Dime ChatGPT, ¿qué es la Navidad?
La respuesta a esa pregunta permite calibrar el alcance real del sistema de generación de textos mediante inteligencia artificial que deslumbra en estos momentos, según el autor, que deja abierta la cuestión de los casos de uso y reproduce una conversación reciente con el poeta, emprendedor e inversor norteamericano Aaron Samuels a propósito de la poesía en la era digital
Pregunto a ChatGPT qué es la Navidad. Esta es su respuesta: “La Navidad es una celebración cristiana que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, considerado por muchos como el hijo de Dios. La Navidad se celebra principalmente en el cristianismo, aunque también es una festividad popular en muchas otras partes del mundo, independientemente de la religión. En muchas culturas, la Navidad se celebra con el intercambio de regalos, el tiempo en familia y amigos, la decoración del hogar y el árbol de Navidad, la preparación de comidas especiales y la asistencia a servicios religiosos. También es común cantar villancicos y ver películas navideñas. En resumen, la Navidad es una época de alegría, amor y compañerismo que se celebra en todo el mundo”.
Después de leer este texto, creo que se comprende mucho más claramente qué podemos esperar de las respuestas de la inteligencia artificial a nuestras dudas existenciales. ¿Es eso la Navidad?
La generación de textos e imágenes mediante inteligencia artificial es considerada ya una de las grandes tendencias tecnológicas de 2023. Los inversores van a la caza de innovadores que sean capaces de encontrar casos de uso, listos para surfear la próxima ola de hype, después de la relativa sensación de interruptus del metaverso. Como os contamos en un artículo, el investigador de la Universidad de Nueva York, Gary Marcus, está convencido de que el año que arranca se producirá “la primera muerte atribuible a uno de estos sistemas”. La clave de la industria será encontrar casos de uso.
Verdaderamente, ¿qué tareas vamos a poder encomendar a la inteligencia artificial? ¿Textos legales, contratos, presentaciones de negocios, artículos de prensa…? ¿Cuál es el valor añadido que aporta? La respuesta es siempre la misma: la máquina es excelente extrayendo información de una enorme cantidad de datos y la persona lo es generando conocimiento a partir de una escasa cantidad de datos.
Las manifestaciones más excelentes de ese reparto de roles las vamos a encontrar en el ámbito de la investigación científica, en la que será cada vez más complicado distinguir la autoría humana o artificial de un hallazgo. La resolución del problema del plegamiento de proteínas por AlphaFold y el control del plasma de hidrógeno a altas temperaturas y presiones, también de la mano de DeepMind, como os hemos contado, son dos ejemplos claros.
Converso con Aaron Samuels, poeta afincado en Los Angeles (EEUU), formado en Stanford, emprendedor e inversor de éxito (ha captado fondos de Google, Twitter, Bank of America o Amazon, entre otros) y comprometido con la innovación social para fomentar el emprendimiento tecnológico entre la población negra.
Le planteo que las tendencias en inteligencia artificial van más en la dirección de una tecnología que se come a la poesía, con estos sistemas de generación de texto, y no de una poesía que conquista a la tecnología. Si pensamos en la innovación como cultura, es difícil encontrar gente del mundo del arte que entienda lo que está sucediendo en el ámbito tecnológico y en el capital riesgo.
“Antes de la creación de la imprenta, la poesía era oral, los primeros poetas eran contadores de historias. Apareció la tecnología de la imprenta y la poesía se convirtió en algo nuevo en los libros. Lo cual es estupendo, ahora el poema existe en una forma escrita además de oral”, me dice. La era digital será “una nueva manera de que las historias existan en el mundo. Una de mis mejores definiciones de poesía que me proporcionó un amigo es esta: la poesía es la historia corta más corta. Me gusta pensar en la poesía como un eco que lleva una emoción desde un escritor a un lector”.
Se pregunta en voz alta: “¿Qué otros vehículos existen en nuestra era digital que pueden transmitir rápidamente una emoción de una persona hablante a alguien que escucha? El tuit, un post en Instagram, son vehículos que transmiten una emoción. Los tuits son poemas, los mensajes de Instagram son poemas, los mensajes de WhatsApp pueden ser poemas, los de Slack también”.
“Cuando decimos que la inteligencia artificial puede comerse a la poesía, o que la era digital puede matar a la poesía, no creo que sea la forma adecuada de ver esta evolución natural, de la misma forma en que la televisión no mató a la radio, ni ésta a los libros, ni éstos a las actuaciones orales”, añade. “Es una evolución natural de la forma en la que las emociones se comparten a través de las sociedades humanas. Todos nosotros, como artistas, como consumidores, y como gente que dedica nuestra vida como partícipes en ecosistemas de innovación, que abraza la nueva generación de innovación tecnológica que nos permite compartir unos con otros”.
Definitivamente, la voz de ChatGPT no genera eco.