A la industria 4.0 no se le da cuerda
Hablar de industria 4.0 es hablar de negocio, no sólo de tecnología, según el autor, y ese ha sido uno de los motivos del éxito de Collaborate Summer 2022 que se había marcado el objetivo de despejar la incertidumbre actual en máximos históricos y mostrar ejemplos de aplicación real de las soluciones disponibles, estamos entrando en un mundo completamente nuevo
FRANCISCO DE SANTIAGO / FLITCUT
Coincidí recientemente con una de las personas con quien me unieron semanas muy intensas de trabajo en la elaboración de los capítulos del libro Las lecciones de los líderes en 2008. En él recogimos la visión de 15 grandes líderes empresariales convertida en materia de formación para directivos y estudiantes de postgrado. Entre los nombres propios de aquel curso estaban Juan Roig (Mercadona), Ana Patricia Botín (entonces Banesto y ahora Santander), Antonio Catalán (AC Hoteles by Marriot) o Pedro López (Chocolates Valor).
“Ya ves, de los 15 empresarios que protagonizaron el libro casi la mitad han acabado fatal, en concurso de acreedores e incluso alguno en el juzgado”, le comenté en confesión de coautores. “Si te fijas”, me respondió, “todos los que han acabado mal son los que, cuando dieron sus clases, pusieron el foco en los aspectos financieros y no en su actividad, en su negocio”. Era justo así. Con ellos aprendimos mucho de matrices y de generación de fondos para reinversión, pero poco de lo que hacían.
La Cumbre de la Industria 4.0 en Atlas Tecnológico era un desafío en muchos sentidos, una apuesta a doble o nada, la verdad. Cuando la concebimos, pensamos en cubrir dos objetivos: había que dar claves para despejar la incertidumbre en un momento tan complejo como el actual (hemos aprendido que la solución, ay, depende de nosotros, tenemos que diseñarla de forma colaborativa, no hay otra) y había que mostrar ejemplos de aplicación real de la tecnología a la actividad de las empresas. Había que hablar de química, de café, de árboles, de cereales, de minas, de control de productos agrícolas y de materiales, de neumáticos, de camiones, de cadena de suministro, de operarios en planta…
En cierto momento del Collaborate me escapé (¡pese a que era el moderador de la Sala Ignite 2!) a curiosear cómo iba la cosa por ahí. La mejor imagen del certamen (he estado tentado de usarla en la portada) era la del hall de la Feria de Valladolid vacío, con las mesas listas para el café de la mañana y, en una de ellas, tres de los expertos en Estudios del Futuro hablando de aquello de lo que sea que hablen los expertos en Estudios del Futuro y los demás ni intuimos. Más les valía porque tenían que hacerse cargo de la mesa principal del día. El resto de la gente estaba en las salas. Trabajando, escuchando.
Así es como se construye ecosistema. Son muchas las ideas, muchas, con las que nos hemos podido ir a casa. Más allá del explosivo discurso de Ezequiel Navarro, para enmarcar, en mi cerebro no deja de dar golpes, como aquel logo de Microsoft en las pantallas en espera, la analogía de Mario García de IVECO cuando comparó la industria 4.0 con el regalo de un reloj digital al CEO de una empresa: “¿Y cómo le tengo que dar cuerda?” No hay que dar cuerda a la industria 4.0, no. Es otro mundo.