Europa aprieta a la industria asiática e impone desde ahora normas de ecodiseño para «casi todos» sus productos, software incluido
Un nuevo Reglamento europeo permite establecer requisitos de diseño ecológico e información para los productos que deseen ser introducidos en el mercado de la UE, con el objetivo de posicionarse como el "primer continente climático neutro" sin perder competitividad industrial
El nuevo acto legislativo europeo activa el Reglamento de Ecodiseño ecológico para Productos Sostenibles, destinado a mejorar la sostenibilidad de los productos introducidos en el mercado de la Unión Europea (UE). El Reglamento, puesto en vigor el 18 de julio de 2024, permite establecer requisitos de diseño ecológico e información para «casi todas» las categorías de bienes físicos mundiales que deseen ser introducidas en el mercado de la Unión y, respecto a los contenidos digitales, aquellos que sean parte integrante de un producto físico también serán incluidos dentro el ámbito de aplicación.
Según la UE, en 2021, gracias a las medidas de diseño ecológico, que abarcan 31 grupos de productos, se ahorraron 120.000 millones de euros en gasto energético para los consumidores, lo que ha dado lugar a una reducción del 10 % del consumo anual de energía de los bienes incluidos en el ámbito de aplicación.
Europa quiere impulsar la competitividad de su industria, sin renunciar al Pacto Verde y sin tener que recurrir a una estrategia basada en políticas arancelarias agresivas, como las que está aplicando EEUU en su batalla comercial con China. La Agenda Estratégica Europea (2024-2029) recoge entre sus puntos más fuertes recoge el desarrollo de un mercado único y el aumento de la competitividad, para posicionar a Europa como líder global en industria y tecnología, al tiempo que impulsa la transformación para establecerse como el «primer continente climático neutro». Es, en ese sentido, el punto de lanzamiento del Industry Deal promovido en la Declaración de Amberes de principios de año.
En líneas de ello, el reciente reglamento incluye la Ley PESE, que sustituye a la actual Directiva de diseño ecológico 2009/125/CE y proporciona un marco para establecer requisitos de diseño ecológico en grupos de productos específicos y pretende potenciar las actuaciones de la UE, para que alcance sus objetivos medioambientales, como duplicar la tasa de circularidad en el uso de materiales y alcanzar las metas de eficiencia energética de aquí a 2030.
Las condiciones de rendimiento e información de los productos, conocidas como «requisitos de diseño ecológico», se aplican para casi todas las categorías de bienes físicos, a excepción de algunos sectores como los alimentos y piensos. Entre otras exigencias se incluyen las de mejorar la disponibilidad de información sobre la sostenibilidad de los productos; durabilidad, reutilización, capacidad de actualización y reparabilidad; eficiencia desde el punto de vista energético y de recursos; abordar la presencia de sustancias que inhiben la circularidad; aumentar el contenido reciclado; hacer que los productos sean fáciles de remanufacturar y reciclar; y por último establecer normas sobre la huella de carbono y ambiental.
A su vez, las medidas suponen la integración de consideraciones medioambientales en todas las fases del desarrollo de los productos. Según la Comisión Europea la sostenibilidad medioambiental va más allá de la eficiencia energética y tas la aprobación del Reglamento de Ecodiseño para Productos Sostenibles, para que un producto se considere sostenible tendrá que presentar «una o varias de las características». Por ejemplo, debe utilizar menos energía, tener una mayor durabilidad, poder repararse fácilmente, partes sencillas de desmontar, entre otras medidas como contener menos sustancias preocupantes.
También prohíbe la destrucción de productos textiles y calzado no vendidos, lo que abre la vía para ampliar prohibiciones similares a otros sectores, «si los datos demuestran que son necesarias». A su vez, las entidades son obligadas a publicar en sus sitios web información anual, que abarca el número de productos desechados y su peso, por último, permite el establecimiento de criterios obligatorios de contratación pública ecológica.
Las prácticas asociadas a la obsolescencia prematura, repercuten de forma negativa en el medio ambiente, sin embargo «pueden reducirse mediante requisitos de diseño ecológico, lo que contribuye al mismo tiempo al consumo sostenible», según la UE.