¿Necesito un gemelo digital?
El gemelo digital se va a convertir en una tecnología central para el ecosistema digital de las organizaciones, porque la excesiva rigidez y fragmentación en silos de los modelos informáticos se convertirán en una fuente de riesgo, Alfonso Díez, CEO de Uground, explica en este artículo las claves para acertar con la estrategia
El término Gemelo Digital Organizacional (o Gemelo Digital Empresarial, o GDO) nació algo antes de la pandemia, y se está empezando a desarrollar con fuerza.
Un Gemelo lo es de algo; en este caso lo aplicamos a todas las cosas «soft» de la empresa, a la parte organizacional. Esto agrupa a las tecnologías digitales, las personas, los procedimientos, la seguridad, los flujos de trabajo, los datos, etc.
Para los objetos físicos (piezas, componentes, máquinas, factorías, etc.) hay otro tipo de soluciones (les llamaremos GDF – Gemelo Digital Físico) que se basan en características físicas esenciales, tales como formas, dimensiones, materiales, flujos, secciones, etc.
Entre los GDO y los GDF hay una diferencia estructural profunda: un GDF emula un objeto físico, pero no es el objeto. Es decir, el GDF de un martillo no clava clavos (solo si son virtuales). Por ello, los GDF se usan para diseñar, simular, estudiar, optimizar, etc. objetos físicos, desde un martillo hasta una refinería, pero en ningún caso los reemplazan.
Sin embargo, un GDO trabaja con una estructura que es virtual en su naturaleza; una empresa no es un artefacto tangible, sino una entidad virtual, que se basa en reglas cambiantes, y cuyos componentes evolucionan o se reemplazan sin que la empresa deje de seguir siendo ella. Así pues, a un GDO no solo le vamos a pedir que simule y optimice los componentes y la dinámica de la empresa, sino que también que se haga cargo del trabajo: que gestione flujos de trabajo, aplicaciones de negocio, integración de sistemas, gestión de datos, algoritmos, etc. como haría cualquier otro posible sistema en la empresa. Es decir, la naturaleza de un GDO hace que se meta hasta el fondo de la empresa; no solo la describe o simula, sino que la gestiona y dirige. Es por esto por lo que un GDO es un transformador empresarial de gran potencia.
Así, un Gemelo no es una tecnología más, es muy distinta en su propósito a los sistemas verticales convencionales, y le vamos a pedir mucho más que a cualquier otra. Pero nos tenemos que hacer una pregunta previa: ¿para qué necesita mi empresa un GDO? ¿qué me va en ello?
No desvelo nada si digo que el mundo es cada vez más complejo. Desde la caída del Muro y el inicio de la globalización planetaria hemos visto como internet, las redes sociales, la cloud, la inteligencia artificial, los sensores, los móviles, y toda la digitalización que nace con el Covid, están achicando el planeta y acelerando todos los procesos: cada vez todo es más inmediato, más ubicuo, más conectado e intensivo en tecnología. En esta situación están todas las empresas, incluyendo la suya, querido lector.
Complejo significa evolutivo, el mundo cambia y cambia sin parar; ¿cuántas cosas han pasado en estos años? Se ha transformado todo, tanto en nuestra vecindad como a miles de kilómetros, y todo ello nos afecta. Todos los días nos adaptamos a cambios en mercados, productos, competidores, sistemas de distribución, y también inflación, energía cara, problemas logísticos, inundaciones, guerras, aranceles, regulaciones y disrupciones de todo tipo. Todo el planeta es nuestro patio trasero y ya nada humano nos es ajeno. En resumen, cada vez más adaptación, cada vez más rápida, cada vez más frentes abiertos.
Y esta necesidad de adaptación continua no solo es pensando en lo que ocurre fuera, sino en el cambio interno. Lo que ocurre fuera nos obliga a transformar nuestra estructura «soft» interna: normas, conceptos, estructuras, responsabilidades, flujos, tecnologías, personas, etc. sin tiempo para experimentar ni consolidar. Detrás de cada reconfiguración interna hay otra esperando.
Así pues, ¿necesito un GDO? Nuestra informática convencional es rígida y está muy fragmentada en silos funcionales o técnicos. Nuestras empresas usan decenas o cientos de sistemas, que no evolucionan con facilidad, y que no resuelven nuestras necesidades de gestión. Y eso, en un mundo tan cambiante, nos crea riesgo probable y de alto impacto.
En este escenario es donde nuestro GDO se convierte en una tecnología central, la clave de bóveda. El GDO va a ser una tecnología más en nuestro ecosistema digital, pero con responsabilidades muy específicas y relevantes:
- Es la herramienta de cohesión (la navaja suiza) de todas las tecnologías, procesos, datos y actores de nuestra empresa. Va a hablar con todos para crear una conversación a nivel empresa, más allá del silo funcional.
- Es el garante de que los eventos y los datos se orquesten entre sistemas, de forma que tengamos gobernanza del dato y de los procesos.
- Va a incorporar las reglas de negocio que no tenemos resueltas en nuestra base tecnológica. El GDO va a agregar funcionalidad que echas de menos en tus verticales, o meter mucha lógica de negocio en las integraciones y orquestaciones, o va a convertirse en aplicaciones verticales de negocio si lo necesitas.
En resumen, un GDO es una tecnología de aplicación universal (agnóstica) que se puede personalizar de forma continua y rápida para hacerse cargo de la evolución del modelo de negocio, de la integración de procesos, datos y sistemas e, incluso, de la creación de aplicaciones completas. El resultado: una empresa mucho más flexible, más productiva, con sistemas de control automatizado, y que proporciona una poderosa capacidad evolutiva a la Dirección; en suma, una herramienta estratégica de crecimiento orgánico.