Europa investiga más, pero patenta menos: la brecha entre ciencia y negocio en GenAI

El último informe del Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea refleja el retraso de Europa en la generación de GenAI y la necesidad de avanzar en financiación estratégica, políticas coordinadas y participación plural para asegurar una inteligencia artificial ética, inclusiva y centrada en los valores democráticos del continente
María José Martínez
18 de junio de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Europa investiga más, pero patenta menos: la brecha entre ciencia y negocio en GenAI

La Unión Europea ocupa el tercer lugar mundial en el ecosistema de la IA generativa, representando un 7 % del total de actores (organizaciones activas en investigación, innovación o negocio), por detrás de China (60 %) y Estados Unidos (11 %) . La UE destaca especialmente en el ámbito académico, ocupando el segundo lugar mundial en publicaciones científicas sobre GenAI, solo por detrás de China y por delante de EE. UU., lo que demuestra su fortaleza como entorno de investigación. Las actividades de I+D en la UE han crecido rápidamente, con un aumento promedio del 32 % anual entre 2019 y 2021. Sin embargo, en innovación medida por patentes, la UE se encuentra rezagada: solo el 2 % de las patentes prioritarias globales en GenAI fueron presentadas por actores europeos. El Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea ha presentado el informe ‘Generative AI Outlook Report’ y ofrece una fotografía actualizada de cómo la inteligencia artificial generativa (GenAI) está remodelando la economía, el tejido social y las políticas europeas.

El informe confirma que la GenAI augura grandes mejoras de productividad en profesiones cualificadas. Sectores como salud, educación, industria y sector público están transformándose. En salud, la IA generativa puede facilitar diagnósticos tempranos, medicina personalizada y síntesis de información médica. En educación, permite personalizar contenidos, aunque requiere regulaciones específicas y capacitación docente. Y en industria, la IA generativa agentiva habilita la gestión autónoma de líneas de producción, la optimización de cadenas logísticas y la reducción de residuos.

En el mercado laboral, esta tecnología no solo afecta a los trabajadores “manuales”, sino también a médicos, ingenieros y maestros (estos últimos, más expuestos al impacto de la IA que el 90% de otras ocupaciones). Paralelamente, aumenta la demanda de habilidades transversales como el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y las competencias digitales relacionadas con la IA.

Ciberseguridad y GenAI

El informe recoge que uno de los ámbitos donde la GenAI promete un impacto decisivo es en la ciberseguridad. Puede empoderar a los usuarios para identificar y reportar contenidos sospechosos en correos, chats y redes sociales, ofreciendo además explicaciones comprensibles sobre por qué ciertos mensajes podrían ser maliciosos. Esta capacidad fortalece el conocimiento organizativo en torno a la ciberseguridad, contribuyendo a detectar campañas de desinformación dirigidas o narrativas fraudulentas.

Además, la GenAI puede analizar registros de red y tráfico de sistemas para detectar amenazas avanzadas, generar escenarios automatizados de pruebas de penetración, y asistir a desarrolladores en la identificación de vulnerabilidades en código en tiempo real. Aunque aún presenta limitaciones frente a amenazas más sofisticadas, su integración con técnicas de aprendizaje profundo y análisis contextual ofrece un futuro prometedor para la verificación de seguridad y la respuesta a incidentes.

Más formación y regulación

El informe también advierte sobre los efectos diferenciados de la GenAI según grupos demográficos. Para la infancia, ofrece oportunidades de aprendizaje personalizado y apoyo comunicativo, en especial para menores con discapacidad o barreras idiomáticas. Pero alerta de que su uso sin control puede exponerles a desinformación y riesgos de privacidad, dada su vulnerabilidad cognitiva. También se detectan brechas de género en sistemas automáticos de toma de decisiones financieras (con hasta un 4% de desventaja para mujeres) y en procesos de selección de personal, donde las IA han mostrado preferencia por candidatos masculinos igualmente cualificados .

Para responder a estos retos, el informe propone un enfoque normativo riguroso. En primer lugar, se requiere transparencia y responsabilidad, mediante auditorías frecuentes, interoperabilidad de datos y diversidad entre equipos de desarrollo para mitigar sesgos. También, mayor formación y alfabetización digital, con programas ducativos orientados al pensamiento crítico y a detectar desinformación.

El informe también apunta hacia la necesidad de una financiación estratégica, con inversión pública cercana a 700 millones de euros, incluyendo el plan GenAI4EU, con fondos destinados a promover aplicaciones «made in Europe» en sectores clave: salud, energía, manufactura o robótica. Además, se hace indispensable un marco regulatorio que integre las estrategias AI Act, GDPR y DSA, reforzadas por iniciativas del JRC para consolidar una IA fiable, ética y centrada en valores democráticos. El informe es claro: sin una gobernanza basada en valores (transparencia, igualdad, responsabilidad), GenAI podría reforzar desigualdades, erosionar empleos y corromper la confianza pública.

Inversión y participación plural

Para que triunfe la primera opción, la de una GenAI al servicio del bienestar colectivo, el JRC identifica tres condiciones fundamentales. La primera es una inversión decidida que permita escalar tecnológicamente el ecosistema europeo de IA. Esto implica cerrar la brecha actual en materia de patentes, aumentar la captación de capital de riesgo para startups y reforzar la capacidad de supercomputación del continente. Sin estos pilares, la innovación generada en el ámbito científico corre el riesgo de quedar sin traducción práctica ni competitividad global.

En segundo lugar, el informe insiste en la necesidad de políticas públicas integrales y coordinadas. Se trata de avanzar hacia marcos normativos que no operen en compartimentos estancos, sino que integren dimensiones tecnológicas, educativas, económicas, sociales, ambientales y jurídicas. Sólo con una gobernanza transversal y multidisciplinar será posible anticipar riesgos y maximizar los beneficios.

La tercera condición es quizás la más crucial: fomentar el conocimiento público y la participación plural en el debate sobre la IA generativa. El diseño de estas tecnologías no puede recaer exclusivamente en tecnólogos o grandes empresas, sino que es esencial incorporar activamente a educadores, trabajadores, científicos sociales, ciudadanía organizada y colectivos vulnerables. Una IA verdaderamente democrática se construye con voces diversas, con transparencia y con corresponsabilidad.

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