Xavier Ferràs (Esade): «En esta fase de turbulencia extrema debemos invertir más en deep tech y hacerlo más rápido»

El autor del concepto Innovación 6.0 y una de las voces más autorizadas en el análisis del ecosistema de innovación español, conversa con el periodista Eugenio Mallol acerca de las burbujas tecnológicas en tiempos de incertidumbre, la Ley de Ciencia, el papel de las grandes corporaciones de nuestro país en el impulso de la I+D y la eficacia del Plan de Recuperación
26 de febrero de 2022 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Xavier Ferràs (Esade): «En esta fase de turbulencia extrema debemos invertir más en deep tech y hacerlo más rápido»

Eugenio Mallol.-Uno de los asuntos de actualidad que habrá que seguir a partir de ahora es el borrador de la Ley de Ciencia e Innovación presentado recientemente. Quizás la pregunta es hasta qué punto hace falta un cambio en el marco regulatorio actual.

Xavier Ferràs.-Las discusiones sobre las leyes de la ciencia son antiguas. Es evidente que requieren decisiones y marcos reguladores que sean efectivos. Lo más importante es la consideración de la ciencia como un sector estratégico. Si hay una ley de la ciencia y no de otros asuntos es porque es relevante y lo será más en nuestra sociedad y en nuestra economía. En segunda instancia, echo en falta algún tipo de liberalización del sector. Un investigador tiene restricciones para transferir su conocimiento, para patentar, para participar en el capital de startups, tiene barreras por todas partes. Los fondos NextGeneration están sometidos a unos controles que seguramente sean muy necesarios, pero por otro lado los inflexibilizan. Me gustaría una Ley de la Ciencia liberalizadora del sector, que permitiera hacer muchas más cosas. Y, en tercer lugar, me gustaría que no fuera sólo de la ciencia, porque al final es muy importante que se convierta en prosperidad, en crecimiento económico, en empleos de calidad. Cuando nos fijamos sólo en la ciencia per se, nos posicionamos como un país extraordinariamente rico, que puede financiar todo tipo de investigación, en todos los campos, y eso es intelectualmente muy rico y legítimo, pero en un entorno de recursos limitados me gustaría más ver una ley…

Eugenio Mallol.-…una ley de la transferencia…

Xavier Ferràs.-…sí, que garantice que ese conocimiento fluye, que va a ser utilizado por nuestra sociedad, que es lo que reclama y necesita. Si ese conocimiento se genera para crear grandes trayectorias académicas, felicidades, pero yo como ciudadano no estoy satisfecho.

Eugenio Mallol.-Sobre esto que comentas, el borrador entra en un asunto reivindicado desde hace mucho tiempo por los científicos, especialmente los ligados al sector público, que es la garantía de estabilidad laboral para proyectar líneas de investigación a largo plazo. Se les da esa estabilidad, se crea un entorno que es interesante desde la perspectiva de dar seguridad al investigador, pero al mismo tiempo plantea unas barreras para que el sector privado compita por el talento con el público tremendas.

Xavier Ferràs.-Claro. Todos sabemos los problemas que tiene un investigador para participar en el capital de una startup, que puede estar generada con recursos públicos, de acuerdo, pero quizás es peor que ese conocimiento no fluya que liberalizar y que ese conocimiento a través del investigador pueda salir y beneficiarse nuestra sociedad y nuestra economía. Estamos acostumbrados a legislaciones muy preventivas, que establecen de entrada lo que no se puede hacer. El Derecho más anglosajón, luterano incluso, es más ex post. Me gustaría más un enfoque de este tipo, más liberal y abierto. Es perfectamente legítimo que las carreras investigadoras se protejan, se promocionen, que haya investigadores excelentes, lo que me gustaría es que esta ley no fuera el resultado de un silo, de que hay alguien que se dedica a la política científica y va a proteger su silo. Porque ahora hay muchos silos, en el Gobierno del Estado tenemos un Ministerio para Economía, otro para Industria, otro para Ciencia y otro para Universidades. Me temo que el ejercicio de silificación es excesivo, en el sentido de compartimentar las competencias. Me gustaría ver una ley de ciencia, de la tecnología y la innovación que tuviera como gran objetivo de esa política integrada que España estuviera al 3% inversión en I+D sobe el PIB.

