
¿Estamos bien «en el nivel de España»?

Conviene procesar la frase que pronunció la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, María González, en su intervención en la presentación del Barómetro de la IA en España: “La verdad es que otras revoluciones, como la Industrial, nos pillaron en otros objetivos a este país y hoy estamos, en el nivel español, evidentemente, bien posicionados”. Este es el literal exacto.
Su participación dio brillantez y altura al evento celebrado en la sede de El Economista, en el que se puso de largo un informe en el que Atlas Tecnológico ha tenido la oportunidad de participar como colaborador necesario. La cita alcanzó su punto máximo cuando el presidente de Siemens España y Portugal, Fernando Silva, anunció que la compañía convertirá nuestro país en un hub de data centers. Gran noticia. Pero, la cosa seguía dándome vueltas en la cabeza: ¿qué es eso de “en el nivel español”?
A principios de 2023, titulé uno de mis algoritmias así: “¿Dos estrategias nacionales, un libro del CSIC y un PERTE sobre IA sin datos? En España, sí es posible”. Todos los años repasamos la radiografía del IA Index Report de Stanford: alta demanda de profesionales de IA sobre el conjunto de la oferta de empleo, en relación con el resto de países avanzados, pero sólo una compañía del Ibex en el top15 español de contratantes de talento IA, según el informe «The State of AI Talent» de Zeki Research.
Poca inversión pública (apenas 97,7 millones de contratos en 2024), escaso volumen de startups de IA de nueva creación (apenas 18 en 2024) baja robotización… y muchos proyectos de ley, eso sí, mucho lirili y summits y eventos y consejos asesores y grupos universitarios y fundaciones y aceleradoras fantasma y expertos de ojos temblorosos y espabilados que no falten. Podría argumentarse que ese es el nivel español, en efecto, y la discusión quedaría cerrada. Pero una sociedad no es una foto fija, es un ente en movimiento, en perpetua transición de la potencia al acto, como lo define Aristóteles… y el «nivel» al que se refiere Gonzalez está en el lado de la potencia.
Alcoy (Alicante), Eibar (Gipúzcoa), Martorell (Barcelona), Puertollano (Ciudad Real) e Illescas (Toledo) son tres municipios españoles en cuya economía la actividad industrial y logística tiene un evidente peso y cuya población ronda los 30.000 habitantes. Esa era la situación demográfica de la ciudad china de Shenzhen (China) a principios de los años 80. Si en aquel momento sus autoridades hubieran aplicado el principio de “en el nivel de Shenzhen, estamos bien posicionados”, ¿habrían alcanzado los más de 23 millones de habitantes y la influencia en la economía global que tienen hoy? Está claro que no. Qué tendremos dentro de 40 años es la cuestión clave hoy.
Vivimos unos tiempos extraños en nuestro país, no hay más que asomarse a la actualidad política para comprobarlo (y conviene desinfectarse mentalmente después de hacerlo). ¿Es ese “el nivel de España”? Evidentemente, no. Pero es uno de los síntomas claros de hasta qué punto hemos perdido el foco de lo importante: nuestro potencial real, que es mucho mayor que el que imaginamos.
Estos días, la palabra clave es: Presupuestos. El Gobierno central está haciendo malabares con las asignaciones presupuestarias de 2023, recolocando partidas de los fondos europeos Next Generation que quedan pendientes de asignar e incluso reinventando el destino de Fondos Feder. Habrá que ver el margen de comprensión y de flexibilidad que tendrán los fiscalizadores europeos con el cambalache de adjudicaciones que les va a llegar, suerte a quienes tengan que justificar las ayudas. A nivel autonómico, se aprueban al final del semestre del año Presupuestos que se tienen que conceder, ejecutar y justificar en seis meses, como se pueda. Más madera.
Pretender que este desaguisado es “el nivel español” resulta descorazonador. Es en cierto modo la del Estado una actitud paternal, como la de quien disculpa las carencias de un hijo distraído y desnortado. La foto fija refleja, efectivamente, la situación actual, pero se encuentra a miles de kilómetros de distancia de lo que es “el nivel español”. ¿Podemos hacerlo mucho mejor? Sin duda.