Bruno Cendón: «La falta de reconocimiento del talento es un problema muy grande en España»
Cuando se cumplen seis años de la publicación del informe sobre el estado del internet de las cosas en España, uno de sus autores, Bruno Cendón, experto colaborador de Atlas Tecnológico y fuertemente ligado desde su creación a FOM, repasa el estado del ecosistema 4.0, desde su mirador en un puesto de dirección en Facebook, en la bahía de San Francisco (EEUU), con el analista Eugenio Mallol
Bruno Cendón, en Palo Alto (California, Estados Unidos), posa luciendo unas Ray-Ban Stories, las gafas inteligentes desarrolladas junto a Facebook.
Eugenio Mallol.-Estás confinado hasta enero de 2022. En un equipo como el que diriges en Silicon Valley (EEUU), en el que se supone que es tan importante el contacto entre grupos multidisciplinares, el hecho de que no interactuéis cara a cara puede ser un obstáculo a la innovación, pero también quizás una oportunidad para reivindicar estas nuevas tecnologías de virtualización en las que trabajas.
Bruno Cendón.-La gente que tiene que estar físicamente en un laboratorio, está allí. Pero, por lo demás, nos servimos de videollamadas y además podemos utilizar el espacio VR WorkRooms, que acabamos de lanzar y se va adoptando poco a poco. Así estoy desde marzo de 2020, en efecto.
Eugenio Mallol.-Veamos la revolución tecnológica en la que estás inmerso desde la perspectiva de una empresa tipo de Atlas Tecnológico, ahora que se cumplen seis años del informe «Las tecnologías IoT dentro de la industria conectada 4.0» del que fuiste uno de los autores. Muchas son tradicionales, una parte se plantean incorporar desarrollos del internet de las cosas, la mayoría piensa que estas tecnologías funcionan muy bien en el ámbito del consumo, pero en su operativa diaria, pese a los informes que dicen que un empleado aprende mucho más rápido con realidad virtual, siguen preguntándose hasta qué punto es necesario integrar todo esto cuando planifican el diseño de sus productos y servicios. Es habitual que acaben dejándolo como prioridad número 10 en su lista. Conoces bien a este perfil de directivos.
Bruno Cendón.-El error principal de estos empresarios es no querer analizar de manera seria y con expertos cómo las nuevas tecnologías, ya sea el internet de las cosas, la realidad virtual o cualquier otra, puede contribuir a la mejora de procesos en su empresa, a incrementar su efectividad y, a largo plazo, su rentabilidad. Si se ve como una tasa o un impuesto a pagar, se cometerá el mismo error en el que incurrieron las empresas hace 40 años, cuando aparecieron los controles de calidad. Al final, se vio que eran un sobrecoste que a largo plazo consigue reducir las devoluciones, mejorar el producto y aumentar la satisfacción del cliente. Muchas veces, este tipo de transformaciones digitales generan cierta reticencia entre los empresarios porque no las entienden, y miran con recelo la posibilidad de que entidades como Atlas Tecnológico realicen un análisis completo de su actividad. Es cierto, nadie va a conocer la empresa mejor que el empresario, pero nadie va a conocer mejor las tecnologías que una consultoría con experiencia en ellas. Debe haber un ejercicio de libro abierto por ambos lados y entender que no se trata sólo de eso, sino de que tu competencia desde luego que lo va a hacer. Y cuando eso suceda, da igual el aspecto que mires, desde la trazabilidad de lo que estás fabricando a la predicción de fallos, la experiencia de usuario o la formación y retención de tus empleados: te va a ganar en todo. Es una labor de apertura de mente por parte de los empresarios, asociarse con expertos y no tener miedo a establecer un plan. Y que nunca se sientan obligados o forzados a meter tecnología para conseguir una subvención. Es la manera equivocada de verlo.