«Echo en falta más liberalización en la ciencia, un investigador tiene restricciones para transferir conocimiento, para patentar, para participar en el capital de startups, tiene barreras por todas partes»

Eugenio Mallol.-El objetivo es alcanzar una inversión pública del 1,25%.

Xavier Ferràs.-El 2% era el objetivo del 2010, según la agenda 2020, y para 2020 el reto era 3%. Marcanos ese objetivo para no sé cuándo para mí es simplemente ridículo.

Eugenio Mallol.-Encaramos un año 2022 que va a ser muy volátil desde el punto de vista de que hay tantos factores de incertidumbre que no va a ser fácil apostar, como inversor, por tecnologías o sectores. Aunque racionalmente pensemos que ahora viene una época de automatización inteligente y por ahí van a ir los tiros, influirán tantos factores que no resultará sencillo que se cumplan las predicciones. El tema es hasta qué punto se está convirtiendo la innovación tecnológica en refugio de especulación financiera, de generación de grandes rendimientos a corto plazo. Ahora surge el Metaverso y se están vendiendo islas virtuales por 15.000 dólares que en poco tiempo multiplican por 10 su valor. Esto deriva en que la innovación, en muchos ámbitos empieza a tener como finalidad generar grandes burbujas basadas en tecnología.

Xavier Ferràs.- La innovación se ha expandido de una forma artificial a otros campos en los que hay otros intereses, otras dinámicas y otras lógicas. Si hablamos de política pública, deberíamos centrarnos en innovación tecnológica industrial, en las ahora llamadas tecnologías profundas. Hay muchísimo corpus metodológico en torno al deep tech, la UE habla de key enabling technologies, que habilitan la competitividad industrial: microelectrónica, biotecnología, fotónica, supercomputación, nuevos materiales… eso es lo que verdaderamente genera la innovación disruptiva que crea prosperidad. Otra gente habla de lo mismo como general purpose technologies, que habilitan cosas que antes eran imposibles. El otro día leí una frase: “cuando se vaya todo este humo de la Web3, las criptomonedas, los metaversos, veremos que lo que queda es la industria”. Eso es lo que crea prosperidad. Tengo caracterizado un modelo propio de innovación por colores y uno de ellos es el dorado, se refiere a la innovación de muy bajo riesgo y retorno muy rápido, a la especulación, a comprar y vender acciones de cosas que igual no tienen modelo de negocio o no han generado nunca beneficio, pero que son atractivas y alguien te vende y tú quieres traspasarle a otro. Eso es quizás lo que deberíamos evitar.

Eugenio Mallol.-Tim O’Reilly dice que si ves que algo consigue inversión y se vende muchas veces, pero no genera beneficio, más que un negocio, es un activo financiero.

Xavier Ferràs.-Exacto.

Eugenio Mallol.-Este 2022 va a ser, insisto, un año plagado de trampas: materias primas, criptoactivos, geopolítica… un año volátil, con bandazos tecnológicos, en el que quizás nos vendría bien disponer de algo parecido a una guía.

