Innovar para hacer qué
En el estreno de su columna 'Algoritmia y Violín' en ATLASTECH REVIEW, el autor recupera uno de los temas recurrentes de la última década, el de identificar la voz propia de España en la revolución tecnológica y propiciar que nuestro país se convierta en un espacio en el que 'ocurren cosas'
Transformación de la factoría de SEAT, de producir coches a respiradores. / SEAT
Cada vez que mi Algoritmia y Violín ha cambiado de ‘casa’ he arrancado la nueva andadura con un artículo titulado exactamente así: “Innovar para hacer qué”. Sería posible incluso cumplimentar ya un cierto itinerario siguiendo de la evolución de la respuesta a esa pregunta. Seguro que extraeríamos conclusiones. A lo largo de la última década hemos podido comprobar cómo la llamada a transformar el mundo, desde la aplicación, vía tecnología, de los avances científicos, se adueñaba poco a poco del discurso público en nuestro país, tan poco dado a transferir ni a sacar a nadie de su ámbito de confort.
Hoy resulta de lo más mainstream hablar de innovación. Quizás porque, como es habitual en España, hemos acabado pasándonos de frenada y confundiendo estrategia de transformación de modelo productivo con palanca de marketing para propiciar la revalorización rápida de activos. Invito a hacer seguimiento de la información sobre inversión en startups publicada en los medios económicos de nuestro país las últimas dos semanas, y a encontrar dos datos clave: facturación y beneficio neto. No aparecen. «Cuando veas que las empresas recurren una y otra vez a los inversores en busca de financiación sin obtener beneficios, es posible que en realidad no sean negocios; es mejor considerarlos como instrumentos financieros”, dice Tim O’Reilly en el artículo que os proponemos en nuestro Radar Premium.
Somos el país con mejores infraestructuras digitales, estamos en el grupo de cabeza en publicaciones científicas, nos encanta adelantarnos en reformas sociales, sembramos de aceleradoras, incubadoras y premios para startup nuestra piel de toro, organizamos grandes reuniones para anunciar planes estratégicos y libros blancos y PERTES que nunca llegan… pero aún no hemos respondido, con voz propia, a la pregunta: innovar para hacer qué. En qué queremos posicionarnos en el futuro como un espacio de referencia en el que ocurren cosas. No te engañes, lo he hablado con científicos españoles de primer nivel en las principales universidades del mundo y el mayor obstáculo para su retorno a España no es el salario, sino la motivación.
Es impresionante analizar desde esta óptica los datos del European Innovation Scoreboard. Solo un país como España puede cohabitar al mismo tiempo los extremos de la excelencia y de la mediocridad, tan ricamente y sin inmutarse, y volver la mirada al planeta para plantarle un soberano olé!
Tras muchas conversaciones he llegado a la conclusión de que la pregunta «Innovar para hacer qué» está relacionada con la cuestión del liderazgo. Durante unos instantes, la pandemia desató una ola de coinnovación desconocida en España, a la que se sumaron centros de investigación, departamentos universitarios y empresas. Aparecieron líderes. Teresa Riesgo en el Ministerio, directivos, investigadores, David Cuartielles con Arduino a la cabeza, SEAT, un sentido compartido de urgencia movilizó recursos. ¡Marketing al servicio de la innovación y no al revés! ¿Innovar para hacer qué? Respuesta: un país.