Invertir en baterías locales es la oportunidad de Europa y EEUU para liderar en vehículo eléctrico

Un nuevo informe de la IEA alerta que China domina la producción de baterías, pero Europa y EEUU aún tienen oportunidad de asegurar la cadena de valor de los vehículos eléctricos mediante inversiones estratégicas en baterías, materias primas e I+D
María José Martínez
20 de noviembre de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Invertir en baterías locales es la oportunidad de Europa y EEUU para liderar en vehículo eléctrico

El informe ‘What Next for the Global Car Industry?’ de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) ofrece un análisis profundo del panorama actual y futuro de la industria automotriz, con especial atención a la transición hacia los vehículos eléctricos. Según la IEA, el coste de un vehículo eléctrico está fuertemente influenciado por la batería, que representa alrededor del 25% del coste del motor. Esta concentración de valor en un solo componente hace que el control de la producción de baterías sea un elemento estratégico clave para la competitividad global.

China ha logrado consolidarse como líder absoluto en esta área controlando gran parte de la fabricación de baterías de litio, así como la producción de materiales críticos como el litio, el cobalto y el níquel. No obstante, el informe de la IEA subraya que aún existen oportunidades para que Europa y Estados Unidos mantengan y fortalezcan su posición en la industria automotriz global. La clave radica en la diversificación de la cadena de suministro y la inversión estratégica en producción de baterías, componentes clave y capacidades de ensamblaje de vehículos eléctricos.

Actualmente, mientras que China concentra más del 70% de la capacidad mundial de producción de celdas de baterías, Europa y América del Norte todavía cuentan con capacidad industrial, infraestructura tecnológica y acceso a mercados que les permitirían expandir rápidamente su producción si se priorizan las inversiones adecuadas.

Pero la IEA advierte que la ventana de oportunidad no es indefinida. Sin acción coordinada, la dependencia de importaciones chinas para baterías y materiales críticos podría trasladar el control de toda la cadena de valor de los coches eléctricos a China, y limitar así la capacidad de otros países para competir en términos de costes, innovación y producción.

Este riesgo se vuelve aún más relevante considerando que los vehículos eléctricos requieren un enfoque de “supply chain” integrado y cercano a los centros de ensamblaje para optimizar costes logísticos, calidad y colaboración entre proveedores.

El informe también resalta que, aunque la batería representa una fracción del coste total del vehículo, su influencia en la economía de la cadena de suministro es mayor. El resto de los componentes del vehículo, incluyendo el motor y la electrónica, se concentran en sectores donde Europa y EE. UU. todavía poseen ventaja industrial y tecnológica. Esto significa que, si logran asegurar la producción local de baterías y materias primas críticas, podrían mantener una proporción significativa del valor agregado en sus mercados. Además, el informe señala que la reconfiguración de plantas existentes para producir vehículos eléctricos puede realizarse sin interrumpir la fabricación de motores de combustión interna, y ofrecer así un camino relativamente rápido para ajustar la oferta a la demanda creciente de VE.

Por último, el informe de la IEA subraya la importancia de la inversión en I+D como factor determinante de competitividad. Mientras que los fabricantes tradicionales de Europa, Japón y EE. UU. han mantenido históricamente altos niveles de gasto en I+D, los nuevos actores chinos han mostrado una rápida capacidad de adaptación a nuevas tecnologías de baterías, especialmente en química de litio-ferrofosfato (LFP), más barata y menos dependiente de minerales críticos que las baterías basadas en níquel. Este enfoque dual de China, que combina producción a escala y desarrollo tecnológico, ha creado una ventaja estratégica difícil de replicar para otros actores que no inviertan de manera significativa y coordinada en su propia cadena de valor.


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