Eugenio Mallol.-Cuando miras hacia atrás, tú que trabajaste tan a fondo en el despliegue del internet de las cosas en el tejido empresarial español, en qué crees que os pudisteis quedar cortos y en qué os pasasteis como empresa a la hora de planificar. Creo que resulta muy ilustrativa la lección que puedas sacar de aquella etapa sabiendo lo que sabes ahora, una vez consolidada tu carrera en Estados Unidos, observando desde ese mirador que ocupas en estos momentos en una gran corporación tecnológica.
Bruno Cendón.-Viéndolo con tiempo, quizás teníamos que habernos centrado en determinados verticales. El problema que tiene la digitalización, sobre todo para las pequeñas empresas y startup, es que a la puerta te llaman grandes empresas, pero también cualquiera. Y hay que tener mucho cuidado. Aunque parezca que vaya a haber muchos ingresos de ese modo, les ha ido mejor a las empresas que se han centrado en ciertos verticales y en trabajarlos de forma muy específica. Así como a las empresas que, ofreciendo desarrollos a medida, han sido muy selectivas y han ido a clientes de gran valor. El problema en España es que los clientes de gran valor no ayudan. Mi experiencia fue que a las startup se les asfixiaba, se les malpagaba. Aquí estoy en una gran empresa y para nada existe por nuestra parte esa relación desigual con una startup o con una pequeña empresa que traiga tecnología. Se les trata con muchísimo respeto y con un presupuesto por delante. En España me pidieron muchas veces, si no trabajar gratis, trabajar a pérdidas. Y estoy hablando de empresas que cotizan en el Ibex. Las grandes empresas son enormemente valiosas cuando apoyan lo suficiente al ecosistema, son clave para evitar las empresas de base tecnológica deseen salir de España para trabajar. Volviendo a tu pregunta, la lección que extraigo es que para la pequeña empresa puede resultar más atractivo centrarse en un vertical o en algo concreto que le permita tener una exposición mundial y encontrar nichos. No necesariamente nichos en los que no haya nadie, sino también que no estén bien resueltos. No todo el mundo tiene que hacer NFT o blockchain, no es preciso que todos hagan lo último. Muchas empresas que triunfan son ideas de hace 15 años que ahora se han trabajado bien, con la infraestructura y la tecnología actuales. Lo mejor es ir con una solución entera en la que eres el mejor y puedes ofrecer el mejor precio y servicio.
Eugenio Mallol.-En el laboratorio que diriges te rodeas de gente de primer nivel. En España se habla mucho de recuperar el talento que hay fuera, quizás con una visión un poco idealizada del atractivo que puede representar para los profesionales que trabajan en el extranjero el modelo de investigación y desarrollo tecnológico que se hace en muchos centros y empresas de nuestro país. Mi impresión es que lo que motiva a un profesional STEM de alto nivel es desempeñarse en ámbitos ultracompetitivos y poner en valor su capacidad, lo cual muchas veces requiere un enorme sacrificio personal. Este mensaje de que el talento se atrae con sueldos medios, pero buenos horarios creo que es equivocado.
Bruno Cendón.-He colaborado con CEOE Cantabria en la red de talento Cántabros en el Extranjero, lo cual me ha permitido conocer muchos casos, especialmente en Estados Unidos y Canadá. Ves ese deseo de volver en muchos excelentes profesionales, pero en la mayor parte de los casos lo común es que si te has venido al extranjero es porque hay una oportunidad de crecer laboralmente y trabajar en entornos competitivos, de innovación, de desarrollo, que no tienen absolutamente nada que ver con la oportunidad que podrías tener en España. Empecé trabajando en 1999 en Motorola en Europa, moviéndome con unos objetivos y en unos entornos de gran empresa, haciendo cosas importantes. Me volví a España al cabo de diez años a una startup, por razones personales. Me apetecía regresar y contribuir con lo que había aprendido. A los ocho años, emigré de nuevo, porque el crecimiento era muy lento. La falta de reconocimiento del talento es un problema muy grande en España. He estado sentado en reuniones con empresas del Ibex35 en las que prácticamente se me ha ignorado y ahora mismo llevo un gran equipo en una de las empresas tecnológicas punteras del mundo. Y soy el mismo. Aquí llegué sin equipo y en cuatro años he crecido de forma impensable. Aquí hay menos prejuicios, es una cultura muy internacional y abierta, si realmente vales y contribuyes nadie está mirando si has estudiado en la Universidad de Cantabria en vez de Stanford. Me ves en camiseta (conversamos por videollamada), pero…
Eugenio Mallol.-Sé bien con quién estoy hablando.
