Si quieres ser como Netflix, yo me pido Disney

Cuidado con entregarse a la estrella ascendente de Netflix, debe tener muy presente lo sucedido en casos anteriores con empresas que parecían liderar su mercado, pero no supieron reaccionar ante los cambios tecnológicos; por lo que el autor invita a seguir de cerca a una compañía centenaria como Disney, mucho más sólida e innovadora de lo que muchos imaginan
Javier Sirvent
30 de marzo de 2021 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Si quieres ser como Netflix, yo me pido Disney
Alex Eckermann / Unsplash

Durante los últimos años era habitual recurrir al nombre de grandes empresas (que lo fueron) para desdeñar o humillar a alguien, simplemente porque sus CEOs y directivos no supieron cambiar de rumbo a tiempo o adaptarse a las necesidades de sus clientes utilizando la tecnología como punto de inflexión para transformase. Es curioso que, en muchos casos, fue precisamente la aplicación de una técnica o de un modelo de negocio innovador lo que les llevó un día a ser venerados y a servir de ejemplo como grandes líderes.

Lo de centrarte en un solo producto, eso no va contigo, ¿verdad Nokia? (casi 600 modelos diferentes vs 1 iPhone de Apple que fue suficiente para sacarlos de la lista Forbes); Eres tan viejuno como ToysRus; Es más fácil encontrar un extraterrestre que un BlockBuster abierto; Ni Kodak lo habría hecho peor; Estás más fuerte que el repartidor de Páginas AmarillasBlackBerry, Yahoo, Olivetti, Alcatel, Larousse, Xerox, Polaroid, Terra, Palm, Netscape, Atari, Tuenti, Motorola y así, cientos de empresas que siendo grandes unicornios en su tiempo, menospreciaron a sus enemigos, se acomodaron y/o pensaron que podrían, una vez alcanzada la fama, dormirse en los laureles del éxito y siguieron adaptándose a los cambios, en vez de liderarlos y generándolos como hicieron en sus inicios.

La pandemia del 2020 ha implosionado el crecimiento de algunos negocios exponenciales y se puede comprobar viendo algunos titulares en LinkedIn, publicidad de Instagram, Twitter, blogs sobre tecnología o economía. Ahora, en el 2021, multitud de empresas aprovechan “el éxito” de otros, apropiándose del copywriting de Netflix, para reforzar su “nuevo mantra” de la Transformación Digital. En plan: somos exitosos y más innovadores que Elon Musk.

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E incluso, recientemente, también utilizan el nombre de la compañía americana para renegar de una realidad política: ¡Madrid no es una serie de Netflix! He visto productoras con castas ideológicas menos arraigadas y peleas por el poder más efímeras, que exprimiendo un poco esos vínculos con el poder, han sacado argumentos necesarios para hacer 8 temporadas, incluyendo giros inesperados para la audiencia de alguna de esas plataformas de streaming.

Parece que compararse con Netflix, es ahora de “visionarios y disruptores”, pero yo me pido ser como Disney. Hace unos meses escuché decir a una escritora: «Hay gente que se cree que son de clase media por tener una cuenta de Netflix». Lo reflexioné y me pareció algo muy triste, pero parece que esta sí es la #NuevaRealidad o la nueva percepción general de esa nueva y anhelada #NuevaNormalidad.

El confinamiento y la sobrexposición a las redes sociales genera mucha de esa “nueva clase media” suscrita a plataformas de Streaming y gracias a “12 vídeos de un Youtuber” o a lo que lee en un grupo de sabios de Whatsapp o de Telegram, que es mucho más “superseguro”. Todos conocemos a alguien que ha comprado ese master que le han vendido a través de un banner y que le convirtió en experto en transformación digital y a su vez, en gurú motivacional; que se cree épico y que nunca se extinguirá simplemente por el hecho de utilizar las redes sociales para venderse o comercializar su producto; es el típico ejemplo que explica el efecto Dunning-Kruger.

Este “trastorno psicológico” se debe a la incapacidad de los individuos incompetentes de reconocer su propia ineptitud, y a que los individuos muy competentes tienden a subestimar su competencia relativa. A consecuencia de este sesgo, los individuos se creen líderes de «La Nueva Manada Digital” o del famoso término del “tonto motivado” (que acuñó hace años mi amigo Emilio Duró), tendiendo a asignar tareas difíciles a individuos que no tienen la habilidad suficiente para completarlas en la creencia de que dichas tareas son sencillas de realizar, mientras que ellos se vuelven incapaces de reconocer su fracaso.

En resumidas cuentas, si los expertos volasen, después de este pasado 2020 de cursos y soluciones webinars exprés, no volveríamos a ver la luz del sol.

