¿Vendemos muy bien lo que no hacemos, según el European Innovation Scoreboard 2024?
Descorazonadores los datos del indicador europeo por excelencia en materia de innovación cuando aborda la transferencia al mercado de las cosas que España hace muy bien y con las que ha conseguido contribuir a in incremento de cinco puntos de la media europea entre 2017 y 2024, la categoría con peor puntuación lo dice todo: exportaciones de servicios intensivos en conocimiento
Dos personas revisan una máquina alimentaria en Anuga FoodTec.
Pocas sorpresas en el European Innovation Scoreboard 2024 que acaba de presentarse, pese a que el resultado global de España ha evolucionado favorablemente. El propio informe cita a nuestro país entre los responsables de la mejora del comportamiento europeo en los últimos años.
Según dice, “entre 2017 y 2024, la media de la UE aumentó en cinco puntos porcentuales, impulsada por un mejor desempeño de 21 Estados miembros. Finlandia (con 25 puntos porcentuales) ha experimentado el mayor aumento, pero varios Estados miembro muestran aumentos de más de 10 puntos porcentuales: Grecia, Dinamarca, Portugal, Bélgica, Croacia, Lituania, Suecia, Bulgaria, Chipre y España. Sin embargo, han sido testigos de una disminución en sus resultados, con los mayores descensos en Luxemburgo (-15 puntos) y Francia (-10 puntos)”.
Como consecuencia de la favorable evolución general, España se mantiene, junto a Eslovenia, Chequia, Italia, Malta, Lituania, Portugal, Grecia y Hungría, en el grupo de Innovadores Moderados con un rendimiento entre el 70% y el 100% de la media de la UE en 2024.
La parte de decepcionante para los que seguimos año tras año el European Innovation Scoreboard tiene que ver con la transferencia al mercado de todas esas buenas cosas que sí se están produciendo en el contexto general del país, en forma de innovación.
En el capítulo de inversión por parte de las empresas, el índice de España es 61,8, considerando que Europa es 100, lo que supone una mejora de 12,3 puntos respecto a 2017 (pensemos en dónde estábamos), pero se sitúa 2,7 puntos por debajo de 2023. El índice de inversión en I+D del sector privado es desolador, 53,5, y el de la inversión por trabajador todavía es peor, 52 puntos, 7,7 menos que el año pasado.
Otro apartado que debe preocuparnos es el de los Innovadores. El índice es de 53,6 respecto al total europeo, con un índice 58 para pymes que introducen productos innovadores y de apenas 49,9 para pymes que introducen innovaciones de procesos. Cuando se trata de colaborar, el índice relativo a las pymes innovadoras que lo hacen con otros es de apenas 66,7.
Terrible el desdén de España por las patentes. En este apartado y en el de registro de diseños ni siquiera alcanzamos los 70 puntos. Eso sí, en marca superamos la media europea, claro.
El índice de empleo en empresas innovadoras es de 44,6 y el de empleo en actividades intensivas en conocimiento, de 80,9. Para analizar, porque es indicativo del grado de complejidad de la economía europea, que el peor indicador, unos paupérrimos 33,5 puntos, sea precisamente el de exportaciones de servicios intensivos en conocimiento, la mayoría de los cuales tienen que ver con la revolución digital. En exportaciones de productos de media y alta tecnología esamos en 66,5 puntos. Parece que lo fiamos todo al difícil de calibrar apartado de “Ventas de innovaciones nuevas para el mercado y nuevas para la empresa”, en el que el índice de España es un fabuloso 170. Vendemos muy bien lo que no hacemos, al parecer.
Vamos maravillosamente bien en digitalización 144,9 puntos, con fuerte tirón de ese espejismo de competitividad que es la extensión de red, pero visto todo lo anterior, de qué nos sirve. Y lo mismo puede decirse de nuestros estupendos ratios en personas con educación terciaria e implicadas en la formación permanente. No puede extrañar que en lo que se refiere a la actividad científica nos mantengamos en esos niveles propios de un innovador moderado. El sector público, con los engañosos fondos europeos, mantiene la respiración asistida enchufada.