Bruno Cendón.-Ha habido etapas en las cuales se ha ido entregando el trabajo y cuando ha habido una oportunidad de crecer me lo han propuesto. Paso a paso y con mucho trabajo. Mi sensación es que en España trabajaba lo mismo, pero era frustrante el inmenso esfuerzo que había que hacer para conseguir algo. Te encontrabas con que muchas veces las grandes empresas te utilizaban como herramienta y no había compromiso de hacer algo importante casi siempre. Aquí, el crecimiento ha sido mucho más importante. Me preguntan: “Bruno, ¿cuándo te vuelves a España?” Y les respondo: “a España a qué, a trabajar en qué”. Primero, no hay puestos de alta dirección para gente que hace tecnología, son de pura gestión. Y no sé si hay algo comparable a la cultura del trabajo que hay aquí y al reconocimiento que estoy teniendo.
Eugenio Mallol.-Está la opción de los grupos de investigación universitarios, siempre y cuando no tengan como finalidad exclusivamente captar fondos europeos para sostenerse.
Bruno Cendón.-Tienen un mérito increíble. Sé lo que es conseguir financiación para proyectos europeos, he estado en Bruselas evaluando proyectos. De hecho, muchas cosas que hice fueron fuera del trabajo. Las cosas que hice con Pablo Oliete y algunas escuelas de negocios en Madrid las recuerdo con enorme cariño porque me permitían salir un poco de lo duro que es trabajar en una startup tecnológica en España. ¿Quiere el español volver o no? Al final lo que quiere es que se reconozca su valía. El empresario es el primero que sufre para subsistir y paga lo que puede, pero si sale de España y tiene un negocio importante, seguro que le pagará bien al ingeniero que le está solucionando la tarea. Es muy duro crecer en España, no es un mercado donde la tecnología sea fácil de vender. Aquí veo en una mesa redonda a desarrolladores de 20, 30, 40, 50 años, de todas las edades, mientras en España son cuatro encorbatados, grandes directivos del Ibex o similares. Pero la influencia tecnológica que pueda tener lo que diga esa gente para mí es cero. A mí me influye mucho más lo que oigo al chaval de 20 o al de 30 o al de 60 que acaba de lanzar una empresa y tiene varias decenas detrás.
Eugenio Mallol.-Cuando hablas de todo esto, me vienen a la mente tantos grandes talentos españoles que conozco a los que les encantaría poder ayudar a cambiar las cosas en nuestro país.
Bruno Cendón.-Hay muchas ganas de hacerlo. Es mi país y ya me gustaría poder estar más. Cualquier cosa que compares con Silicon Valley desde el punto de vista laboral, está claro que no tiene color, pero no es comparar con Silicon Valley, es simplemente el espíritu de como sociedad entender lo que supone crecer. En Facebook, Google, Amazon, Apple, conozco a españoles totalmente anónimos que están definiendo muchos de esos productos, gente clave, en puestos muy altos. Deberían tener más visibilidad.
Eugenio Mallol.-Si abrimos la puerta del equipo que diriges y entramos en ese ecosistema de innovación, cuéntame que nos encontraremos.
