Retos de la Industria 4.0 en Europa
La transformación digital de la compañía debe estar en la agenda del CEO, según el autor, que insta a situar al cliente en el centro, a pensar a largo plazo, adquirir y retener talento, implantar la cultura de la colaboración y vigilar la ciberseguridad
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La revolución industrial del siglo XXI mejorará las operaciones de negocio, los productos, la cadena de suministro y las expectativas de los clientes.
Un reciente estudio de la consultora Roland Berger muestra cómo la industria genera el 80% de as innovaciones en Europa y el 75% de las exportaciones. No obstante, en los últimos 10 anos se ha producido una fractura entre aquellos países que han mantenido sus niveles de industrialización (como Alemania) y aquellos otros que han decrecido (como España).
Esta transformación digital no sucederá de forma natural y su velocidad es superior a la de las empresas y las personas. Son muchos los retos que Europa afronta en esta revolución, pero entre todos ellos me gustaría destacar liderazgo, talento, acceso y seguridad.
El primer reto de la Industria 4.0 es que la transformación de la compañía debe estar en la agenda del CEO. Se puede cometer el error de asociar la Industria 4.0 a robots u otras optimizaciones tecnológicas de la producción industrial, pero el verdadero objetivo de esta transformación es satisfacer mejor las necesidades del cliente. El cliente debe estar en el centro y alrededor se va a desarrollar un nuevo modelo de negocio.
Explorar esas oportunidades requiere de significativas inversiones con retornos poco claros por lo que es necesario que la dirección de la empresa tenga esto en su agenda y además tenga el tiempo y la capacidad de pensar y decidir no solo en el corto plazo pero también en el medio-largo plazo. Un buen líder no necesariamente es aquel capaz de predecir lo que ocurrirá en 10 o 15 años, sino quien identifica y trabaja sobre los problemas y oportunidades del presente para crear las plataformas y capacidades organizativas que le permitirán tener éxito en el futuro.
El segundo reto es la falta de talento o personal cualificado. Existe una brecha de competencias generada por la aceleración tecnológica que complica la posibilidad de aprovechar al máximo las ventajas ofrecidas por esas mismas tecnologías.
No es necesario un totalmente nuevo personal. El éxito estará en la combinación de adquirir y retener nuevo talento con las habilidades necesarias, junto con la formación de sus actuales trabajadores.
·Referente al nuevo talento, la falta de él es el gran problema de España y si no hay una apuesta firme por la formación, no será posible afrontar los restos de la transformación digital. España tiene una desventaja competitiva en Europa debido a la falta de conexión ente la formación y las necesidades empresariales. Por un lado tenemos una proporción de universitarios superior a la media europea, por el otro, 3 de cada 10 jóvenes activos como mucho han superado la ESO. En Europa son 1 de cada 10 y ese 20% de diferencia está ocupado por personas con un perfil de FP.
·Se estima que de aquí a 2025 unas 46 millones de oportunidades de trabajo (de un total de 107 millones) en Europa serán para puestos altamente cualificados. En particular, la demanda de Ciencias, IT, Ingeniería y Matemáticas crecerá un 8%. Además, por bajas y jubilaciones, se liberarán más de siete millones de puestos de trabajo en esos ámbitos. Un espacio enorme que está quedando desaprovechado.
Respecto a la formación de nuevos trabajadores, las empresas deberán implementar programas de capacitación. En 2019, las empresas alemanas invirtieron 12.400 millones de euros en tecnología pero solo 1.200 millones de euros en formación y educación para conseguir gente con conocimientos digitales.
Para 2030, un tercio de los actuales puestos de trabajo podrían estar automatizados y eso va a producir un cambio en las tareas que desempeña hoy en día cualquier persona tanto en las líneas de fabricación como en las áreas de gestión. Es evidente que habrá perfiles profesionales que desaparecerán, pero surgirán otros que hoy no existen. La inmensa mayoría de personas van a tener que reconvertirse profesionalmente para adecuarse a estos nuevos puestos que surgirán con el cambio de paradigma.
