Nuria Marcos (PONS IP): «La nueva Ley de Patentes debe dar soluciones al modelo digital de la industria»
Asistimos a la conversación del experto en innovación y 'advisor' de Atlas Tecnológico Eugenio Mallol con la directora general de PONS IP en la que aparecen asuntos como la reforma de la Ley de Patentes, la protección de activos como las vacunas de la Covid, la cobertura del secreto industrial o el estudio del ecosistema de innovación español que lleva a cabo la OCDE
PONS IP es el primer despacho de propiedad intelectual en número de registros en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en registros de marca europea ante la EUIPO. En la actualidad forma parte del ecosistema de Atlas Tecnológico. Su directora general, Nuria Marcos, conversa con el experto en innovación Eugenio Mallol sobre los desafíos del sector.
Eugenio Mallol.- Al CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, le comenté que me sorprendía que una compañía tan importante en España solicitara tan pocas patentes. “La patente es uno de los déficits fuertes del sistema español de innovación”, me confesó. Pero las innovaciones en refinerías, se excusó a continuación, muchas veces se dirigen a la mejora de procesos. Y algo similar sucedió cuando el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, recibió el Premio Nacional de Innovación, pese a que la compañía solicita apenas una decena de patentes europeas al año. ¿Falta en España esa cultura? Porque contrasta la actitud de nuestras grandes compañías con las de los líderes globales de las grandes áreas tecnológicas, que generan centenares, miles de patentes al año, incluidos los puramente digitales.
Nuria Marcos.-Tienes toda la razón. En estas dos empresas del Ibex que mencionas sí existe conciencia de propiedad intelectual dentro de la organización, de cultura. La gran realidad, y este es el mensaje fundamental, es que las patentes son uno de los derechos de tu patrimonio que te permiten mejorar tu competitividad en un entorno mundial. Son un medio para un fin. Si, como te decía Josu Jon Imaz, lo que se hace es mejorar procesos, el valor incremental ahí quizás no sea tanto y no se justifica el recurso a las patentes. Depende mucho del negocio y del entorno. Las compañías que compiten en un entorno mundial saben que, si tienen competidores directos en una tecnología concreta, la patente es una herramienta muy útil. Pero todo depende de si se es muy intensivo o no en conocimiento. Una farmacéutica nunca se va a plantear no patentar, la clave es analizar qué ventaja competitiva queremos mantener.
Eugenio Mallol.-Esto confirma lo que nos tememos todos, que el bajo nivel en patentes es un reflejo de que no somos muy intensivos en conocimiento.
Nuria Marcos.-Esa sí es una realidad. En el entorno del Covid, cuando ha hecho falta de repente innovar, se han tenido que activar básicamente los centros públicos de investigación: los OPI (organismos públicos de investigación), el CSIC, el Instituto Carlos III, han sido tractores. Los fondos Next Generation nos dan una gran oportunidad de nuevo, vía colaboración público-privada, para que las empresas cofinancien proyectos de I+D. Si es así, conseguiremos que se destine más presupuesto y las patentes serán más necesarias. Pero tenemos que concienciarnos de que para ser más competitivos de verdad tenemos que ser más intensivos en conocimiento.
Eugenio Mallol.-Ahora vienen, en efecto, los fondos de los planes de recuperación y, al no haber generado conocimiento, tendremos que comprarlo fuera. Todo indica que, por muy atractivos que sean los proyectos que pongamos en marcha, haremos grandes inversiones con tecnología de otros.
Nuria Marcos.-Habría que aprovechar esta ocasión para todo lo contrario. Hay que disponer de una industria más potente, que nuestras pymes tengan un producto tecnológico, que puedan elevarlo y llegue al mercado, que crezcan con una estrategia de propiedad intelectual adecuada a su tamaño y a su recorrido. Los fondos deberían ayudar también a acercar el entorno de lo público, donde hay mucha investigación básica de la que tirar. No comprar tanta tecnología de terceros países, china o americana, sino potenciar la propia. Y para eso, el único camino adecuado es protegerlo mediante propiedad intelectual.
Eugenio Mallol.-En realidad, los fondos deberían ser una palanca para cambiar el modelo económico. Cuál es la experiencia en PONS IP hasta el momento. ¿Vamos en el camino adecuado de aprovechar en ese sentido los fondos?
Nuria Marcos.-Veo mucha inquietud y mucho desconocimiento. Es importante ser menos opacos y más abiertos, porque los que han presentado sus propuestas y declaraciones de interés no tienen visibilidad sobre si están bien enfocados. Lo ideal sería generar consorcios grandes público-privados y generar cooperación en los ámbitos en los que de verdad pudiéramos ser buenos. Es un momento crítico para eso. Los despachos tenemos la gran tarea de vertebrar, mediante derechos de propiedad intelectual, el reparto de titularidades y de explotación de todos los activos que surgen de estos proyectos y permitir que funcionen las reglas de juego. En los consorcios europeos del Horizonte 2020 y ahora en Horizon Europe ya se está haciendo así.
Eugenio Mallol.-Hace unos años nos hubiera parecido impensable hablar de la protección de intangibles que hoy están sobre la mesa, y no sólo los que tienen su origen en el desarrollo de software o en la posibilidad de reproducir al infinito productos y servicios una vez digitalizados, sino también las obras de creación autónomas de la propia inteligencia artificial. La regulación siempre va por detrás, pero desde hace tiempo es difícil quitarse la sensación de que tenemos una normativa analógica para una era digital. Estos días se ha abierto un debate en la sociedad sobre la liberación de las patentes de las vacunas del Covid que apunta precisamente al fondo de la cuestión.
