Ucrania y el ‘tractor’ de Nils Davey

Una anécdota aparentemente menor, como que el premiado ilustrador de Los Angeles Nils Davey haya realizado una creación en exclusiva para ATLASTECH REVIEW, sirve al autor para reivindicar que la colaboración a escala global debe incorporarse a la cotidianeidad de las pymes
Eugenio Mallol
22 de marzo de 2022 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Ucrania y el ‘tractor’ de Nils Davey

Andaba yo buscando una imagen para la portada de ATLASTECH REVIEW, pero ninguna me convencía. Muchas fotografías de robots agricultores, sí. Tenían el doble inconveniente de estar ya muy vistas y de no plasmar bien el mensaje de fondo de este suplemento, que es el de que la tecnología no es estrictamente el problema, sino cómo escalarla. Y conforme acumulaba yo robots en distintas tareas del campo, mi mente volvía una y otra vez a la ilustración de Nils Davey para Investor’s Business Daily. Magnífica. No podría encontrar ninguna mejor. Así que decidí escribirle.

Veamos. Nils Davey no es un ilustrador cualquiera. Vive entre Los Angeles y Londres, ha ganado diversos premios como director creativo, fotógrafo, diseñador de interiores y estratega de imagen. En su web aparecen modelos de moda, jugadores de la NBA, portadas de LCD Soundsystem, carteles de película y actrices como Sarah Jessica Parker muy sonriente en las estancias de su apartamento (que imagino habrá decorado Nils) en And Just Like That… continuación de la famosa Sexo en Nueva York. Es fundador de la agencia PBC y previamente de la laureada Binary & The Brain. En fin, señoras y señores, Nils Davey.

Me contestó inmediatamente. ¿Que si quería usar su imagen? Tenía una idea mejor: si le daba las dimensiones de la portada, haría una adaptación en exclusiva para ATLASTECH REVIEW. Casi de inmediato nos la había remitido. De vuelta, recibió una imagen del equipo celebrando su contribución y una invitación a visitarnos a España. “haha amazing! Enjoy!”, fue su despedida.

En la invasión criminal de Ucrania ordenada por Vladímir Putin, Rusia sólo tenía una baza a la que agarrarse (aunque calculó mal, nunca ha dispuesto capacidad económica ni de tiempo suficientes para poder jugarla): la fortaleza de su sociedad frente a la de las potencias occidentales. ¿Serían los rusos más tolerantes al sufrimiento que los europeos y norteamericanos? Esa era sin duda una de las claves de una crisis complejísima que tardaremos mucho tiempo en alcanzar a comprender y que va a cambiar el mundo.

Afortunadamente, todo indica que la situación no se tensará hasta el extremo de averiguar quién tolera mejor las penurias entre las capas más vulnerables, pero las grandes compañías y los aparatos de los Estados occidentales sí han mostrado una enorme fortaleza. No resiliencia: fortaleza. La que tiene su origen en la colaboración.

Frente a dinámicas aislacionistas, disyuntivas, de suma cero, asíncronas, como las que alimentan las estrategias maximalistas de Putin, la grandeza de la sociedad occidental es la de la colaboración. A veces en anécdotas aparentemente insustanciales y mínimas como la de Nils Davey.

Nuestro gran salto adelante como país debe ser que la colaboración a escala global se integre en la cotidianeidad de las empresas. No siempre nos encontraremos a gente tan amable como Nils, pero si lo hacemos tocaremos la excelencia.

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