Sin embargo, si se trata de hacer dinero y sólo hablamos de ganar pasta en plan Wall Street Wolf, sin importarnos los principios, me puede valer. Básicamente porque el ARPU de Netflix en la actualidad (1er trimestre del 2021), es casi el doble que el de DisneyPlus, pero si una parte de estos beneficios se consiguen gracias a evadir impuestos, como autónomo y empresario, en eso no estoy muy de acuerdo. Desde que la empresa llegó a España en 2015, la facturación se ha desviado normalmente a países europeos como Holanda que dejan fuera del fisco español los impuestos de su plataforma OTT. Pagar 3.124€ de impuesto de sociedades en España en 2018, es poco más que un insulto para los que cotizamos aquí.

Es verdad que las grandes compañías como Amazon o Netflix generan puestos de trabajo en todos los países donde ponen el pie, pero normalmente son indirectos. Si realmente tengo que “solidarizarme” o apostar por la ReInvención, por la Transformación Digital de los negocios, por la rapidez en realizar cambios estratégicos, por la magia, por las emociones, por los recuerdos, por los resultados a medio y largo plazo, por algo poderoso, auténtico y con una infinita capacidad de hacer o contar historias; yo me quedo con Disney y el resto, que siga comparándose con Netflix.

Según Wikipedia, Disney se fundó en 1923, así que están cerca de cumplir los 100 años. ¿Qué otras compañías existen desde entonces y que ahora estén en los primeros puestos de las empresas más grande del mundo?

Sí, sigo aquí…. ¿Has tenido que tirar de Google? Dime al menos ¿5… 3? ¿Nada? ¿A parte de Disney?

Desde hace bastantes años, recojo diferentes gloriosas declaraciones de CEOs de grandes compañías. Una de las mejores que recuerdo, soberbia respuesta de Steve Jobs ante el Antennagate provocado por los millones de quejas de los compradores de un iPhone4, fue la épica explicación: «¡No lo estás cogiendo bien!» O la reacción del CEO de BlockBuster, ese que en 2000, se partía de risa al escuchar la oferta del venta del Fundador de Netflix, Reed Hastings. Thorsten Heins en 2013 presidente de BlackBerry: «El momento del iPhone ya ha pasado».

Atención, que el mismo CEO de Netflix, un año antes de la pandemia, afirmaba que la principal competencia de Netflix era la gente que dormía y no veía sus pantallas. Y oye, en el 2020 se ve que la gente no duerme tanto, porque se pasaron millones de horas mirando Tiktok (gratis), jugando al Fornite (gratis) y más de 90 millones de clientes se dieron de alta en DisneyPlus en medio de una crisis sanitaria y económica global. No sé si decir semejante estupidez en 2019, le habrá inyectado una dosis de humildad, pero que una compañía centenaria, consiga en ocho meses, los mismos usuarios que a Netflix le costó 10 años en alcanzar; o que “unos chinos”, los TikTokers, hayan sobrepasado los 400 millones de usuarios en el mismo tiempo (el doble de Netflix en 12 años); o que “el jueguecito” de disparos de otra compañía China, esté llegando a acuerdos de marketing con uno de tus principales competidores, DisneyPlus, debería al menos, inquietarte.

La industria de los videojuegos, en general, produce casi cuatro veces más ingresos que toda las de las plataformas de Streaming e industria del cine, ¡JUNTAS!!! Yo me lo haría ver, o al menos, sería prudente con las declaraciones que ahora quedan para toda la vida. Si tu nombre está en los titulares, tienes un problemita de SEO, que te puede costar millones de dólares en bolsa o las risas de todo el planeta.  Y ojo, que Disney lleva directa o indirectamente metida en el sector del gaming unos cuantos años, más que cualquier otra plataforma de televisión a través de internet.

A todo esto, a los Netflixters les han crecido los enanos. La humilde Amazon también parece que va a por el negocio del entretenimiento en el hogar y ojo, que cuando Bezos se pone con algo…. ojo, ojo, ojito. Que lanzó Twitch, creciendo exponencialmente en usuarios, proporcionando una plataforma de monetización para todos los Youtubers descontentos y sorprendiendo a compañías de como Facebook . Y es inminente la presentación de un Amazon Prime de VideoJuegos que se llama, de momento: Amazon Luna.