Xavier Ferràs.-Estamos en una fase de turbulencia extrema. La Covid-19 ha sido como un terremoto cuyas ondas están aún reverberando y no sabemos exactamente qué va a pasar. En un análisis histórico, Fukuyama se equivocó cuando al caer el Muro de Berlín proclamó el fin de la historia y dijo que a partir de ahora íbamos a vivir la expansión de un modelo de capitalismo de mercado y democracia liberal. Nos hemos creído este mantra y en España pensamos que hemos llegado a la cima y siempre va a ser así. No nos damos cuenta de que podemos caer otra vez al infierno. ¿Cómo nos mantenemos arriba? Incrementando las inversiones estratégicas en tecnologías de este tipo, asegurando que controlamos, dominamos y tenemos actividades industriales en deep tech. Esto es lo que nos va a sostener en un mundo que es realmente oscilante. Me gustaría que en España hubiera una actividad económica e investigadora de primer nivel muy conectada en inteligencia artificial, en semiconductores, en fotónica, en nuevos materiales, en biotecnología, en farmacia, en supercomputación. Si esto lo tuviéramos, yo diría: tranquilos, porque esas fuentes de conocimiento van a ir creando el conocimiento que se convertirá en actividad, en empleos de calidad y, por tanto, en prosperidad. Habrá oscilaciones financieras y crisis, pero esto es la base. Lamentablemente, creo que no la estamos construyendo, o no lo estamos haciendo a la velocidad que tocaría.

«Si en España hubiera una actividad económica e investigadora de primer nivel muy conectada a IA, semiconductores, fotónica, nuevos materiales, biotecnología, yo diría: podemos estar tranquilos»

Eugenio Mallol.-Muchas empresas en sectores como los que citas germinan en nuestro país y tienen un cierto desarrollo hasta que llega el gran inversor internacional que les permite dar el salto. A partir de entonces, el centro de decisión, salvo excepciones, se va fuera. Hay ejemplos impresionantes como Biome Makers, que deslumbra al agrotech mundial y ha sido creada por dos innovadores vallisoletanos, o Multiverse Computing en el País Vasco, una referencia en computación cuántica. Algo falla con nuestra inversión en tecnología.

Xavier Ferràs.-Es justamente ese término que usas, el de germinación. Tenemos muchas veces las semillas que, de hecho, estamos sembrando con nuestros impuestos, porque hay un gran nivel de investigación pública pagada por los ciudadanos, pero no germinan porque no se ha creado el ecosistema, y la innovación requiere ecosistemas. Para nosotros dos puede ser normal y lógico, algo que entendemos y hemos estudiado, pero hay una gran parte del sistema de innovación que no cree en la necesidad de un ecosistema. Hay mucha gente que cree en un viejo paradigma, de hace 50 años, que reza que si haces investigación científica ese conocimiento se va a difundir en la economía. Recuerdo una imagen que utiliza el economista Paul Romer para hablar de cómo la ciencia ilumina a la economía y la sociedad: aparecen unos chicos leyendo a la luz del aeropuerto de Guinea Conackry, porque no hay electricidad en las casas. Esto es lo que los economistas llaman un bien no competitivo, porque la luz alcanza a todos. Esa idea aún impregna a nuestra economía, hay gente que dice que no hace falta hacer nada, en todo caso se puede incrementar la potencia de los focos. Pero esto no es así, ni mucho menos. Hay gran cantidad de efectos económicos que lo explican. Cuando esa persona tiene una patente que puede ser diferencial, cuando está iluminada, tiene que lanzarla al mercado y no encuentra financiación y se va a una entidad bancaria en España le pide que hipoteque su casa. En otros países sí hay ayudas e instrumentos específicos de apoyo a la innovación que permiten que esa semilla germine y se convierta en un árbol o una planta.

Eugenio Mallol.-En esto tiendo a echar la culpa, amigablemente, a nuestras grandes corporaciones, que muchas veces han vivido protegidas al operar en mercados regulados que ya de por sí limitan el acceso de la competencia. Eso les ha adormecido a la hora de fomentar este tipo de ideas que nunca ven como una amenaza y patentan poco.

