero en lugar de observar una mejoría, se produjo una epidemia de obesidad y más enfermedades.

La problemática en la Resolución de los Problemas Complejos

El problema fundamental es la falta de fe.

Pero claro, obviamente, un racionalista científico como yo, un nerd entre nosotros, hablando de fe, suena un poco ridículo, ¿verdad? Pues es un ingrediente absolutamente necesario en el proceso de CPS. Hay que tener fe.

¿Cuál es la piedra angular de la consultoría? El concepto de “Esto ya se ha hecho antes, sé hacerlo». Mi maestro me enseñó, he leído los libros, atendí una clase, sé lo que estoy haciendo.

Conceptos como los gremios funcionaban basados en esa idea simple. Un genio absoluto como Miguel Ángel tuvo que dar su brazo a torcer y admitir que no sabía cómo se pintaba al fresco. Se le corría la pintura. Tuvo que acudir al gremio de pintores al fresco, tragarse su orgullo, y escuchar de su boca cómo había que mezclar determinado tipo de tierra con la pintura para evitar que se corriera. De boca de gente que no sería digna de limpiarle los pinceles.

El señor Lobo, montar en helicóptero, subirnos a una atracción de caída libre. Puede parecer que se están jugando la vida, pero salvo un accidente Freak, alguien con experiencia sabe lo que está haciendo y todos volverán sanos y salvos al suelo.

El Santo Grial en la consultoría y en general del progreso humano ha sido siempre la experiencia, el caso de uso, el success story. Tener un caso de éxito nuevo era básicamente una licencia para imprimir dinero. Por eso la consultoría nunca ha tenido ningún problema a la hora de cobrar menos o subvencionar proyectos nuevos que les hacían entrar en nuevos sectores o en nueva problemática, porque en realidad estaban comprando la placa para luego imprimir cientos de copias.

Naturalmente, esto tiene dos problemas fundamentales. De uno de ellos, que es que no está tan claro que puedas trasladar la experiencia exitosa de un banco de Wisconsin a una caja de ahorros en Murcia, hablaré otro día. Hoy me voy a centrar en el otro, que es cómo se gestiona tener un montón de gente, muchas veces muy joven, que no tiene ni la más remota idea de algo, aprendiendo a base de golpes y a cuenta del cliente.

Históricamente, la consultoría ha resuelto esto a base de arrogancia y pretendida seguridad en uno mismo. Matthew Stewart reconoce que no entró en McKinsey porque al socio no le moló que admitiera estar lleno de dudas.

Sin embargo, no vengo hablar de consultoría, ni vengo hablar de la experiencia en los gremios, ni vengo hablar de los entornos que ya se conocen. Vengo hablar de quién fue el primero que se atrevió a comerse esto:

O de cómo se descubrió que la Amanita phalloides era venenosa. Éstas de la foto son ejemplares de Amanita Muscaria, pero pilláis la idea.

Bueno, me diréis, el hambre es un poderoso motivante para jugártela. ¿¿Pero y cuando hablamos de mártires de la ciencia??

Los heurísticos son siempre terribles. La manera de hacer las cosas histórica, la inercia, el miedo a ser señalado como diferente es absolutamente brutal. La mayor parte de la gente que desafía al Success Story suelen ser gente que está poseída por una visión. Nadie en su sano juicio se arriesga la vida y la hacienda para que refulja la verdad y por el bien común, salvo los posesos.

Como John Yudkin.

La importancia del Zeitgeist

El profesor John Yudkin se retiró de su puesto en el Queen Elizabeth College en 1971, para escribir Puro, Blanco y Mortal. El colegio no cumplió con la promesa de permitirle seguir usando sus instalaciones de investigación. Había contratado a un partidario comprometido con la hipótesis “de la grasa” para que lo reemplazara, y ya no se consideraba político tener un oponente prominente en las instalaciones.

El hombre que había construido el departamento de nutrición de la universidad desde cero se vio obligado a pedir a un abogado que interviniera. Eventualmente, se encontró para Yudkin una pequeña habitación en un edificio separado.

Cuando le pregunté a Lustig por qué fue el primer investigador en años en centrarse en los peligros del azúcar, respondió: ‘John Yudkin. Lo humillaron tan duramente, tan duramente, que nadie más quiso intentarlo por su cuenta’”.

La diferencia fundamental entre Yudkin y Lustig es el zeitgeist.

Cuando Yudkin denuncia, la poderosa industria agroalimentaria controla los medios de comunicación, le interesa un estudio de un anónimo escolar en una universidad perdida que pone el centro en las grasas, y es capaz de echarle de la carretera. En el 2009, con las redes sociales en ebullición, los medios de comunicación en franco retroceso y sin marcar ya la historia oficial, la situación era completamente diferente.

No hay peor negocio que ir contra el zeitgeist. El zeitgeist está encaminado hacia el consumidor coherente, los ODS y toda una serie de megatendencias inescapables recogidas en los cinco macroatractores que mencionamos en el anterior artículo.

Y ahora mismo, las compañías en problemas, están cada vez más expuestas al escrutinio público y no tienen el mecanismo que tenían hace unos años de comprar o silenciar a los medios de comunicación, y por ende, a la opinión pública.

En resumen

Si quieres resolver un problema realmente complejo, necesitas una cierta dosis de fe. Si lo que exiges es una success story, no tienes un problema complejo. O no entiendes lo que es necesario para resolver un problema complejo.

Para tener fe, hay que tener confianza, para construir confianza necesitas tiempo. Nosotros invertimos mucho tiempo en nuestros clientes a unos costes ínfimos con el solo propósito de construir confianza.

A un ojo de consultoría no entrenado, puede parecer que estamos regalando nuestro trabajo, pero hay que tener en cuenta que su unidad monetaria es la hora hombre, y la nuestra es la cantidad de confianza necesaria para dar un salto de fe.

Ir a una Gran Telco histórica, o a la líder histórica del retail ahora en horas bajas, o a una compañía agroalimentaria con un problema específico de necesidad de afrontar el desafío de una era de Direct to Consumer, con la narrativa de “Es que he hecho esto antes” es sencillamente mentir. Son problemas nuevos, territorio inexplorado, y en los que la experiencia y el talento de la gente de la casa se encuentran impotentes.

No lo he hecho antes, es que soy especialista en andar por la selva y en avanzar cuando el resto de la gente no sabe por dónde ir o qué hacer. Requiere de una serie de skills orquestadas específicas y experiencia en el proceso de exploración. No sé que nos vamos a encontrar, pero estoy preparado.

A veces me gustaría tener una máquina del tiempo para poder mirar por un agujerito qué argumentos usó Cristóbal Colón para convencer a Isabel la Católica. Lo que sí se es que Colón fue antes con el tema al rey de Portugal, que se dio mus.

Porque detrás de cada problema complejo solucionado, hay alguien que ha tomado una decisión valiente y en contra del sentido común. Esos son nuestros clientes, y esa es la gente que mueve la humanidad. También es la gente que muere por envenenamiento con polonio, como el equipo de Marie Curie y ella misma, o con los hígados destrozados como el descubridor del Oxígeno y el Molibdeno, Carl Scheele, o en silencio. Como John Yudkin. Pero al igual que la ciencia avanza a pesar de esto, la humanidad y las compañías avanzan gracias a los inconscientes. El inconsciente de hoy muchas veces es el visionario del futuro.

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