¿Hay gato encerrado en el fenómeno Deepseek?
La carrera para mejorar la eficiencia de los modelos de inteligencia artificial generativa está desatada desde hace tiempo, tanto por la vía del software con los algoritmos cuánticos, como por la vía del hardware, Deepseek ha sacudido los mercados globales con una propuesta que tendrá que validar un sector empresarial que busca soluciones fiables y de valor añadido, pero entre tanto podría desencadenar la racionalización bursátil que todo el mundo esperaba
De la noche a la mañana la startup china Deepseek, que hace un par de años estaba compuesta fundamentalmente por estudiantes recién graduados, reinventa la tecnología de los modelos de inteligencia artificial generativa y provoca un ‘efecto Sputnik’ de tal dimensión que todo Silicon Valley se tambalea, como si del Big One se tratara. ¿Hay gato encerrado?
Cuenta el fundador de Deepseek, Liang Wenfeng, que comenzó con apenas 10.000 GPU H100 de NVIDIA y que ha conseguido entrenar su fabuloso modelo R-1, lanzado el pasado 20 de enero, poco menos que con lo puesto, debido a las restricciones de EEUU. 10.000 unidades de H100 es el doble de lo que tenía el Barcelona Supercomputing Center en septiembre pasado, según su director general, Mateo Valero. No es una fruslería.
A eso habría que sumar las GPU a las que todas las sospechas apuntan que habría tenido acceso Deepseek a través del mercado negro que sigue abasteciendo a China. El gigante asiático siempre juega con las cartas marcadas. Esperemos que Nature, que ha dado carta de credibilidad a las deslumbrantes innovaciones del nuevo mirlo blanco de la tecnología mundial, no se haya vuelto a pasar de frenada.
La carrera para mejorar la eficiencia de los modelos de IA generativa lleva meses en plena ebullición, no sólo para hacerlos más competitivos y rentables, sino porque, si no mejoran cuanto antes, su expansión es insostenible desde el punto de vista energético y medioambiental. El CTO de Multiverse Computing, Román Arús, decía en el Encuentro de AMETIC en Santander que la IA generativa actual se había quedado sencillamente “en la prehistoria”.
La apuesta de Orús son los algoritmos cuánticos, para mejorar las ineficiencias de los algoritmos convencionales de la IA generativa, y en ello están. Gracias a su tecnología de compresión, el tamaño de los modelos de lenguaje extenso (LLM) se puede reducir en un 96-97% manteniendo toda la precisión. ¿No es eso lo que nos ha maravillado de Deepseek?
Otra parte del sector tecnológico, como la que representa la expresidenta de TSMC Europe, María Marced, está convencida de que la solución vendrá de la mano del hardware. Los nuevos Blackwell de NVIDIA, cuyas distintas versiones presentó el fundador y CEO de la compañía Jensen Huang en el CES de Las Vegas, multiplican por 30 la capacidad de inferencia de los Hopper. Eso significa 30 veces mayor eficiencia. A eso hay que sumar los chips que mejorarán el movimiento de información dentro de los data center, como el de 1,4 teras en el que trabaja ya MaxLinear.
La pregunta que se acabarán formulando las empresas es la siguiente: ¿para mejorar la eficiencia de mi LLM de IA generativa confiaré en los algoritmos cuánticos y en las nuevas GPU de NVIDIA o me entregaré a la tecnología en código abierto de la china Deepseek que tanto gusta, al parecer, a los desarrolladores? Los inversores tendrán que apostar por cuál va a ser la respuesta del mercado. La descarga de aplicaciones móviles, obviamente, es carne triturada para el clickbait.
Llama la atención, en efecto, la reacción de la Bolsa, con desplome generalizado de las grandes tecnológicas y especialmente de NVIDIA. El verano pasado, sin que el fenómeno Deepseek asomara ni de lejos, Warren Buffet se desprendió del 56% de las participaciones en Apple que tiene a través de su conglomerado Berkshire Hathaway. Sigue el rastro del dinero.
El 9 de julio, la Reserva Federal que bajaría de tipos de interés en septiembre. Goldman Sachs estimaba en aquel momento que las recompras de acciones por parte de las grandes corporaciones cotizadas norteamericanas alcanzarán los 925.000 millones de dólares en 2024, un 13% más que el año anterior, y que en 2025 volver a crecer otro 16%, hasta los 1,08 billones. Es un dinero que las tecnológicas han cogido de sus enormes beneficios y que no ha llegado al mercado en forma de inversión, todo sea dicho.
Entre los Siete Magníficos del sector tecnológico, Apple había recomprado sus propios títulos por 83.000 millones, y contaba con autorización de sus accionistas para recomprar otros 110.000. Meta, Alphabet, NVIDIA y Microsoft habían actuado de forma similar. Sólo Amazon y Tesla habían declinado esta práctica en ese selecto grupo. Ha sido una de las razones que explican la burbuja que se ha creado en torno al sector tecnológico, valor refugio en un mundo tan incierto como el actual, en pleno desplome de la inversión del capital riesgo. Pero esa pompa de jabón tiene que estallar, ¡pop!, antes o después.
La clave es disponer de liquidez suficiente para seguir los movimientos del mercado hacia nuevos destinos cuando eso suceda. S&P Global Market Intelligence, con datos de Preqin, calculaba a mediados del pasado año que el volumen de recursos financieros líquidos disponibles para ser invertidos a nivel mundial se encontraba a niveles nunca vistos. Alcanzaba ya la friolera de 2,62 billones de dólares, poco menos que el PIB de Francia. En el sector del capital riesgo se conoce a este dinero como dry powder, pólvora seca lista para ser disparada cuando se presente la oportunidad.
Uno de los grandes factores de incertidumbre entre los inversores es quién va a resultar ganador en la batalla de la IA generativa. Hay que tener dinero disponible para apostar rápido y no dejarse llevar por las mareas. El fenómeno Deepseek reúne componentes atractivos para convertirse en esa excusa estupenda que se necesitaba para remover el sector tecnológico, pillar a los desprevenidos de la burbuja, hacer caja, devolver las valoraciones bursátiles a niveles más cercanos a la realidad y justificar la necesidad de un gran proyecto Stargate de IA como plan de país. Porque China no nos puede ganar, no hay nada más americano que eso.