La industria sigue a la espera del 5G
A pesar de que no se ha dejado de avanzar, la nueva tecnología es todavía más un deseo que una realidad, con una cobertura inacabada, un uso imperceptible y unas empresas que, en España, siguen sin poder optar a redes privadas
El CEO de 5G Ventures y colaborador de Atlas Tecnológico, Alberto Villalobos, durante una conferencia.
Pilotos, casos de uso, asignaciones de espectros y despliegue de redes. La tecnología 5G se va extendiendo en España -y en la Unión Europea– más lentamente de lo previsto y con una industria, y unos puertos y aeropuertos -las llamadas ‘verticales’- a la espera de que el Gobierno se imponga a las teleoperadoras e impulse definitivamente el entorno normativo para desplegar redes privadas.
Si bien España, como asegura el Observatorio Nacional 5G, “es el país de la Unión Europea donde se están realizando más pruebas piloto y más casos de uso con tecnología 5G” (el directorio del ON5G recoge los más relevantes), el mismo organismo alerta de que “se está lejos del objetivo del Plan de Acción 5G”, presentado en 2016, y “muy especialmente en la banda de 26 GHz”, que está previsto que se licite antes de que acabe este año. En este sentido, un informe de la Comisión Europea correspondiente a 2020 señala que, aunque todas las capitales y grandes núcleos urbanos europeos están cubiertos con 5G, al menos en parte, «la cobertura media de la población se estima que es sólo del 14%”.
Ciertamente, estas cifras se han incrementado en los casi dos años que han transcurrido desde el informe, pero siguen estando por debajo de los objetivos de implementación del 5G y sobre todo de su uso. En España, como en la mayoría de socios europeos, continúa prevaleciendo el uso del 4G.
El informe también recoge datos preocupantes para los sectores industriales: las redes privadas se encuentran en fases iniciales de desarrollo, aún admitiendo que éstas serán determinantes para el aumento de la productividad y el desarrollo sostenido de todo el ecosistema 5G. “España está a la espera de que Europa regule para todos, pero mientras Alemania, Francia, los países escandinavos y Reino Unido -aunque ya no forme parte de la UE, pero está en su entorno geográfico y económico- ya tienen habilitado para 5G un espectro radioeléctrico de banda media, que es la más extendida”, explica Alberto Villalobos, CEO de 5G Ventures, el primer venture builder español especializado en 5G.
El lobby alemán de las grandes industrias -liderado por las firmas de automoción- presionó, en 2019, para que se reservase el 25% de frecuencias de banda media (3,5 GHz) para la industria. Y lo consiguió. “Pero el lobby de las operadoras en España es muy fuerte, mucho más que el de la industria”, puntualiza Villalobos. Después de diversas insinuaciones por parte del Gobierno, ahora parece que se reservará una parte de las frecuencias de la banda de 26 GHz para la industria, elección mucho menos comprometida que en la banda media, ya que existen 3.000 MHz libres. Esta decisión no impide a las operadoras participar del pastel ni les resta frecuencias en banda media, la más utilizada hoy en día. Aunque a largo plazo reducirán beneficios, ahora interesa más el negocio comercial y la monetización de las inversiones, y si no se las obliga, no dejarán espectros libres en 3,5 GHz.
Casi una década de previas
La tecnología 5G se anunciaba tímidamente durante la celebración del Mobile World Congress en Barcelona, en el año 2014. Todavía se estaba implementando la red 4G en España y se hablaba de la revolución que empezaría a representar la 5G para el 2020. Para situarnos en contexto, 2014 fue el año de la irrupción de los smartphones, Mark Zuckerberg todavía no había comprado Whatsapp -la operación se realizó en octubre de ese año-, la Blackberry era aún una de las estrellas del mercado, Nokia presentaba sus primeros móviles basados en Android y la nube se postulaba como la vía para canalizar la abrumadora cantidad de datos que se nos avecinaban.
El 5G estaba en el horizonte como tecnología destinada a soportar los miles de millones de dispositivos conectados durante la próxima década gracias al desarrollo de Internet de las Cosas (IoT). Volumen de datos, velocidad de red y convertir en imperceptible la latencia se convierten en objetivos de futuro.
En la siguiente edición se reafirmaron las tendencias proclamadas el año anterior mientras las empresas de telecomunicaciones desarrollaban prototipos para la 5G. Fue entonces cuando la Comisión Europea expuso por primera vez su visión de la nueva infraestructura de la red móvil y propuso el Mercado Único de las Telecomunicaciones y el Mercado Digital Único.
Con el 2020 en el horizonte, las consecutivas ediciones del MWC insistían en las grandezas del 5G, en sus ventajas, en los cambios drásticos que traería consigo. Mientras, se creaban marcos regulatorios que tendrían que facilitar, como afirmó en 2016 Pilar del Castillo, exministra de Educación en el Gobierno de Aznar, “que consumidores y empresas de los distintos sectores industriales o de servicios privados y públicos se beneficien al máximo de las oportunidades que brinda el desarrollo de Internet de las Cosas”.
Se empezaban a discutir las condiciones de uso y gestión de las bandas relacionadas con la 5G, y se vislumbraba ya la imposible armonización entre los estados miembros de la Unión Europea. Aparecieron los discursos alrededor de los beneficios empresariales que aportaría el 5G y despertaban la realidad virtual, la inteligencia artificial, la robótica, las smart cities y el IoT.