Bruno Cendón.-Dirijo un equipo de tecnología inalámbrica que diseña las antenas, los circuitos de radiofrecuencia y la arquitectura de los sistemas de comunicaciones de la electrónica de consumo de Facebook: los dispositivos de realidad virtual Oculus, el dispositivo Portal y las Ray-Ban Stories. O sea que mi equipo está conformado por especialistas en una parte de la tecnología de esos productos. Si entraras en el laboratorio verías dispositivos de medida, cámaras anecoicas, lo típico de un equipo así. Pero más allá de las herramientas físicas, he querido aportar al grupo, que llevo dirigiendo desde hace dos años y medio, el deseo de influenciar en las nuevas tecnologías inalámbricas relacionadas con los dispositivos de realidad aumentada y realidad virtual.
Eugenio Mallol.-Eso está relacionado con los estándares, de los que llevamos ya tanto tiempo hablando, especialmente en el internet de las cosas. El reciente evento Satellite 2021, del que nos hicimos eco en Atlas, ha puesto de relieve que el problema está resuelto en el espacio, pero no cuando la información llega a la tierra. Ante ese desafío, empresas como SpaceX han decidido hacer una integración vertical, crear su propio ecosistema. Las grandes corporaciones pueden estar tentadas a ir hacia una cierta autarquía tecnológica para aprovechar sus sinergias y eficiencias en temas de costes. Más si cabe, cuando entra en juego la cuestión geoestratégica.
Bruno Cendón.-Dependerá de la barrera de entrada. Fabricar un router Wi-Fi lo puede hacer cualquier empresa. Basta con incorporar un chip, crear el circuito electrónico, instalar antenas y es probable que no sea necesario programar, porque el propio chip se suministra con todo incluido. Hacer un teléfono móvil es más complejo, pero hay muchas empresas capaces de ello que son las que están influyendo. También somos numerosas compañías con intereses comunes las que estamos definiendo lo que será el Wi-Fi, el Bluetooth o la tecnología móvil del futuro. En el caso del Wi-Fi, los OEM hacen los dispositivos, junto a los que fabrican los chips y los access point. Pero cuando vas a satélites, la barrera de entrada es enorme y los intereses son muy reducidos. De manera que hacer un consorcio que defina eso es difícil, porque los objetivos y las regulaciones pueden ser muy dispares. Al final, en estas situaciones, puede suceder que haya un claro ganador, que establece el estándar y decide si lo abre a todos, o puede que el mercado se fraccione. Ahí es donde quizás podamos estar yendo, aunque de momento los desarrollos de Starlink, Amazon Kuiper y demás están definiendo la tecnología.
Eugenio Mallol.-Cuando se habla de la convergencia de realidad virtual y aumentada, hay un poco de confusión en el mercado. Está claro cuáles son las tecnologías disponibles, pero se trata más bien de un asunto de visión. Es decir, si el acento se pone en los nuevos dispositivos, si hablamos de holografía…
Bruno Cendón.-Hay miles de teléfonos móviles en los bolsillos de todo el mundo y cientos de millones de tablets. El metaverso tendrá que ser algo inclusivo para todos, para el que se pueda comprar las ultimísimas gafas de realidad virtual y para una persona con un teléfono de 100 dólares. Todos tendrán alguna manera de entrar. Es algo que tiene que definirse por parte, no sólo de las grandes empresas, sino de toda la comunidad de desarrolladores. Ahora mismo, ya puedo encender mi móvil, entrar en el metaverso, moverme en un entorno 3D y conectarme con otros, porque muchas aplicaciones de realidad virtual están ya en el móvil y en tablet. La tecnología debe seguir empujando con innovación, porque gracias a los flagship, a los teléfonos de alta gama, los móviles baratos de hoy cuentan con los avances que tenían aquellos hace cuatro o cinco años. Esto va a ser un poco parecido, habrá puntas de lanza que mejoren esa experiencia, pero a fin de cuentas tiene que ser algo inclusivo, que vaya creciendo en volumen y reduciendo la barrera de entrada.