Exponiendo el reverso del metaverso: ¿Qué entramado hay tras la sobreexpectativa?
La democratización de tecnologías que permiten una visualización realista de contenidos en 3D abre una oportunidad para la industria, según el autor, que puede aprovechar la inversión realizada durante décadas para modelizar sus productos y alimentar a otras áreas de la empresa, como el marketing, con mecanismos de publicación automatizada
KELVIN HAN / UNSPLASH
Encabezados por Meta (ex Facebook), el pelotón de empresas tecnológicas con Nvidia, Microsoft y otras similares, vinculadas con lo digital, se han apresurado a establecer un nuevo término que tiene, ahora mismo, más de expectación que de concreción. En términos anglófilos, estamos ante un ‘hype’. Mi pretensión, con este artículo, es desvelar parte de la magia arborescente, para centrarme en la ingeniería subyacente al término y sus ramificaciones aplicadas al ámbito industrial.
Grosso modo, podríamos afirmar que hay dos tecnologías de base, más allá de la básica internet, que sustentan las expresiones de metaverso que se están referenciando. Una, y a mi entender la primera, es la técnica de sintetizar la “naturaleza” mediante la visualización en modalidad 3D, para disponer de una representación fidedigna de la misma. Y digo naturaleza, pues referirnos a “realidad”, en una situación donde lo digital también es real, se me asemeja confuso. La segunda, ya más consustancial, sería la aplicación de la DLT (o cadena de bloques o blockchain) para soportar, digitalmente, la certidumbre, lo cual ya he referido en “El abandono del patrón oro”. En este artículo pretendo centrarme en la primera, pues, aun siendo la que más tiempo nos acompaña y está presente en el ámbito industrial, sigue siendo bastante desconocida en general y, por lo tanto, espero que la mayor parte de la audiencia de AT se beneficie.
¿Por qué el modelado en 3D es tan relevante y está tan vinculado con el concepto? Como ya apunté en “¿Qué es el ‘Digital Twin’ y su hilván, el ‘Digital Thread’?” la adopción del Twin digital y su consustancial Thread está tomando el protagonismo de representar (re y presentar, volver a presentar) la realidad, de forma que es el dígito (entendido como aquello que vemos en la pantalla) lo que nos confirma/reafirma qué es la realidad. Saber cuánto dinero tenemos, es un acto que queda certificado con nuestra consulta a la correspondiente ‘App’ bancaria, para determinar, que esa es la “verdad”. De igual manera, está sucediendo con los tangibles ambientes industriales, donde la presencia, para reafirmar la tangible verdad, parecía insoslayable. La “verdad” está ahí fuera, aconteciendo frente al dispositivo/máquina/activo que está operando/ejecutando y que lo (re)presentamos en formato doble: mediante una representación visual, que lo identifica, junto con unos valores, que le atribuyen un comportamiento. Es decir, precisamos un elemento visual (una foto, como mínimo), junto con un dígito/color que nos indica si el activo se halla, o no, operativo y cuál es su régimen de funcionamiento.
Pero la situación de partida, para muchas de las empresas, es que ese modelo digital 3D, entendido como activo, es decir, como elemento concerniente a la propiedad industrial de la organización, ha permanecido largo tiempo encerrado en los sistemas de información del ámbito de la ingeniería de la organización, para proteger su integridad y permitir su accesibilidad tan solo a los/as responsables ingenieros/as que la conocen y pudieran manipular. Es decir, los contenidos 3D, que especifican y representan el producto de la organización, están clausurados y, como mucho, se les expone y publica mediante una lista textual de componentes que lo conforma (que habitualmente se acuña como BoM, de Bill of Materials, en inglés o la LdM, de Lista de Materiales), para que el resto de la organización pudiera “trabajar” (comprar, secuenciar, montar, reparar, etc) con ella.
Pero, ¿qué ha sucedido, ahora, para que ese panorama deba de cambiar? Pues que el ocio, a saber, videojuegos y redes sociales, que buscan enganchar a sus usuarios mediante inmersivos mundos modelados en 3D, han abaratado tantísimo el HW, sean las GPU que procesan los mundos virtualizados, como las enormes capacidades de moverlos, en las gafas de VR. Es un fenómeno que está creando esa nueva y paralela realidad -que los no industriales han empezado a acuñar como metaverso, brindando la visualización realista de los contenidos de la que la industria se está beneficiando. Por ello, ahora, las empresas industriales están en disposición de exponer sus modelos 3D, de forma útil, para aquellos entornos que no se corresponden con la ingeniería de producto, pero que los utilizan de forma beneficiosa, ya que esos modelos 3D (con)forman la realidad digital sobre la cual se puede trabajar.
Por ejemplo, desde el área de marketing, se pueden aprovechar para hacer contenidos mucho más realistas, tanto que, incluso, pueden ahorrarse trasladar el producto a una feria expositiva y, en cambio, mostrar mucho más, aumentadamente, el producto con una experiencia AR, originada en el modelo 3D del mismo. También, los equipos de servicio pueden apoyarse en manuales e instrucciones aumentadas, que les permitan disponer, frente a la realidad del producto en activo, de toda aquella información que precisen, haciendo que el modelo 3D que se utilizó para diseñarlo, ahora devenga la fuente de información gráfica con la que identificarlo. Y, como no, los equipos de mantenimiento de las instalaciones pueden utilizar la base del modelo 3D como patrón de reconocimiento automático y asegurar que el operario identifica unívocamente el equipo a inspeccionar.
En resumen, ¿cómo podemos aprovechar la inversión hecha, durante décadas, por la industria en la modelización de sus productos? Pues organizándola, convenientemente, en ese sistema de información del producto que actuaría como un repositorio al uso, es decir, un sistema PLM (Product Lifecycle Management) que recoja, a la par que proteja, la PI (Propiedad Industrial) de la empresa y que permita exponerla, eficiente y convenientemente, para el resto de los departamentos internos y aquellos externos.
Es decir, la inversión hecha en conformar ese repositorio no debería de contemplarse, únicamente, para aumentar la eficiencia de los equipos de personas vinculados con el diseño y desarrollo de la ingeniería del producto o del proceso de la empresa, sino que ese activo puede ser explotado para alimentar a otras áreas de la empresa, que precisan de esa información, pero de forma ágil y segura. Y no sólo la relacionada con las referencias, sino, eminentemente en un mundo visual como en el que nos encontramos, lo revelante sería la información gráfica contenida en los modelos 3D. Por eso, ese activo visual deviene la fuente principal de la que podrán nutrirse el resto de áreas en producir, con las herramientas precisas, contenidos preparados adecuadamente al propósito.
Por ejemplo, cada vez más, las empresas industriales están interesadas en exponer su catálogo de producto en su página web apropiada, sea un e-commerce o un configurador, para facilitar la venta. Esa aspiración choca, frontalmente, con el esfuerzo en rellenar, actualizadamente, la misma, por lo que un mecanismo de publicación automatizada, que extraiga, reduzca y prepare la información precisa a mostrar, es clave y, es ahí, donde hay que volver al origen (de los datos) y adoptar enfoques programáticos de publicación que, solamente, si se dispone de un PLM que formaliza el contenido se podrá llevar a cabo, eficientemente. Como me gusta decir a mis interlocutores, si quieres exponer tu catálogo/organización, no puedes hacerlo partiendo del caos interno y, por eso, el éxito del metaverso se inicia en su reverso.
Carlos Cosials es consultor en Integral Innovation Experts y colaborador de Atlas Tecnológico