Rafael Juan (Vicky Foods): «La tecnología debe mejorar la eficiencia, a veces hemos retirado robots por bajar nuestra flexibilidad»

El CEO de una de las compañías alimentarias referentes de nuestro país habla del tempo de la innovación, de "sudar la camiseta" para que la cultura empresarial no frene a la tecnología, de la necesidad de comunicar mejor para no acabar sepultados por el 'ruido digital' y de una nueva cadena de suministro que combata el hambre con el analista de innovación Eugenio Mallol
7 de enero de 2022 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Rafael Juan (Vicky Foods): «La tecnología debe mejorar la eficiencia, a veces hemos retirado robots por bajar nuestra flexibilidad»

Eugenio Mallol.-Llama la atención que el 10% del catálogo de Vicky Foods se haya creado en los dos últimos años. Hablemos del ritmo de la innovación, cuál debe ser la velocidad del cambio. Para muchas empresas es una de las grandes cuestiones, el tempo de la innovación.

Rafael Juan.-La innovación es nuestra principal palanca de crecimiento. En la práctica, intentamos innovar todo lo que podemos. No ponemos un límite, sino al contrario, buscamos que esté en todos los rincones de nuestra organización. Lo difícil verdaderamente es que eso se transforme en algo que genera valor para el consumidor, e incluso para el cliente interno. Muchas veces inviertes y el producto o el cambio que has intentado introducir no funciona. La manera de medirlo que tenemos es el porcentaje de ventas que representan los productos lanzados en los últimos dos años, pero no deja de ser un indicador más, yo no mediría únicamente así la innovación. Porque muchas veces el éxito no depende de que demos con un cliente importante, a veces es incluso cuestión de azar. En esa tarea, intentamos aprovechar al máximo el talento de todas las personas, sus ideas, tratamos de ser capaces de ponerlas en práctica. Ese es el reto más importante.

Eugenio Mallol.-En el ámbito de la digitalización, para las empresas tecnológicas y las integradoras de software muchas veces el gran asunto que hay que poner encima de la mesa al hablar de industria 4.0 es el de la cultura empresarial, porque es habitual que choquen con ella. Se trata de conseguir que los que toman decisiones en las compañías entiendan el desafío, movilicen al resto del equipo y las alineen con la transformación digital, venciendo las resistencias. Por eso, es en las organizaciones donde la cultura heredada, el legado, es muy fuerte, como suele suceder en las empresas familiares, donde más complicado resulta innovar.

Rafael Juan.-En efecto, comparto totalmente esa impresión. Peter Drucker decía que la cultura se come a la estrategia en el desayuno. Si la cultura es fuerte, en una línea determinada, es muy difícil abandonar ese camino. Nosotros intentamos tener una cultura basada en valores que se adapten a nuestro estilo de empresa familiar. Y la innovación es uno de ellos, al menos es lo que hemos intentado inculcar durante muchos años, quizás guiados también por la manera de ser de mi madre, que siempre tenía en mente la mejora continua de procesos y productos. Pero es verdad que el cambio tecnológico que estamos viviendo desde hace algunos años y que parece que se va acelerando, obliga no sólo a no pararse, sino a implementar los cambios de forma cada vez más rápida. Y eso, cuando tienes una organización de un cierto tamaño, es complicado, porque hay procedimientos establecidos y líneas de trabajo con clientes importantes con los cuales cambiar los procesos o los productos resulta difícil. La única manera de salir airoso es sudando la camiseta, tenemos que ser capaces de darle la vuelta y ponernos retos que nos hagan ser cada día mejores.

«En muchas ocasiones, el éxito no depende de que demos con un cliente importante, a veces es incluso cuestión de azar»

Eugenio Mallol.-Una de las tareas del CEO es precisamente saber marcar prioridades entre todo el menú de posibilidades, de tecnologías y habilitadores que pone sobre la mesa la revolución digital. El equipo tiene que sudar la camiseta al ritmo que marque el CEO.

Rafael Juan.-A la hora de implantar nuevas tecnologías, una cosa tenemos clara: nos tienen que ayudar a ser más eficientes. Y la mejor manera de medirlo es evaluando el retorno de los proyectos. De todo tipo. Cuando se trata de una inversión tecnológica hay que analizar el coste y la oportunidad que nos ofrece. Intentamos siempre adoptar las tecnologías que tenemos al alcance de la mano, pero no siempre tienen un momento de madurez suficiente como para que merezca la pena. A veces es mejor esperar a que el coste sea más asequible. Porque la empresa tiene que dar un rendimiento y sólo a base de implantar nuevas tecnologías no se consigue. A veces, anticiparse mucho no merece la pena, hay que medir muy bien a qué dedicas los recursos.

Eugenio Mallol.-Dame ejemplos de tecnologías que te han sorprendido para bien y de otras que te han decepcionado quizás por el coste injustificado o porque, como dices, era demasiado pronto para implantarlas.

