“El Arte en Carne”, un concepto elaborado con tiempo y mimo por El Capricho de José Gordón

Jiménez de Jamuz es un pequeño municipio cercano a La Bañeza, en León. Como cada territorio sostiene su propia gastronomía, artesanía y también tradición. Sin embargo, en la actualidad posee un atractivo que ha situado al pueblo como una parada obligatoria para los paladares más exquisitos. En la entrada del propio municipio y antes de llegar al río, se encuentra localizado El Capricho de José Gordón, la empresa encargada de la elaboración y distribución de productos cárnicos, donde llevan años observando, comprendiendo y entendiendo una industria no como un proceso, sino como un arte, el “Arte en Carne”.

José Gordón, su propietario, convirtió una de las tradicionales bodegas subterráneas que abundan en la zona, excavada por su abuelo, en un templo de la carne. Hoy en día el Grupo El Capricho está compuesto, además del restaurante, por una explotación ganadera en régimen extensivo, una industria cárnica y un pequeño hotel rural, llamado Hospedaje Doña Elvira. A la colección, se ha adherido recientemente una nueva creación que recrea el origen del espacio, las Bodegas Gordón, ofreciendo vinos del Valle del Jamúz, tal y como hicieron varias generaciones pasadas.

El Capricho se distingue por tener como especialidad la carne roja de buey. “En mi mundo-buey, intento escapar de lo convencional en busca de la esencia, que nos traslada a nuestros orígenes. Hoy, que hemos perdido tantas cosas, el buey de alguna manera nos inspira con su curiosidad, nobleza y la lentitud de su caminar “, afirma José Gordón, propietario de El Capricho.

Y es que su maestro asador, es un apasionado de lo auténtico, de la tradición, de su trabajo, de sus animales y de su tierra. José Gordón dedica su tiempo a viajar por toda la Península Ibérica en busca de los mejores ejemplares de bueyes, contribuyendo a que algunas razas autóctonas se sigan produciendo y no se extingan. Y los traslada a un espacio natural y limpio de ruidos. Por ello, el propietario se considera pionero en el arte de la maduración concibiendo ésta como un proceso individualizado, entendiendo a cada animal como único e irrepetible.

La empresa se sustenta atendiendo a varios pilares. En primer lugar, un origen que se remonta a un viaje a la Galicia profunda donde Gordón descubrió su pasión por dar con el buey correcto y su crianza en el lugar perfecto. La familia compone otra baza indispensable del negocio, y es que, El Capricho constituye un lugar para el encuentro, el recuerdo y el disfrute. El alrededor que decora la situación de la empresa, los paisajes que alimentan a sus animales, en definitiva, la tierra que los acoge confecciona otro de los diferenciales del negocio.

Entre sus secretos mejor guardados destacan también: el tiempo, el fuego y, sobre todo, el legado, y es que, tras el camino recorrido, El Capricho pretende trabajar para compartir más allá de sus puertas todo ese conocimiento con el fin de contagiar a otros el respeto por el pasado, el medio ambiente y la búsqueda de lo auténtico, marcando como objetivo el hecho de intentar que el proyecto perdure.

El Capricho elabora un producto diferenciador, un resultado fruto del compromiso con la excelencia, el arraigo y el respeto de los procesos artesanales, aplicando una exhaustiva trazabilidad y los más altos estándares de control de calidad. En definitiva, una pasión levantada año tras año que ha compuesto un proyecto asentado en el corazón.