El 5G se había convertido en tema estrella y transversal de todas las ediciones del MWC. Pero la realidad es que se seguía con el despliegue de la red 4G y la cuarta revolución industrial continuaba a la espera. Se avanzaba, pero en prototipos, en simulaciones de uso -como la primera operación teleasistida con 5G que se realizó durante la feria de 2019- y en aplicaciones de futuro. Pero todo al ralentí.
A pesar de las dificultades aportadas por la Covid-19 y el veto a Huawei, las redes comerciales del 5G siguieron creciendo en la UE y ya existen una docena de corredores de esta tecnología que atraviesan distintas fronteras europeas. Paralelamente, el fin de la pandemia inyectó prisa en el sector y, aunque la nueva tecnología siguió como protagonista en la edición del MWC de este año, incidiendo en la necesidad de desarrollo de las redes privadas, ya se han empezado a definir los estándares de la sexta generación de la conectividad móvil, la 6G. El objetivo, el mismo desde hace casi una década: más conexión, capacidad y rapidez, y menor latencia, pero con una tecnología superior.
En comparación con China y Corea del Sur, que dominan la tecnología 5G, Europa y también Estados Unidos va muy por detrás. En España, las operadoras avanzan según su estrategia comercial y la implementación del 5G depende mucho del despliegue de la infraestructura y, sobre esto, son todas muy opacas, afirman fuentes del sector.
Con el 6G en el horizonte
El 5G se empezó a desplegar en España en 2019 de la mano de Vodafone y un año más tarde se incorporaron Movistar, Orange y Yoigo (después MásMóvil). Aunque la red se ha desplegado por casi todo el territorio nacional, la velocidad que se consigue no supera actualmente la que ofrecía ya la red 4G. “Primero hay que amortizar el 4G”, asegura Jesús Alonso, investigador de la fundación i2Cat y Chairman del grupo de trabajo de 5G para movilidad conectada y automatizada de la 6G-IA, la asociación de la industria Europea que impulsa el desarrollo del 5G y el 6G. De tener todo el país habilitado para el 5G en 2020 se habla ahora ya de 2030. “Para 2025 se prevé tener cobertura 5G en las ciudades principales de todos los países socios y los corredores de transporte, pero yo lo pongo en duda”, alerta el investigador de i2Cat.
Conseguir la velocidad máxima está directamente relacionado con la cantidad de espectro contiguo disponible y no fue hasta el pasado febrero que se reordenó para que todos los operadores pudieran ofrecer la máxima velocidad. “Pero todavía queda mucho por hacer en cuanto a infraestructuras”, asegura Villalobos. El 5G llegará a su potencial máximo con la modalidad stand alone (SA), que no comparte infraestructuras con la red 4G, como sí ocurre con la modalidad non stand alone (NSA), la más extendida actualmente y que no ofrece la calidad del servicio que el 5G promete, según los expertos.
Europa se vuelca en el desarrollo de la nueva tecnología, dedicando miles de millones de euros a su desarrollo en base a tres columnas: transporte, entorno digital y energía. “A nivel nacional también se está invirtiendo en programas que faciliten el despliegue para zonas urbanas y también agrarias”, puntualiza Alonso, que alerta de que el 5G “tiene que venir acompañada de un claro valor social y, por tanto, tendrán que realizarse acuerdos público-privados en inversiones para que llegue allí donde sea necesaria, no solo donde sea negocio”.
En este sentido, el director del Observatorio Nacional 5G, Federico Ruiz, asegura que “a finales de este año, el mapa 5G de España estará completo”, indicando que “se incorporaran nuevos operadores” que liberalizarán la red. Según él, el Gobierno español “está haciendo un esfuerzo nunca visto hasta ahora”. El país “no había estado tanto a la vanguardia como ahora, liderando muchos proyectos europeos”. Hasta la fecha, según concreta Eduard Martín, director de conectividad inteligente en Barcelona Mobile World Capital, desde donde dirige y coordina el Observatorio Nacional de 5G y la iniciativa 5G Barcelona, “España es el segundo país europeo en despliegue de 5G y en ejecución de pilotos, donde ya llevamos realizados 125. Y ahora es el momento en que entramos en una segunda fase, la de convertir los pilotos más interesantes en servicios”.
Los ámbitos sanitario, industrial, rural, movilidad, entretenimiento y redes privadas son los verticales en los que se centran los pilotos llevados a cabo hasta la fecha. Si bien todos estos sectores son importantes y necesarios, Martín alerta que “las redes privadas son una necesidad. La nueva tecnología da mucho más de sí que el simple espacio comercial y, por tanto, es necesario que el Gobierno deje espectros libres para que las empresas puedan organizarse sus propias redes. Y es muy importante que sean de acceso libre”.
También Villalobos asegura que “las redes privadas acelerarán el futuro”. Para él, “el 5G es una plataforma de digitalización, un sistema operativo nuevo que, bien entendido y gestionado, es una plataforma de futuro”.
Mientras, “porque tenemos el deber, como tecnólogos, miramos hacia el futuro y vemos las necesidades que el 5G no podrá cubrir, y por este motivo ya estamos inmersos en la red 6G, más potente y más flexible”, explica Alonso. Todavía está lejos de su pleno uso, pero ya sabemos que “la red 5G se va a quedar corta”.