Xavier Ferràs.-En esto se nos acumulan un conjunto de características, de problemas, de una idiosincrasia específica de nuestro ecosistema que hace que no encontremos esa dinámica que podríamos arrancar, porque tenemos todos los ingredientes de la receta, pero nos falta que alguien los ponga todos juntos y lo cocine. Muchas de las grandes compañías, de las que cotizan en el Ibex si quieres, tienen antecedentes de venir de sectores muy regulados. Tenemos compañías que han surgido de sectores poco tecnológicos y cuando hablas con ellas te dicen que no hacen falta políticas de innovación, porque “mira dónde estamos y nadie nos ha ayudado nunca”. Esto no es exactamente así, es la proyección histórica de un corte sectorial que probablemente ya no sea válido para el futuro. Sería bueno que tuviéramos otras realidades.

«Vivíamos en un paradigma según el cual vamos chupando rueda de EEUU y esto va a ser así para siempre. Pero esto no es el fin de la historia, sino el inicio de otra totalmente distinta»

Eugenio Mallol.-En el Plan de Recuperación tenemos que estar un poco alerta, porque es fundamental que el dinero sirva para generar innovación propia y no convertirnos en grandes clientes de los proveedores de tecnología de otros países, que son los que realmente pueden acabar siendo los grandes beneficiarios.

Xavier Ferràs.-Europa nos pide que con los Planes de Recuperación generemos tecnología propia. Van en la línea de que creemos esas plataformas tecnoindustriales en campos que pueden ser críticos para el futuro de la economía en los próximos años. Si no las generamos aquí, China y Estados Unidos se nos van a comer. Europa está muy preocupada porque hemos estado durmiendo durante 60 años. Hasta antes de la llegada de Trump era impensable para un europeo que Estados Unidos rompiera nuestra alianza histórica desde la Segunda Guerra Mundial. Vivíamos en un paradigma según el cual vamos chupando rueda de EEUU y esto va a ser así para siempre. Pero esto no es el fin de la historia, sino el inicio de otra totalmente distinta. Ahora Europa dice: “cuidado, que hay que competir en innovación disruptiva, hay que generar estas plataformas tecnoindustriales y ahí tenéis recursos para hacerlo”. Claro, pero nuestro organismo no está preparado para esta inyección de recursos tan bestia en tan poco tiempo. Va a ser una oportunidad única, quizás la última, pero va a ser muy difícil digerir estos fondos y convertirlos en ventajas competitivas.

Eugenio Mallol.-Dices que estamos entrando en la séptima ola de la innovación.

Xavier Ferràs.-Hace unos años escribí el libro Innovación 6.0 en el que explicaba la evolución histórica de la innovación. En eso momento pensaba que la innovación había llegado a la sociedad en seis olas: una tech push, que era la ola de la Guerra Fría, en el que un conjunto de grandes inversiones en I+D, muchas de ellas militares, se convierten en tecnologías que llegan a nuestras vidas; cuando el mundo se globaliza, llega la segunda ola, se cortan esas inversiones al caer la Unión Soviética, se abren los mercados y se inicia la era del marketing, innovar era entender al cliente; la tercera ola arranca cuando las escuelas de negocio nos damos cuenta de que no era suficiente el I+D y el marketing si no están coordinados y no se sincronizan todas las piezas de la empresa; la cuarta va más allá de la empresa y se fija en toda la cadena de suministro, porque si tu proveedor no es suficientemente innovador probablemente tu cliente perciba que no tienes una alta calidad; la quinta ola llega con la máxima globalización, a principios de los 2000, cuando el mundo es plano; pero eso no fue del todo así, y llegó la sexta ola, la de los ecosistemas, ese entorno que necesitas para que germinen tus semillas, la innovación abierta es cierta, pero los proyectos complejos se cuecen mejor en la proximidad, y vimos emerger a Israel, a Finlandia, al Sur de Alemania. Para mí la séptima ola supone que ahora la innovación va de deep tech, de tecnologías profundas. Con la nueva Guerra Fría vamos a reeditar un poco la primera ola, con inversiones masivas en este tipo de tecnología profunda que puede habilitar actividades industriales de primer nivel.