Rafael Juan.-Respecto a esto último, la robótica, por ejemplo. Tenemos un montón de robots en nuestras plantas de producción, pero no siempre es eficiente instalarlos. De hecho, nuestra percepción es que los robots pueden hacer más eficiente un proceso, pero, en general, le quitan flexibilidad. A veces eso es contraproducente, porque si quieres ser más ágil, más flexible, para adaptarte a las necesidades del mercado, adoptar una tecnología determinada, aunque no sea nueva y aunque los robots sean cada vez más baratos y flexibles, no siempre es la mejor manera de producir. Hay que pensar en el valor añadido que aporta la inversión y, en ese sentido, alguna vez hemos hecho inversiones en robótica y luego hemos tenido que dar marcha atrás, porque estaba encorsetándonos, en lugar de ayudarnos a crecer y a ser más flexibles.

«Tuve la suerte de aprender a programar cuando estudiaba en la Universidad y toda mi vida he intentado aplicar la tecnología en todos los procesos de la empresa»

Eugenio Mallol.-Y cuáles te han sorprendido para bien, cuáles recomiendas a otros CEO.

Rafael Juan.-En general, todas las nuevas tecnologías, incluso la robótica, por supuesto. Tuve la suerte de aprender a programar cuando estudiaba en la Universidad y toda mi vida he intentado aplicar la tecnología en todos los procesos de la empresa: primero, en la parte administrativa, después en la industrial y en la distribución. Hoy Vicky Foods no sería lo que es sin la implantación tecnológica que tenemos, nos ha aportado muchísimo en todos los aspectos.

Eugenio Mallol.-En el ámbito alimentario se plantean muchas líneas de innovación. A raíz de la pandemia se han reforzado tendencias como la personalización, la alimentación saludable o la nutrición de precisión. Todo ello debe convivir en el mercado de gran consumo con otro tipo de componentes más cercanos a la moda, que condicionan cualquier estrategia.

Rafael Juan.-Hace una década, lanzamos una nueva gama de productos que no tenía nada que ver con los horneados de pan y bollería, que eran y siguen siendo nuestro core business, con la intención de adaptarnos a todas esas nuevas tendencias de consumo. Esa gama ha ido ampliándose poco a poco. Las tendencias están ahí, son cada vez más evidentes los cambios que se están produciendo en el consumidor y la pandemia en cierto modo los ha acelerado. Y como empresa de alimentación tenemos que intentar no sólo adaptarnos a esos cambios, sino ir por delante de ellos. Muchas veces es difícil, porque si actúas demasiado pronto no siempre obtienes el resultado deseado. Pero hay que tener las orejas abiertas, escuchar constantemente a los consumidores a través de la comunicación y adaptarse. Hay dos tendencias evidentes: los consumidores cada vez quieren productos más saludables y la sostenibilidad está encima de la mesa, con objetivos muy ambiciosos para el horizonte 2030, sobre todo en la Unión Europea, a los que hay que dar respuesta. El futuro de Vicky Foods y de cualquier empresa de alimentación se tiene que basar en las tres S: salud, sostenibilidad y responsabilidad social y solidaridad. Las empresas también tenemos que ser más solidarias, es una demanda creciente de la sociedad, ya no es sólo algo altruista.

«La comunicación es fundamental, hemos adaptado indicadores y KPI a la estrategia de sostenibilidad y escuchamos constantemente lo que se dice de nosotros en envases o huella de carbono»

Eugenio Mallol.-Tratádose de un producto de gran consumo tan delicado como el alimentario y viendo la importancia que habéis dado a la parte de marketing digital en Vicky Foods, me viene a la mente la idea del ‘ruido digital’: esas voces en redes sociales que son capaces de generar tendencias, muchas veces provocando decisiones impulsivas en los consumidores, a los que cada vez cuesta más fidelizar.

Rafael Juan.-La comunicación es un elemento fundamental para el crecimiento empresarial. Otra de las demandas de los consumidores es que quieren una alimentación más transparente, quieren saber qué hay detrás de las marcas, cómo se elaboran los productos, de dónde proceden los ingredientes que contienen. Tenemos que ser capaces de dar respuesta a esa demanda, comunicar más y mejor, ser más transparentes y escuchar lo que dicen las redes. Muchas veces hay falsas noticias o medias verdades que pueden distorsionar la opinión pública, pero eso también sucede por falta de transparencia de las empresas. Evidentemente, si hay voces o influencias negativas debemos intentar compensarlas con los resultados positivos o con los cambios que necesita la sociedad. Pero si realmente hay una cierta verdad en esas críticas, debemos ser capaces de resolverlas. Por ejemplo, con el tema de la sostenibilidad: nosotros estamos escuchando constantemente lo que se dice en temas como los envases o la huella de carbono, y hemos adaptado indicadores y KPI dentro de esa estrategia para mejorar el impacto que produce nuestra actividad. Eso se ha traducido en medidas como la apuesta por envases biodegradables o la eficiencia energética para producir consumiendo menos energía o minimizando la huella de carbono. Esto es un reto enorme que tenemos las industrias alimentarias y debemos dar respuesta, porque mientras no lo hagamos seguirá existiendo esa influencia negativa de las redes sociales, algunas veces infundada y otras no tanto.

