De respons-able a prengunt-able…

Las organizaciones deben dotarse de una estrategia de toma de decisiones basada en datos y eso implica, según el autor, cambiar el modelo de responsables por el de 'preguntables', personas que, más que comandar, ayuden a obtener conocimiento de calidad a partir de los datos aplicando técnicas fluidas de gestión
Carlos Cosials Ruiz
3 de mayo de 2022 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
De respons-able a prengunt-able…
Evan Dennis / unsplash

El otro día, conversando con mi amiga Balbina Rocasa, me inquirió sobre metodologías estratégicas para la adopción de un enfoque «data-driven» en empresas u organizaciones. La pregunta me la lanzaba bajo la perspectiva que me brinda la dirección del programa de máster de Analítica Avanzada y Ciencia de los Macrodatos de UIC Barcelona en la facultad de ADE.

Le respondí, en primera instancia, que conocía dos, pero de carácter táctico, para el abordaje de la disposición de modelos predictivos, que guían al equipo de proyecto, en su consecución y despliegue, a saber: CRISP-DM y TDSP. Pero la respuesta distó de satisfacerla y me recalcó el carácter estratégico de la expectativa. Le contesté que no, que no conocía ninguna, salvo recomendaciones diversas de consultoras estratégicas (tipo McKinsey y similares), que pautan las recomendaciones a seguir, para que la empresa reoriente su enfoque a ese carácter.

De hecho, unos días antes, con Carlos Gil, un Alumni del programa, estuvimos dibujando el diferente enfoque que requiere un proyecto de «datos», en contraposición a los tradicionales proyectos de carácter tecnológico digital donde el foco en los procesos, y cómo los sistemas de información (SI) debían de darles soporte, se impone como mantra.

A ambos interlocutores les argumentaba que los SI de las empresas/organizaciones estaban dirigidos por las expectativas que los responsables de los procesos soportados tienen. De esta forma, por ejemplo, es el/la responsable de ventas quien impone qué información y cuándo debe registrarse pertinentemente, para responder a las futuras preguntas que se le pudieran hacer.

Ahí les recordé mi aprendizaje sobre cómo el sustantivo «responsable» se descomponía en «respon» y «able», es decir, en persona habilitada para responder y, consecuente y convenientemente, colocada en la posición de la organización, en la que se le van a inquirir sobre las respuestas del ámbito correspondiente. Visto de otro modo, todos reconoceremos que, siempre que vamos a un lugar y demandamos por el responsable, esperamos enfrentarnos a, o con, alguien que nos pueda responder y, además, satisfactoriamente.

Por esa razón, muchas de las organizaciones actuales, grandes o pequeñas, han crecido al albur de la «información es poder», para decidir, claro, en disposición de la respuesta y ejecutar mediante decisiones informadas. Pero, ¿qué sucede cuando nos encontramos en una situación/escenario de esos que denominan VUCA? Pues que las manidas respuestas ya no sirven, pues responden, exclusivamente, a un tiempo pasado que ya no corresponde («machea», del anglosajón ‘match’) con el presente o, menos aún, con el desconcertante futuro. Sucede, como dice Antón Costas, eminente economista, que «los economistas difícilmente podemos explicar el pasado, como para acertar sobre el futuro» y es que, cualquier proyección futura es, como bien dice el término, una extrapolación de la curva (o nube de puntos) que creemos explica lo acontecido.

Situados, pues, en un entorno socioeconómico de futuro inminentemente incierto y con una creciente acumulación de evidencias digitalizadas, tanto en los internos y estructurados SI de las organizaciones, como en el marasmo de disparatadas fuentes de datos externas (redes sociales, IoT, open data, etc.), mediante la aplicación de dispares tecnologías, se reclama/impone, a mi entender, transicionar de un enfoque «orientado a procesos» («process-driven», en contraposición a «data-driven»), por inadecuado a la situación actual, a uno guiado por las no-evidentes evidencias, que los datos ocultan. Por eso, una organización debe empezar a abordar su estrategia acerca de la adopción de la toma de decisiones informadas basadas en los datos, cambiando a sus actuales responsables por sus futuros preguntables, de forma que sepan ayudar, más que comandar, a desestañar qué indicios nos revelan los datos, mediante una aproximación que establezca una adecuación y complementariedad con las técnicas fluidas de organización (agile, teal, holacracy, etc.) en el proceso de toma de decisiones.

De hecho, toda esta reflexión me retrotrae y conecta con otro aprendizaje, que tuve durante la infancia de mi hija, cuándo escuche que el mejor método de aprender no era mediante el entrenamiento a responder sobre lo que, potencialmente, te iban a preguntar, sino, en cambio, preguntarle, al regreso del colegio: «¿cuántas preguntas te has hecho hoy?«. La verdad es que la ponía en una incómoda situación pues se contraponía con el enfoque escolar que recibía. Ciertamente, no sé si tuve mucho éxito, pero lo cierto es que, a día de hoy, a punto de entrar en el ámbito universitario, se cuestiona muchas cosas. Algunas incómodas para mí, pero, ¿qué esperaba si no?

En resumen, en mi humilde entender, el reto actual de las direcciones de las organizaciones es asumir que la disciplina militar de comandar contra un objetivo común está desajustada para la vertiginosa realidad actual, que nos cambia, casi a diario, cuáles son los ‘targets‘.

Por eso, ¿cuándo vamos a reclutar o promover a más preguntables en la organización?

Carlos Cosials es consultor en Integral Innovation Experts y colaborador de Atlas Tecnológico

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