La economía del Lince
Estamos en la clausura del #CollaborateSummer42 y en el balance final del evento se pone de relieve que el éxito alcanzado en sus 20 ediciones se debe, según visualiza el autor en este ensayo futurista, a haber conseguido un nuevo nivel sin precedentes en la escala de la colaboración, una inteligencia colectiva que ha permitido dar impulso a la economía del lince
El lince ibérico (Wikipedia).
21 de junio de 2042
Sobre el escenario, Pablo está a punto de dar comienzo a su intervención. El encuentro #Collaborate, que a lo largo de los últimos veinte años, ha ido transformándose y extendiendo su alcance, es hoy una referencia internacional. En primera línea aguardan la intervención del fundador algunas personalidades destacadas. La cara más conocida es seguramente la de Elon Musk. Nadie podía pensar en 2022, cuando se celebró el primer #CollaborateSummer22, que un alcance semejante era ni remotamente posible. Salvo Pablo. Elon y Pablo son de la misma edad, durante la mayor parte de su vida jugaron en dos ligas muy diferentes. Elon en la élite del capital en los Estados Unidos. Pablo en la segunda o tercera regional de una nación que en 2022 llevaba veinte años disparándose tiros en los pies. Pero Pablo tenía un sueño.
“Dejadme que os cuente mi sueño”
La industria 4.0 había sido su inspiración. El concepto se acuñó en 2011 con nombres diferentes en dos de las economías dominantes, Estados Unidos y Alemania, que veían con preocupación el ascenso imparable de China, y anticipaban una creciente pugna geoestratégica. La industria 4.0 era una llamada a la acción. Las posibilidades de la tecnología eran casi indescriptibles, pero ¿cómo materializarlas? ¿cómo capturar su valor? Los sueños son siempre imprecisos, y en su neblina a menudo se confunden la percepción nítida de un futuro posible con la fantasía. En el año 2015, Pablo fundó FOM, la empresa que debía ser el instrumento para dar forma a su sueño. Aprovechar el impulso de la industria 4.0 para reinventar la economía del país. Hoy por supuesto ya nadie habla de industria 4.0. De lo que todo el mundo habla hoy es de la economía del lince.
El concepto no es más que una oportuna adaptación, inspirada por la fauna local, de la economía del tigre, la economía de un país que experimenta un rápido crecimiento económico, acompañado de un aumento en el nivel de vida. El término se usó por primera vez para los cuatro tigres asiáticos: Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur. El tigre es un símbolo de la cultura asiática. En 2022, el lince ibérico era el felino más amenazado del planeta y el único listado en la Categoría 1 de la Lista Roja de Especies de la IUCN. La población del lince ibérico se reducía a poco más de 1.000 ejemplares, repartidos en pequeñas áreas del suroeste de la península ibérica, principalmente el Coto de Doñana y Sierra Morena. En la tercera década del siglo XXI, el lince ibérico y la industria en España iban de la mano camino de la extinción.
Pero la economía del lince es hoy, veinte años después, el símbolo más cercano y evidente de lo que algunos aún insisten en etiquetar como milagro industrial. Desde luego que, cuando se compara, con el desarrollo medio de los estados nación que continúan secuestrados por autocracias y gobiernos presuntamente democráticos pero capturados por la lucha de poder partidista, la burocracia y la incompetencia, el desarrollo que da comienzo en España en 2029 y se ha mantenido durante más de una década, podría interpretarse como un auténtico milagro. No lo es. En economía no existen los milagros. Solo existe una dinámica compleja que es necesario entender. La esencia del milagro económico es atrapar una ola de crecimiento económico global y dejar que proyecte a su país de un punto mínimo hasta un pico[1]. Como en el surf, capturar esa ola implica entender y anticipar el movimiento de la marea, y luego, saber mantenerse firme sobre la tabla.