Eugenio Mallol.-En una charla reciente con investigadores muy destacados de distintas universidades españolas e internacionales comentábamos cómo la ciencia está encontrándose con que, pese a tener evidencias que no se discuten en ámbitos como el cambio climático o la pandemia, dentro de la sociedad tiene un problema grave de credibilidad. Se lo planteaban en unos términos similares a los que usas tú, su conclusión es también que hay que comunicar mejor. Pero es un asunto a analizar muy seriamente: la ciencia sola ya no convence.

Rafael Juan.-Hay un hecho evidente, algunos países hasta ahora nos han dado lecciones y parecía que eran mucho más listos que nosotros, pero a raíz de la pandemia se ha demostrado que no es así. Estamos viendo manifestaciones violentas antivacunas en Bruselas, no se ha sabido comunicar bien a la sociedad los beneficios de las vacunas, que históricamente han sido uno de los principales avances tecnológicos de la humanidad. Y en cuanto al cambio climático estamos viendo continuamente avances en una dirección, pero en otra no se aprovecha la tecnología para mejorar en uso de la energía o la sostenibilidad alimentaria. Desde hace unos meses, soy presidente de Fedacova, la federación de empresas agroalimentarias de la Comunidad Valenciana, y he ido dándome cuenta de cómo está cambiando todo en este sentido. Por desgracia, los datos que ofrece la ONU a través de la FAO demuestran que el hambre en el mundo está aumentando, a pesar de que tenemos cada vez más tecnología para producir mejores alimentos y de manera más eficiente. En África, más de un 60% de la población no recibe diariamente una alimentación adecuada, y esto es dramático. No quiero pensar en este 2022, en el impacto que estará teniendo todo el incremento enorme de la volatilidad y de los precios de las materias primas. Tenemos que cambiar como sociedad y aprovechar la tecnología y los conocimientos para producir mejores alimentos y de una manera más eficiente. Es una evidencia tan grande que parece mentira que no nos estemos dando cuenta de ello.

«El hambre en el mundo está aumentando, a pesar de que tenemos cada vez más tecnología para producir mejores alimentos y de manera más eficiente»

Eugenio Mallol.-Al respecto de lo que comentas, la crisis de la cadena de suministro marca un antes y un después. La clave es saber extraer las lecciones adecuadas a nivel empresarial.

Rafael Juan.-La cadena de suministro se ha roto porque la pandemia, de una manera abrupta, como un terremoto, ha revuelto a la humanidad, que más o menos discurría por aguas tranquilas. Nos ha arrasado y ha trastocado toda la cadena a nivel mundial. Hay que ver el lado positivo: el número de muertos por la pandemia comparado con otras anteriores en la historia, siendo muy trágico, no ha sido ni mucho menos similar. La paralización de la cadena de suministro no produce ninguna ventaja y parece que no nos damos cuenta de ello, pero no deja de ser algo pasajero, se va a superar. Evidentemente ha tenido unas consecuencias muy importantes, sobre todo para muchas personas que están pasando hambre en el mundo y han visto cómo se encarece la cesta de la compra de forma brutal. En España y otros países del Primer Mundo no tiene una trascendencia grande, pero para países en los que la cesta de la compra representa más del 50% de sus ingresos está siendo tremendo.

Eugenio Mallol.-Eso es impactante, sin duda. Para afrontar este reto de la alimentación a nivel global parece clave resolver la cuestión de si la cadena de suministro volverá a ser como antes o hay que repensar la forma en la que trabajábamos.

Rafael Juan.-Nos vamos a adaptar, lo hemos hecho a otras circunstancias peores. La falta de suministros es coyuntural y no estructural, las empresas buscarán otra manera de proveerse, a mí no me cabe duda. Es evidente que no será mañana, pero tampoco dentro de mucho tiempo, es algo pasajero que tiene que volver a la normalidad necesariamente. No será la misma normalidad que teníamos antes, el abanico de proveedores habrá cambiado. También subyace una crisis estructural en algunos sectores, como el automóvil, donde el perfil del comprador ha cambiado mucho. La pandemia ha hecho que afloren problemas que estaban latentes y ahora se han acelerado.

Eugenio Mallol.-Cambian también los sistemas de distribución, en línea con lo que comentas, y eso sí afecta directamente al sector de Vicky Foods. El reparto en última milla, la compra online, todo ello debe transformar los modelos de negocio en la industria agroalimentaria.

Rafael Juan.-Los está transformando ya de hecho. El consumidor cada vez tiene menos tiempo, le gusta menos la cocina, es evidente, habrá que adaptarse a las nuevas necesidades, esto ha venido para quedarse. No pensemos que vamos a volver atrás en este sentido. El mayor riesgo que tiene esto es la sostenibilidad, no sé si es sostenible este tipo de consumo. Cada vez que recibo un producto por venta online viene con una cantidad de embalaje exagerada, con una ineficiencia enorme, todo esto contribuye muy negativamente al planeta y habrá que reconducirlo. Pero para nada vamos a volver atrás. El consumidor tiene nuevos hábitos, nuevas formas de ver las cosas, de aprovechar su tiempo libre, y esto ha venido para quedarse.

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