¿Es posible evitar el dilema de Isabel y Colón? Jariego y Fernández Peñuelas proponen imaginar futuros para España
Los expertos a través de un paper presentado en Finlandia, plantean un modelo holístico para España inspirado en la planificación de escenarios y la teoría de juegos para estudiar futuras estrategias adaptativas en el juego de futuros durante los próximos 25 a 50 años
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A lo largo de los últimos dos siglos el desarrollo económico, la generación de riqueza y el avance social han sido impulsados en gran medida por la innovación tecnológica. Sin embargo, tanto en el pasado como en la actualidad, España ha tenido un papel secundario en este ámbito. En esta línea, Francisco J.Jariego presentó en la Conferencia de Futuro “Empowering Futures” celebrada en Finlandia el pasado 14 de junio, las estrategias para una transición sociotécnica basadas en el paper “Spain. A country for the future”, elaborado por él y por Isabel Fernández Peñuelas, la cofundadora de The Futures Factory.
“En las dos últimas décadas, España no ha sabido capitalizar la revolución tecnológica. De haberse mantenido el ritmo de crecimiento de la UE-15, el valor acumulado de los efectos de la digitalización en España entre 1996 y 2017 habría alcanzado los 310.364 millones de euros, equivalentes al 30,7% del PIB. Esta estadística contrasta fuertemente con el PIB real alcanzado: 57.841 millones de euros o el 5,7% del PIB” (España Nación Emprendedora, 2021). Según escriben los autores, “mientras que la ciencia es una flor, la innovación es una mala hierba”.
Durante su investigación se expone un modelo simplificado con el propósito central de establecer los fundamentos necesarios para desarrollar un modelo más avanzado, que permita simular la compleja dinámica de múltiples agentes individuales que interactúan en un entorno competitivo. Entre las técnicas que se podrían emplear para esta simulación se destaca el modelado basado en agentes (ABM)
“En el juego del futuro cada uno tiene una visión particular (sus escenarios ideales) y diferentes opciones para maniobrar en consecuencia. Las acciones agregadas realizadas por cada jugador individual en los juegos determinarán el escenario emergente que nunca se correspondería exactamente con las visiones/escenarios anticipados, pero que de alguna manera puede validar o contradecir las apuestas individuales de cada jugador. En los escenarios que hemos trazado, la Prueba Justa del Progreso será seguramente el escenario a priori más probable y por tanto preferido por la cultura y los países de “Occidente”. Modulando con probabilidades subjetivas las recompensas potenciales obtenemos la tabla de resultados “esperados” para nuestro país”, explica el paper.
“¿Es posible evitar el dilema de Isabel y Colón? ¿Hay alguna forma de reconocer correctamente el camino evolutivo y reaccionar o adaptarse a tiempo?”, preguntan los autores durante el escrito. “A la reina Isabel de 1492 nuestra sociedad actual del siglo XXI muy probablemente le habría parecido extraña, o incluso una distopía absoluta, pero para nosotros que estamos disfrutando del presente, parece un escenario lleno de posibilidades. (No tenemos otra alternativa)”, responden.
La capacidad para interpretar el entorno y anticiparse a los acontecimientos futuros se basa en la presencia de una visión compartida, que puede variar en su grado de profundidad, entre los agentes representativos involucrados en el juego. La habilidad para tomar acciones acordes con esta comprensión y visión se encuentra determinada por la educación y la cultura de los diversos agentes representativos, cuyas acciones nunca estarán perfectamente coordinadas. La población y la estructura demográfica constituyen el componente activo y fundamental de cada agente. Por ello, los autores lanzan distintas recomendaciones.
“1. Durante los últimos 10-15 años, España ha permanecido de capa caída, estancada o atrapada en lo que diferentes actores describen con sugerentes metáforas. Pero la conclusión es clara: es necesario encontrar el hilo de Ariadna para salir del laberinto, o remar hacia donde volverá a soplar el viento. 2. España debería apostar por la creación de un organismo independiente encargado de mantener una visión constantemente actualizada del entorno de la navegación. 3. La única forma de ganar (o no perder) en ese juego es saber adaptarse, y España debería invertir en una cultura adaptativa preparada para el futuro. 4. Estamos absolutamente convencidos de que imaginar el futuro, las diferentes posibilidades que ofrecen los futuros posibles, tiene un efecto transformador en la psicología de las personas y las organizaciones. La imaginación es lo que marca la diferencia entre la adaptación pasiva de la evolución y la estrategia. La imaginación es nuestra frontera”.
Durante el escrito, los autores citan la obra «The Pentagon of Power» (Mumford, 1967), donde Lewis Mumford presenta una narrativa perspicaz que analiza dos caminos divergentes en la Era de la Exploración, a finales del siglo XV. Uno de ellos se enfocó en la exploración del cielo y los movimientos celestiales, a través de la medición del espacio y el tiempo. Este enfoque se basaba en símbolos abstractos, sistemas racionales y leyes universales. El otro camino se aventuraba audazmente a través de océanos desconocidos y exploraba el terreno subterráneo en busca de nuevas tierras. Esta ruta se centraba en lo concreto, lo orgánico y lo tangible.
“España eligió el segundo tipo de exploración, y aunque puede que en ese momento no fuera una apuesta desinformada, esta elección ha dejado una huella profunda en la cultura del país incluso cinco siglos después. La decisión de Isabel I de Castilla y Colón determinó el curso de la historia. Sin embargo, en la actualidad nos encontramos en un mundo en el que las reglas establecidas están cambiando, y surge un nuevo sistema económico y social. Si bien en 1492 la mayoría de nosotros habría hecho la misma apuesta que España, en la actualidad la tendencia sería apostar por seguir las reglas establecidas y convertirse en una Nación Emprendedora. Romper las reglas y embarcarse en una trayectoria especulativa sería considerado una locura”, y añaden dos incógnitas que instan a reflexionar “¿Estaríamos dispuestos a mirar las estrellas con un nuevo telescopio en un mundo que se enfoca en conquistar la Tierra? ¿Seríamos lo suficientemente audaces?”