Dos informes para el Año de la Cuántica: adiós a los qubits como indicador e integración con IA y superordenadores

En 2025, la computación cuántica avanza más allá del laboratorio, pero aún enfrenta importantes desafíos para alcanzar un impacto generalizado: a pesar del reconocimiento internacional y los avances en hardware, la falta de software sólido, talento especializado y una visión clara limitan su adopción masiva
María José Martínez
11 de junio de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Dos informes para el Año de la Cuántica: adiós a los qubits como indicador e integración con IA y superordenadores

La ONU declaró 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica, reconociendo el potencial transformador de esta disciplina en áreas clave como salud, energía, ciberseguridad, inteligencia artificial y sostenibilidad. Coincidiendo con esta designación histórica, dos informes de referencia, el MIT Quantum Index 2025 y el State of Quantum 2025 (elaborado por IQM y Omdia) ofrecen una radiografía exhaustiva del estado actual y futuro de la computación cuántica. Su conclusión es clara: estamos en un punto de inflexión. La cuántica ha dejado de ser una promesa lejana y está entrando en la fase de impacto tangible.

Ambos estudios muestran que el número de qubits ya no es la métrica principal. La industria cuántica está girando hacia indicadores más relevantes: fidelidad, coherencia, volumen cuántico y circuitos ejecutables antes de que se pierda la superposición.

Según el MIT, los dispositivos superconductores y de iones atrapados han alcanzado fidelidades por encima del 99,9%. IQM, por su parte, confirma una coexistencia tecnológica donde diversas modalidades (como fotónica, átomos neutros o NV centers) se perfilan como soluciones complementarias, más que competidoras.

El State of Quantum 2025 identifica al software como el freno más crítico para la adopción masiva. Las herramientas actuales están fragmentadas, atadas a hardware específico y carecen de estabilidad entre versiones. Esto dificulta la experimentación, la portabilidad y el escalado.

El MIT también advierte sobre la necesidad urgente de pasar de benchmarks abstractos a métricas orientadas a aplicaciones. Iniciativas como Qrisp, un lenguaje de alto nivel que abstrae los circuitos cuánticos, muestran el camino hacia un desarrollo más accesible, transversal y productivo.

Los investigadores del MIT han desarrollado una calculadora para estimar la Ventaja Económica Cuántica. Bajo ciertos escenarios, algoritmos de química cuántica podrían superar a sus equivalentes clásicos entre 2030 y 2035. No obstante, esta predicción depende de múltiples variables: error por puerta, fidelidad del hardware, avances en compilación y corrección de errores.

IQM, en cambio, identifica ya aplicaciones experimentales prometedoras en sectores como materiales, farmacéutica, finanzas y logística. Sin embargo, en casi todos los casos se trabaja con ‘toy problems’, es decir, modelos reducidos que permiten validar la tecnología, aunque aún lejos de uso comercial generalizado.

IA, HPC y computación híbrida

Ambos informes destacan una tendencia clara hacia la integración entre computación cuántica, inteligencia artificial (IA) y high-performance computing (HPC). La cuántica ya se perfila como un acelerador más, al estilo de las GPUs, en infraestructuras híbridas.

Mientras el MIT subraya proyectos pioneros como el de Oak Ridge National Laboratory, que integra computación cuántica en entornos de supercomputación de última generación, y el programa EuroHPC, que promueve la interoperabilidad entre HPC y plataformas cuánticas en centros europeos, IQM pone el foco en el papel emergente de la inteligencia artificial como catalizador del desarrollo cuántico.

La IA está siendo utilizada no solo para generar automáticamente circuitos cuánticos optimizados, sino también para afinar secuencias de pulsos en sistemas analógicos como los de iones atrapados o átomos neutros, mejorar la transpilación entre lenguajes y hardware cuántico, y reducir la profundidad de los algoritmos para que se ejecuten dentro del breve intervalo en que los qubits mantienen la coherencia.

Además, ya se exploran herramientas de IA para automatizar tareas de control y lectura, gestionar errores dinámicos y asistir en el desarrollo de algoritmos variacionales y paralelización cuántica, lo que abre la puerta a un nuevo nivel de rendimiento en arquitecturas híbridas.

Obstáculos para el salto

Tres obstáculos recurrentes surgen en ambos informes. En primer lugar, un déficit de talento. Faltan ingenieros cuánticos, desarrolladores y expertos en algoritmos capaces de traducir problemas reales a lógica cuántica. En segundo lugar, mencionan una inversión asimétrica, ya que Norteamérica concentra el 58% del capital, mientras que Europa, aunque es más activa en startups, recibe menos financiación y carece de fondos de crecimiento. Por último, el ‘problem finding’: la mayoría de los usuarios aún no sabe si sus retos pueden beneficiarse de la cuántica. Identificar ‘problemas cuánticos’ es hoy más difícil que resolverlos.

Ambos informes coinciden en que la computación cuántica es ya un tema geoestratégico. EE.UU., China, Japón y la Unión Europea han declarado la tecnología como sector prioritario. Programas como EuroHPC, NEDO en Japón y el QC User Program del DOE en EEUU están financiando el acceso, desarrollo y despliegue de infraestructuras cuánticas. En paralelo, la ciberseguridad acelera la transición a criptografía post-cuántica, y se perfilan nuevas redes cuánticas de comunicación, aunque aún en fase precomercial.

Tanto el MIT como IQM concluyen que 2025 no será el año de la supremacía cuántica, pero sí el inicio del despliegue de la computación cuántica en sectores específicos. La revolución será gradual, interdisciplinaria y profundamente dependiente de una visión de conjunto: hardware confiable, software usable, integración con IA y HPC, y un ecosistema humano preparado.

Este Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuántica puede leerse como una advertencia a prepararse para un nuevo paradigma, donde lo cuántico dejará de ser un experimento y pasará a ser infraestructura crítica.

(State of Quantum 2025)

(MIT Quantum Index 2025)

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