Cualquiera que conozca en detalle o haya vivido los años previos al boom de la economía del lince, es perfectamente consciente de que nadie hubiera apostado nada por una revolución como la que ha tenido lugar. El país llevaba décadas inmerso en un debate político estéril, nacionalismos, populismo, polarización, incompetencia. Arreciaba el debate sobre el cambio de modelo energético, pero nadie se lo tomaba demasiado en serio. Nadie anticipaba, por supuesto, las devastadoras consecuencias que traerían la pandemia de COVID-19 o la guerra de Ucrania, la voraz pugna geoestratégica por el control de tecnologías claves como la IA o la robótica, y de la manufactura. Cadenas de suministro rotas, inflación galopante y una deuda pública insostenible. Nadie a comienzos de 2022 habría sido capaz de dibujar el mapa político de Europa y Asia en 2042. Hoy Rusia es un pequeño país que renace de las cenizas y el vacío que ha dejado se lo reparten los países del mar Báltico, Ucrania por supuesto, India y China. Los países, el estado nación, todo el mundo lo tiene muy claro, tiene sus días contados. En su presentación, Pablo nos recuerda que España ya vivió un milagro económico que se inició mucho antes de que ninguno de los asistentes hubiera nacido. Fue durante la última etapa de la dictadura franquista, entre 1959 y 1974, con crecimientos del PIB que llegaron al 10% en 1960-62. La industria del automóvil fue la gran ola del aquel distante milagro español. Desde 1958 a 1972 creció a una tasa compuesta anual del 21,7%. En 1946 había sólo 72.000 coches particulares en España, pero en 1966 había más de 1 millón. En 2022 el perfil de la industria española seguía trazado con precisión por aquella vieja revolución. Y como Ezequiel Navarro destacó durante la clausura de aquel primer #CollaborateSummer22, lo único que había que hacer en ese momento era descubrir cual sería la siguiente ola. Más allá de los nombres brillantes y los tópicos, más allá de la industria 4.0. Cómo se van a fabricar los chips de la inteligencia artificial y la robótica. A quién hay que pegarse y a quién hay que atraer. Qué rol acabaría jugando la criptoeconomia. ¿Era posible hacer realidad el sueño anarquista de Satoshi Nakamoto? En definitiva, ¿cuál sería la estatua que en 2100 conmemoraría la nueva revolución?
La historia es azarosa y, por supuesto, imposible de predecir, pero existen tendencias poderosas que se pueden trazar como las corrientes oceánicas. Como observó el brillante Mark Twain, aunque la historia no se repite, hace rimas. Y hay que aprender a sumergirse en la poesía de la historia, la del pasado, pero también la del futuro. Y eso es, ni más ni menos, lo que hicieron los héroes de la industria 4.0 de Pablo. El proyecto Atlas, que se puso de largo en el evento #CollaborateSummer22 tenía un objetivo muy claro: crear una comunidad de conocimiento que hiciera avanzar la industria en el país. Los objetivos al principio fueron modestos, pero la colaboración entre personas y organizaciones fue rápidamente ganando tracción. Como los activistas que han conseguido derribar gobiernos criminales, la comunidad tomó conciencia de que un grupo reducido pero con un objetivo muy claro podía derribar los prejuicios y las barreras que mantenían al país al socaire de los vientos de la tecnología y la innovación. Había que construir una nueva visión y organizarse en torno a ella.
Los factores externos e internos que han contribuido a lo largo de la historia a los milagros económicos conocidos, Alemania, Japón, los Tigres Asiáticos, Israel, Corea del Sur, etc., son muy diversos. Los determinantes en el desarrollo de la Economía del Lince han sido un cambio profundo en la educación desde la escuela primaria hasta la universidad, con una renovada y vigorosa tasa de alfabetización con foco no solo en STEM sino también en economía y derecho, la novedosa cultura de emprendimiento que surge con la sorprendente derogación del 90% de las leyes que mantenían al país atrapado en una regulación decimonónica, una alta tasa de inversión, de manera especial en I+D, sin precedentes en la historia previa del país, y la atracción del capital extranjero.
La historia es demasiado larga para las cortas vidas de sus azarosos protagonistas. Pocas personas pueden navegar más de una gran ola. La mayoría no llegan ni a eso. Es muy difícil para el común de los mortales llegar a conseguir una perspectiva lo suficientemente amplia. Observando a Pablo sobre el escenario, sus movimientos pausados, escuchando su voz cuidadosamente aquilatada, con la que va describiendo como su sueño llegó a convertirse en realidad, es posible disfrutar, por un momento, de una singular perspectiva que nos ilumina. Cuando su discurso inaugural del #CollaborateSummer42 está a punto de llegar a su fin, muchos en la sala anticipan que concluirá con el anuncio de su relevo al frente de la que hoy es una gran empresa. Elon Musk lo hizo hace solo unos meses, y es muy posible que algo tenga que ver su presencia allí, en primera fila. Muchos dan por hecho quién será la nueva CEO, pero en realidad eso no es demasiado importante. El principal, el gran logro de Atlas y #Collaborate ha sido alcanzar un nuevo nivel sin precedentes en la escala de la colaboración. Protagonismos los justos. El verdadero protagonista de la economía del lince es la inteligencia colectiva.
Francisco J. Jariego es presidente del Comité Asesor de FOM, autor futurista y colaborador de Atlas Tecnológico
[1] Isaak, Robert. «Making “economic miracles”: explaining extraordinary national economic achievement.» The American Economist 41.1 (1997): 59-69.