«La pyme va a jugar mucho, pero sola no va a poder hacerlo. Eso no ha pasado en ninguna parte del mundo. O la apoyamos con políticas activas, o realmente donde no sea así se quedarán atrás»

Eugenio Mallol.-Se habla mucho de cómo puede cambiar el panorama de las pymes por la democratización del acceso al software y al hardware libre, y la facilidad de que generen sus propios desarrollos. Me queda la duda de si en esto que comentas acerca de la ola deep tech entrarían las pymes o sería precisamente una reacción a esa mayor accesibilidad de determinadas tecnologías.

Xavier Ferràs.-Las pymes tienen que desempeñar un papel importante, el problema es que son demasiado débiles para hacer un cierto nivel de desarrollos tecnológicos. O se agrupan y clusterizan, y se les apoya mediante instrumentos específicos como los centros tecnológicos. Los Fraunhofer alemanes son el modelo de excelencia, instituciones creadas para trabajar por y para pymes. No para hacer investigación de lo que les parezca bien, sino que están financiados públicamente para incrementar la competitividad de las pymes alemanas y eso explica en parte el modelo exportador y de éxito alemán. Por tanto, pymes sí, pero clusterizadas, apoyadas con instrumentos públicos y con un cierto nivel de democratización. No sé si tanto a nivel de microelectrónica, pero a nivel de inteligencia artificial sí va a llegar a todas partes, como lo hizo internet, todos lo van a utilizar. En todo este entorno, la pyme va a jugar mucho, pero sola no va a poder hacerlo. Eso no ha pasado en ninguna parte del mundo. O fomentamos que esto pase, con políticas activas, o realmente donde no sea así se quedarán atrás.

Eugenio Mallol.-Hilando estas dos ideas sobre la importancia del deep tech y cómo fomentar a la pyme, está la visión de que se impone la economía de los componentes, en la que quizás no es tan decisivo atraer un fabricante OEM como unos buenos Tier 1, Tier 2 o Tier 3, que sean competitivos e incluso en un momento dado pueden marcar el paso.

Xavier Ferràs.-La economía que va a venir no será una economía de sectores, sino de tecnologías, y quien las controle se va a llevar el gato al agua. Eso lo hemos visto en muchos casos históricos, quizás uno de los más famosos sea el de los ordenadores: no es tan importante quién fabrique el ordenador, porque eso al final tiene un valor añadido bajo, sino que quien se lleva el gato al agua en términos de margen y beneficio es Microsoft o Intel. IBM creó la arquitectura del ordenador dominante durante 30 años, pero tuvo que salir, porque quien realmente controlaba ese negocio eran los proveedores. Apple externaliza la manufactura, pero la ingeniería la controla muy de cerca no sea que un proveedor tenga más poder que la compañía. Al final, esa economía de tecnología y de proveedores sí va a ser importante. Lo más relevante no es tener el fabricante final, sino quien controle la tecnología estratégica de ese negocio.

Eugenio Mallol.-Una última cuestión clave. Soy un directivo de empresa y no me da la vida para fijarme en más de tres tecnologías. Le digo a mi CIO que no me suelte rollos, que me diga tres tendencias a las que tengo que estar atento.

Xavier Ferràs.-Una tecnología de uso común que va a llegar a todas partes es la inteligencia artificial, yo le diría en primera instancia que hay que estar atentos a los desarrollos en este campo. Y seguramente de forma complementaria a los desarrollos cloud, a cómo la inteligencia artificial me va a llegar a través de la nube y cómo puedo hacer para que esto sea así. Y en tercer lugar, qué estrategia de datos tengo. La inteligencia artificial va a llegar a cualquier compañía con un cable de inteligencia de terceros, lo hará vía cloud que es donde volcarás tus datos para entrenar a un algoritmo, por lo que tienen que estar muy bien trabajados, debes tener una buena estrategia en calidad y cantidad de datos.

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