Sánchez se reúne en Davos con los que le escriben los informes

La falta de canales de interlocución directa entre la Administración y el tejido medio empresarial es un componente claro de mejora en nuestro país, según el autor, que advierte del excesivo peso de algunas grandes corporaciones en el diseño de las políticas relacionadas con la innovación tecnológica y de la necesidad de impulsar en España la diplomacia científica
Eugenio Mallol
22 de enero de 2023 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Sánchez se reúne en Davos con los que le escriben los informes
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, espera su momento para intervenir en el Foro de Davos. / WORLD ECONOMIC FORUM / Faruk Pinjo

Haz la prueba. Es una experiencia muy habitual entre los científicos, pero aplica a la mayoría de sectores empresariales en los que la tecnología tiene un peso sustancial. Así que, si acudes a algún foro internacional y crees que vas a tener que tomar postura en representación de nuestro país (por ejemplo, se decide la junta directiva de un hub tecnológico y hay que buscar aliados para promover candidatura, o se está redactando un informe y se tiene que conseguir que contenga lo que nos interesa por estrategia de país), la mayoría de las veces simplemente porque estás ahí, haz la prueba: pregunta en el Ministerio de Economía o en el de Exteriores, cuál es la posición de España al respecto. La respuesta más repetida, según muy variados testimonios, es: “haz lo que consideres más adecuado”.

No andamos muy fuertes en lo que se llama diplomacia científica, lo he comentado en alguna ocasión. El único agarradero al que se puede recurrir es a algún plan nacional o libro blanco de esos que proliferan últimamente al olor de los fondos europeos del Plan de Recuperación. Verdaderamente no aparece una estrategia sobre cuáles son nuestros países aliados en tal o cual ámbito científico-tecnológico, quién debería pujar por ocupar puesto en el comité de dirección de una organización internacional, por qué infraestructuras vamos a pujar o cuáles deben ser nuestras reivindicaciones prioritarias. Solo hay que leerlos, invito a ello.

Se nota que otros gobiernos, en especial los del Norte y Este de Europa, pero también ha ganado enteros Portugal recientemente e Italia domina ese arte en algunos ámbitos como el agroalimentario, saben preparar mejor que nosotros su actividad en esos foros para tejer alianzas y buscar las mejores posiciones.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha acudido al Foro de Davos que organiza el Foro Económico Mundial insuflando aire a esa burbuja-espejismo de competitividad en la que vivimos instalados. No lo olvidemos, que somos muy dados a ello: la mayor parte de nuestra actual capacidad de inversión para atraer y promover actividad económica es prestada. Por eso, una cosa es venderse, que es lo que toca en estos foros, y otra que las cancillerías internacionales se traguen tan fácilmente lo que se proyecta cada día en el telediario español.

De momento, nueva reunión del PERTE de los microchips esta semana y la cosa sigue igual de “verde”: poco personal y pocas ideas del lado gubernamental, a la espera de gran ese anuncio de inversión que se va retrasando, pero que se mantiene en pie y lo blanqueará todo. Como la planta de Volkswagen en Sagunto ha hecho en el caso de PERTE del coche eléctrico.

¿Has probado a llamar a Talavera de la Reina, sede del flamante hub español de la federación de nubes europeas Gaia-X, para que te pongan al teléfono con el responsable de la cosa? Mientras los ministerios de Finanzas alemán y francés, impulsores y pagadores de la iniciativa en sus inicios, han dado un paso al lado, en nuestro país nada se mueve sin que intervenga la SEDIA del Ministerio de Economía. Que no se diga. Y así vamos de retrasados.

Sánchez se ha reunido en Davos con los principales directivos de grandes corporaciones españolas, dicen que a regañadientes, y globales. Y es ahí donde quería llegar. El entorno regulatorio hace muy complicado que se impongan en nuestro país las soluciones más eficientes, o al menos con la velocidad que se requeriría, en sectores como la energía, las finanzas, las infraestructuras, internet, la microelectrónica, los centros de datos o las telecomunicaciones (ay, ese diletantismo en el 5G: ahora toca desprenderse de todo rastro de Huawei, ¡estamos en la OTAN!). Pero hábilmente el principal tema que nos preocupa a todos, según ha trascendido, es solo el de la fiscalidad.

Para evitar vacíos de argumentario como los que se dan en la diplomacia científica, nuestras principales compañías llevan décadas depurando su modelo de influencia en la toma de decisiones de la Administración. La mejor actividad de lobby es la que no se ve, ese es un principio esencial.

A los gigantes nacionales y globales, que hace tiempo que están en todas las salsas, les sobra equipo técnico y recursos para echar una mano en los distintos Ministerios y para dejar su impronta en el trabajo de los principales think tanks y centros de generación de conocimiento aplicable al sector tecnológico. Incluidas también, obviamente, las escuelas de negocios, que los gráficos son muy sufridos, y sin lugar a dudas la mayor parte de las patronales y cámaras. Esto es bien sabido y asumido.

El problema de raíz es la falta de interlocución entre el tejido medio empresarial innovador de nuestro país y los dirigentes del sector público. Hay demasiados intermediarios con intereses ajenos de por medio. Un asunto que tiene, sin duda, componentes culturales: el científico Manuel de León y el exCIO de Repsol y cofundador de Talantia, Fernando Temprano, coincidían en una mesa que tuve la fortuna de moderar en la necesidad de que en España se puedan decir las cosas claras a la cara de los dirigentes públicos. No se hace, no, como periodista me he quedado más de una vez colgado de la brocha cuando un dirigente empresarial negaba ante los micrófonos lo que me había afirmado y pedido que publicara en privado.

Pero hay también un componente de falta de canales institucionales adecuados para hacer llegar la información de forma efectiva e imponer la mejor solución. Si la mejor manera de ocultar un dato es sepultarlo bajo una montaña de información aplicando una transparencia radical, la mejor de cerrar un debate es convocar a muchos actores cuando la decisión ha sido adoptada de antemano… con un informe ad hoc. En nuestro país no rige el principio de una empresa un voto, no todos los argumentos tienen el mismo peso.

Si así hubiera sido, quizás no se habrían cometido tantos errores de partida en los PERTE del coche eléctrico y los microchips, ni en el diseño del hub español de Gaia-X. Lo dicho: Sánchez se reúne con los que le escriben los informes. De nuevo.

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