Adiós al innovador heterodoxo Juan López Trigo, una figura clave para toda sociedad
Fallece el expresidente de la Fundación Cañada Blanch, cuyo perfil de conector entre el mundo de la empresa, el de la investigación y el del conocimiento debe potenciarse en todas las sociedades, son esos innovadores heterodoxos los que, a juicio del autor, contribuyen a dinamizar un ecosistema
Juan López Trigo. / Fundación Cañada Blanch
La última llamada que recibí de Juan López Trigo me pilló en Lanzadera. Acababa de producirse la negativa de Ford a aceptar los 106 millones de euros que le ofrecía el Gobierno español, como incentivo a cargo de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Ese dinero de otros nos ha sumergido en el espejismo de competitividad en el que vivimos instalados últimamente. Y desde esa desfiguración edulcorada de la realidad, que (lo siento) es mucho menos divertida, concurriremos a las elecciones generales. Dopados. Nadie protesta, natürlich, mientras haya para todos. Gracias Úrsula.
Le comenté a López Trigo la reunión del presidente de Ford con analistas en la que se ponía de manifiesto la divergencia entre lo que el Gobierno había pergeñado para el Perte del Vehículo Eléctrico y Conectado y el estallido digital en el que vivía instalado el sector. Algo de lo que había advertido infructuosamente el presidente de AMETIC, Pedro Mier, en la mismísima Moncloa.
Y convenimos en que no había ningún experto de referencia en España que diera credibilidad al anuncio de 11.000 millones de euros en inversiones para fabricar chips formulado por Pedro Sánchez. Confirmado un año después. Había tanto potencial por impulsar en fotónica que era una lástima perderse en distracciones. No había mucho a lo que agarrarse, tampoco por el lado de la oposición, ni de la sociedad civil. De esas cosas nos entretenía hablar. Hoy probablemente comentaríamos el sainete de Tesla.
El motivo de la llamada de Juan López-Trigo era que había comenzado a trabajar con el catedrático de Geografía Económica de la London School of Economics y director del Cañada Blanch Centre de la LSE, Andrés Rodríguez-Pose, en una idea. Curiosamente, yo llevaba tiempo detrás de él, movido por la pura admiración, hasta que logramos coincidir en una de sus visitas a València y pudimos conversar para Atlas Tecnológico. De modo que poder participar en una iniciativa con ambos, o al menos sólo el hecho de que Juan me la comentara de antemano, me parecía una oportunidad fabulosa.
Lo que llevaba entre manos era crear un verdadero grupo de prospectiva, con una base potente de reflexión centrada en la innovación de base científico-tecnológica, probablemente bajo el paraguas de una cátedra en la Universidad Politécnica de València. Excelente idea. Ambos estábamos de acuerdo en la importancia de la tecnología en el emprendimiento, frente a la tendencia dominante que difunde el mantra de que la clave son las habilidades personales de los promotores de startup. Talento hay en todos los países del mundo, pero acceso a la tecnología, al conocimiento y un entorno adecuado para desplegar la innovación, no. Había que arrancar el proyecto y buscar patrocinadores.
Juan López Trigo nos acaba de dejar. No quiero poner en su boca ideas atribuidas sin consentimiento. Así que todo lo que puedo decir proviene de una perspectiva estrictamente personal. Mi impresión es que tuvo la capacidad de pensar a lo grande y de posicionarse como un conector de talento en una tierra que lleva décadas instalada en lo que se conoce como la cabotà. El equivalente en castellano de esa palabra podría ser aquiescencia (cabotà sería como un gesto de aceptación con la cabeza). Fue, en ese sentido, un heterodoxo ligado a la innovación.
València era el centro de la comunicación en español de información sobre innovación a nivel mundial (ya no), y Juan lo sabía y lo apreciaba. Él era una puerta abierta a la realidad de la empresa y al conocimiento. De modo que supimos ver muchas opciones atractivas de complementariedad. Trabajó en Sperry Univac y Siemens-Nixdorf, ha localizado talento para Boyden, ha sido presidente de la Fundación Cañada Blanch y patrono de la Fundación Conexus, entre otras ocupaciones.
Su trayectoria pone de relieve la importancia para una sociedad de ese perfil de innovadores heterodoxos volcados en conectar. Que haya fundaciones y organizaciones que les den cabida y ayuden a perfiles como el de Juan López Trigo a desplegar todas sus capacidades es un síntoma de salud intelectual de la sociedad. Que no se pierda esa energía. Descanse en paz.