Esta nueva industria del cinentretenimiento en casa o en cualquier lugar gracias a los SmartPhone, que llegan los 5G sin latencia, no tiene nada que ver con lo que existía cuando ibas a una sala de forma presencial, eso es verdad. Con las películas “de toda la vida”, se ganaba bastante dinero, es evidente. Para una película como Avatar2, que terminó recientemente su rodaje y actualmente se encuentra ya en fase PostProducción, se habla de cifras cercanas a los 1.000 millones de dólares de inversión. Pero es que los tiempos han cambiado, si antes se forraban con palomitas repletas de colesterol a precio de cigalas de Cádiz, ahora se gana dinero con los datos: Saber qué edad tiene el consumidor, que géneros le gustan más, cuando pausa un contenido, cuando lo abandona, qué imágenes o vídeos de promoción funcionan más o por ejemplo, gracias a los datos que se recogen en un dispositivo lleno de cookies o de Apps instaladas en nuestros SmartPhone o Tablet con derecho a espiarnos (aceptastes las condiciones legales sin leerlas).

¿Qué haces después de ver tu serie favorita? ¿Te pones a hacer un Tiktok? ¿Juegas al Fornite? ¿Visitas la tienda de Amazon para comprarte una mochila de BabyYoda? ¿O quizás te pones a dormir?… Si te despiertas a media noche y “tocas” el móvil, sabrán a qué hora desactivas el Modo Avión y el contenido que veías antes de poner el despertador… y esas “cositas”. Esos “pequeños detalles” son capaces de generar ingentes cantidades de dinero. Desde enlazar con publicidad en Instagram, a venderte “soluciones” en Amazon para tu insomnio.

En 2009, James Cameron decidió no suministrar ninguna copia en “negativo” para cines analógicos y, para ver en qué se había gastado 400 millones de dólares, obligó a que la gran mayoría de las salas de cine se tuvieran que rascar el bolsillo e invertir en nuevos video-proyectores digitales y a ser posible, que permitieran el formato 3D.

Ahora imaginemos que, para amortizar su nueva apuesta audiovisual (grabar la nueva visita a Pandora les ha costado más del doble que la anterior), esta se ponga a la venta en alguna compañía de Silicon Valley o de Shenzhen, en una plataforma de Realidad Virtual como OculusQuest2 de Facebook (pagar 1.000 o 2.000 millones, se lo gastan en pagar el recibo de la luz de sus servidores en unas semanas), o en AmazonPrime (la venganza de Jeff a Netflix), o que DisneyPlus le diga: veo tus 1.000 y pongo 2.000 más, y además voy a estar vendiendo merchandising de color Azul, en todos los HappyMeal del planeta durante unos cuantos meses.

Durante más de 20 años he sido empresario y he creado multitud de soluciones tecnológicas para grandes compañías, sin embargo, me apasiona mucho más mi trabajo actual que es ser una especie de Alberto Chicote. A diferencia del él, en vez de ser la pesadilla de las cocinas, yo lo soy de las empresas.

En mi vida profesional, incluida la de especialista en tecnologías disruptivas en Atlas Tecnológico, la frase que más he escuchado en industrias y empresas de todo tipo es la de: «Sirvent, esto no lo veo».

Si algo tengo que agradecer al Covid19 es que si muchos de los directivos y responsables de negocio en su día aseveraban: «Eso es imposible», en 2020 pasó a ser improbable y ahora la incertidumbre ante el futuro les aprieta el cuello, su cuenta de resultados, la desaparición de sus antiguos clientes les hace platearse diferentes universos paralelos.

En España, como en cualquier otra parte del mundo, que nuestros profesionales, los directivos de grandes compañías, no crean que algo pueda suceder hasta que ya ha ocurrido, no es por debilidad o una simple estupidez, es parte de la condición humana que hemos heredado de nuestros ancestros.

Como decía Jack Ma: Los grandes negocios, están donde hay problemas y gente quejándose. Ahora que sabemos que España, va a tener mucho de esto último, transformémonos todos en un pequeño “James Cameron” que nos ayude a descubrir cómo producir/generar nuestro propio “Unobtainium” para que nuestra industria, nuestros dirigentes, nuestros empresarios sepan aprovechar todo lo bueno que tiene nuestro maravilloso país puede ofrecer. Creedme que, gracias a la tecnología, #EstáTodoPorHacer, y es la energía que impulsará la recuperación económica que ahora necesitamos más que nunca.

Un pequeño ejemplo de lo que puede dar de sí nuestra maravillosa tierra, es Holanda, que ha conseguido gracias a una revolución tecnológica de su modelo productivo agrícola, con unas superficie 12 veces menos que España, vender 1,8 veces más hortalizas que nosotros. ¿Imposible? ¿Improbable? Ahora es una realidad. Lo único cierto que se ha dicho en los últimos años, fue la portada de esa revista que decía: «Chanquete se muere el domingo«. Nada dura toda una vida.

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