Regulación frente a casos de negocio en la locomotora

El gigante químico BASF es uno de la que más está sufriendo la grave crisis de competitividad que atraviesa el sector en Europa, su todavía presidente, Martin Brudermüller, tiene una forma particular de comparar el apoyo de la UE a la innovación frente a Estados Unidos: una impulsa el capex, el otro el opex
Eugenio Mallol
31 de marzo de 2024 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Regulación frente a casos de negocio en la locomotora
El presidente del comité de directores ejecutivos del gigante químico BASF, Martin Brudermüller, en el centro, durante la presentación de resultados de 2023. / BASF

El todavía presidente del comité de directores ejecutivos del gigante químico BASF, Martin Brudermüller, será sustituido en poco más de un mes otro directivo de la casa, Markus Kamieth. Se trata probablemente de una de las consecuencias del doloroso momento que atraviesa el sector europeo, considerado una de las joyas de la corona de la industria continental.

La debilidad de la demanda ha obligado a reducir precios en un momento de incremento de costes y ha puesto de manifiesto todas las rigideces del modelo de estas grandes corporaciones, su falta de competitividad en un mercado global convulso, que se debate entre la transición energética, la sostenibilidad y la reconversión del negocio derivado del petróleo.

Lo interesante es que Europa ha sido tradicionalmente una potencia en innovación química y lidera por eso la carrera hacia los nuevos materiales más respetuosos con el planeta, azuzada por el Pacto Verde. ¿Cómo hemos conseguido quedar atrapados en la trampa de la alta innovación y la baja competitividad?

En una entrevista reciente en el marco de la World Petrochemical Conference, Brudermüller daba probablemente en la diana al comparar la estrategia emprendida por Estados Unidos con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y la de la Comisión Europea, basada en el poder transformador de la regulación.

“La IRA pone a mucha gente nerviosa, porque es muy pragmática y está muy orientada a negocio, pero está ofreciendo una alternativa bastante preocupante de inversión. Europa crea un marco regulatorio para hacer cumplir la transformación energética, Estados Unidos está creando casos de negocio para facilitar esa transformación”, dice el todavía máximo ejecutivo de BASF.

“Europa está dedicando grandes paquetes de dinero para financiar el capex (compra de maquinaria, por ejemplo), la aproximación de Estados Unidos se dirige más al opex (gastos en energía, mano de obra o suministros para que funcione esa maquinaria), es una visión muy pragmática”.

La presión de la economía global se acentúa y reduce cada vez más el margen para estrategias fallidas. En 2020, el reparto del mercado era un tercio Europa, un tercio EEUU y un tercio China. En 2030, China será el 50% del mercado global “y esperamos que el 75% del crecimiento de BASF en esa fecha provenga de China”, aseguraba Brudermüller.

El sector químico saldrá de la crisis en parte con ajustes de capacidad productiva, a la antigua, que reducirán su músculo y el volumen de empleo en favor de la competencia asiática. Pero prepara también una fuerte revisión de la cultura de las organizaciones, para acabar con la pesada burocracia y ganar agilidad. El mismo proceso debería seguir Bruselas. Está perdiendo, como la industria, la batalla de la competitividad.

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