Y en esta reconversión una habilidad critica es la flexibilidad cognitiva, porque saber aprender es hoy incluso más importante que lo que ya se sabe hacer. Y es que nos enfrentamos a un cambio de paradigma, donde además de sus conocimientos técnicos, los empleados tengan otras competencias para trabajar en equipo en entornos laborales más tecnológicos y dinámicos en lugar de jerárquicos y estructurados por lo que se necesitan principios más colaborativos, de aprendizaje, comunicación, autogestión y también de proactividad.
En la actualidad, el verdadero desafío no es tener buenas ideas o reunir a los capitales para realizarlas, sino atraer y retener a los mejores talentos. Formados o para formar. Y las empresas deberán tener verdaderos “líderes tecnológicos” que puedan ayudarlas en su camino, aportándoles metodología, conocimientos tecnológicos y capacidad de gestión de proyectos, evitando así que se queden atrás en una carrera que no ha hecho más que empezar y a la que le queda un largo recorrido.
El tercer reto es el acceso completo a capacidades que permiten a las empresas poder progresar a través de crear una cultura de colaboración. No hay discusión que las grandes multinacionales tienen acceso a las nuevas tecnologías. Todos los días podemos leer ejemplos en grandes empresas de automoción u otros lideres mundiales como Adidas, que ha creado la fábrica inteligente Adidas Speedfactory, que fabricará 500.000 zapatillas al año con un alto grado de personalización únicamente con robots y diez operarios cualificados.
Iniciativas como Atlas Tecnológico son necesarias para que el resto de las industrias y empresas de infraestructuras tengan oportunidad de incluir la digitalización en su estrategia. Se deben crear ecosistemas donde las empresas tengan acceso a las capacidades tecnológicas e industriales que les permitan un integración tanto horizontal como vertical y que maximicen el valor tanto en presente como futuras inversiones.
El cuarto reto es la ciberseguridad. Y es que según muchos informes, la pandemia ha llevado a una incremento masivo de ciberataques. Daniel Newman, en un articulo en Forbes, afirma que sólo de enero a abril de 2020, hubo un aumento del 238% en los ataques a los bancos y un aumento del 600% en los ataques a servidores en la nube. Esto ayuda a destacar cómo el crecimiento exponencial de los ciberataques continuará impulsando la tendencia de la ciberseguridad en todas las áreas, y eso incluye la fabricación.
Si bien la ciberseguridad no es nada nuevo en entornos industriales, la digitalización en la fabricación ha traído consigo sus propios desafíos únicos. Los sensores, dispositivos e implementaciones de internet of things conllevan nuevos riesgos de seguridad. Las operaciones deben ser «abiertas» para conectarse con nuevos sistemas y dispositivos, y esto proporciona otro conjunto de riesgos de seguridad. El problema se ve agravado por el hecho de que los conceptos de seguridad estándar y las herramientas que se desarrollaron para Tecnología de la Información no necesariamente funcionan para las nuevas tecnologías de las operaciones, que requieren ser adaptadas para asegurar la seguridad de componentes y dispositivos.
En resumen, esta revolución industrial a diferencia de anteriores, que estaban muy focalizadas a reducir costes, tiene un enfoque más amplio en la creación de valor y para ello el cliente siempre está en el centro de todo. Ya sea tanto creando valor añadido en los productos, conectando la planta industrial con el punto de venta o estudiando y analizando toda la información proveniente de las cadenas de producción usando esos datos para mejorar la producción, distribución y postventa. Y en ello, la Industria 4.0 se enfrenta al reto de dejar de ser una manera de innovar y experimentar en las empresas para pasar a integrarse en su estrategia. Actualmente las grandes empresas manufactureras del mundo son conscientes que tienen que apostar por la Industria 4.0 y la transformación digital para ser competitivos, la principal oportunidad en Europa es asegurar que los que todavía no se han dado cuenta o podido puedan aprovechar este cambio antes de que sea tarde.
José Manuel Sánchez Pedregal es Executive Director of Operations en MSA The Safety Company