Nuria Marcos.-En una entrevista reciente, Bill Gates rechazaba que la estrategia de protección intelectual hubiera sido un obstáculo para las vacunas, ya que en su opinión pone orden en el mercado. Y es así. La propiedad industrial tiene la suficiente amplitud como para ir extendiéndose a los distintos sectores tecnológicos. Hay que hacer siempre modificaciones, armonizar y tener en cuenta nuevas tecnologías y activos, pero la legislación es suficientemente elástica. En el caso de las vacunas hemos visto la posibilidad de desbloquear en algunos países las patentes, hay herramientas que están ahí y en la mayoría de los casos ni siquiera hace falta acudir a ellas porque en el entorno de la propiedad intelectual existe un amplio margen de negociación.
Eugenio Mallol.-La Ley de Patentes y Marcas española está ahora mismo en periodo de consulta. ¿Qué debería incorporar?
Nuria Marcos.-La transformación digital, y el Covid lo ha acelerado, nos ha permitido adelantar la reflexión hacia cosas como la gemelización digital de todos los modelos de negocio: habrá que dar soluciones si quieres tener un modelo digital de tu fábrica, y la propiedad intelectual actual lo permite. Se incorporarán nuevas modalidades de marcas que permitan al sector del marketing proteger elementos como marcas de posición y marcas de movimiento, que hasta ahora no se incluían. O la patentabilidad del software. Europa no tiene una regulación expresa y, aunque se puede patentar como contribución técnica, la ley es muy taxativa en su redacción. Esa es una de las cosas que se están replanteando, porque en otros países no es así y ayudaría al desarrollo del sector.
Eugenio Mallol.-Un 30% de las empresas que no patentan opta por el secreto industrial o por los registros privados para proteger sus invenciones. Estamos convencidos probablemente de que no hace falta más.
Nuria Marcos.-Aquí tenemos que generar más cultura aún que en las patentes. La gente piensa que por firmar un acuerdo de confidencialidad, un NDA (non disclosure agreement), ya tiene el secreto empresarial, y ni mucho menos es así. El secreto industrial es una muy buena medida, siempre y cuando podamos asegurar que cumple lo que la normativa exige. Muchas veces crees que estás protegido y en realidad necesitas adoptar otras medidas jurídicas, tecnológicas y físicas que permitan de verdad identificar que la información es secreta, establecer los canales adecuados para que permanezca así y que suponga verdad una ventaja competitiva. Lo que nos lleva a la obligación de definir un protocolo específico para todo este tipo de medidas, implantarlo y hacer seguimiento.
Eugenio Mallol.-Las universidades están solicitando unas 300 patentes al año, pero no son las que más beneficio económico extraen de ellas, según el SICTI (Sistema de Información de Ciencia, Tecnología e Innovación), ni siquiera… ¡en términos absolutos! Qué está pasando con la transferencia tecnológica.
Nuria Marcos.-Al sistema innovador tenemos que darle todavía una vuelta. La OCDE está estudiando en nuestro país, a petición entre otros de la Oficina Española de Patentes y Marcas, a las distintas entidades del ecosistema innovador, desde universidades a OPI, centros tecnológicos, parques científicos, startups, spin off, a nivel estatal y autonómico, para ver de verdad cuáles son las que potencian la transferencia de conocimiento a la sociedad. Las oficinas de transferencia de las universidades, que son las que tradicionalmente han gestionado la protección intelectual que se genera en ellas, no consiguen en gran medida su objetivo. Y ahí hay que hacer una reflexión. En mi sector tenemos un problema tradicional con las patentes curriculares, que se hacen para engrosar el expediente del investigador, pero no para la explotación de negocio. Los centros tecnológicos funcionan mucho mejor, porque están pegados a las empresas.
Eugenio Mallol.-Llevamos hablando décadas de ello y no hay forma de arreglarlo.
Nuria Marcos.-Para que en las universidades, los centros públicos de investigación, los OPI, se creen empresas tecnológicas que exploten activos generados en ese entorno hace falta mejorar la posibilidad de participar, las dedicaciones, los tiempos y las incompatibilidades del personal investigador. También se tiene que adecuar el entorno de fiscalidad, porque las pymes necesitan facilidades, incentivos, ayudas para dar el salto, generar una estructura que les permita sobrevivir y crecer en tamaño. Y por parte de la ciencia hay que focalizar más en qué queremos ser buenos. Que una parte de los fondos vayan pensados a montar un gran hub del vehículo eléctrico en España me parece una buena decisión. Saquemos una conclusión de en qué somos buenos y tratemos de potenciar nuestras capacidades.
Eugenio Mallol.-En PONS IP estáis experimentando con blockchain en el proyecto Safe Evidence. En muchos ámbitos se proyecta un tipo de securización y trazabilidad que no necesita entes centralizados, más distribuida. Pueden ser una alternativa a los registros oficiales actuales.
Nuria Marcos.-El blockchain o la inteligencia artificial son muy útiles al servicio de finalidades concretas, como securizar un trámite de una marca o un dossier de prueba de renombre de un cliente. Es algo en lo que están trabajando las oficinas públicas de marcas. Las oficinas públicas están trabajando en soluciones de blockchain para mejorar la trazabilidad o temas de piratería, pero sustituirlos del todo no, porque tendrá que haber funcionarios que examinen, aunque pasen muchos filtros tecnológicos, siempre tendrá que haber alguien que ponga en valor o tome la decisión. Será un trabajo complementario, igual que cuando nosotros usamos una herramienta de machine learning tiene que haber un abogado detrás que forme el algoritmo o le dé feedback para mejorar las búsquedas que hace, recogerlas y usarlas para la resolución de un conflicto. Interacción humana con las máquinas habrá siempre. No hay que evitarlo, sino adelantarse.