
El reloj de la transición energética se acelera en Europa: la industria pierde interés por los países más lentos

El 22 de abril se celebra el Día de la Madre Tierra, que este año está dedicado a las energías renovables. España parte de una situación alentadora, sobre todo en cuanto a generación de origen eólico y solar. Pero es momento de tomar la acción y de reaccionar, frente a nuevos desafíos geopolíticos y una competitividad internacional cada vez más acelerada.
La situación de partida es clara: las medias tintas en cuanto a la transición energética quedaron atrás hace mucho tiempo. De hecho, la reciente encuesta «Powering up: Business perspectives on shifting to renewable electrical«, realizada por Savanta a líderes empresariales de 15 países diferentes, muestra que el 97% de ellos respaldan un abandono del carbón y otros combustibles fósiles, y casi el 78% apoyan el cambio a un sistema eléctrico basado en energías renovables para 2035 o antes. Además, el estudio muestra una advertencia clara: la mayoría de empresas sugieren que se reubicarán si los gobiernos no actúan. Necesitan situar sus operaciones y cadenas de suministro en mercados con mejor accesos a sistemas energéticos basados en energías renovables en el plazo de cinco años. Y hay más: el 77% vincula las energías renovables con el crecimiento económico, mientras que el 75% las considera claves para la creación de empleo.
Está claro que el reloj se ha acelerado y no hay tiempo que perder. En un contexto geopolítico en el que la energía se ha convertido en moneda de cambio, Europa necesita reducir su dependencia energética de combustibles fósiles y aumentar el peso de las renovables. PwC señala en su reciente informe “Descarbonización y competitividad: el Clean Industrial Deal como motor europeo” que Europa tiene el potencial de avanzar hacia una mayor autonomía energética gracias a sus renovables, y que esto podría traducirse a largo plazo en una reducción de costes. La aceleración de la electrificación es clave para capturar cada vez más horas de energía accesible, que derivaría en un menor coste para la industria y, por ende, una vía para el incremento de la productividad.
De la transición energética a la competitividad
El esfuerzo normativo de la UE ha permitido que el continente se erija como líder en la transición energética, superando en 10 puntos a economías como EEUU y China. Pero esto no se ha traducido en un incremento de la competitividad industrial. La brecha en el PIB entre la UE y EEUU ha aumentado de forma considerable en los últimos 20 años: actualmente se sitúa en un 44%. En España, por ejemplo, en 2023 solo el 16,7% del PIB fue del sector industrial.
A esta situación se le suma la aparición de otra brecha, esta vez en términos de innovación, entre la UE y economías como China, que avanza velozmente en tecnologías renovables o vehículos eléctricos. Su capacidad de adaptación a los desafíos globales y a liderar la electrificación de su economía son más que evidentes.
Para revertir toda esta situación de dependencia energética e impulsar definitivamente a las renovables, “la UE debe implementar políticas que estimulen la inversión, favorezcan un entorno empresarial más atractivo y fomenten la colaboración de los sectores público y privado”, según señala el informe de PwC.
En España, la Ley de Industria y Autonomía Estratégica pretende revitalizar el sector industrial español para adaptarlo a los desafíos actuales y futuros. Su hoja de ruta marca el fomento de la digitalización, la eficiencia energética y la sostenibilidad, promoviendo la innovación tecnológica. Estos objetivos se alinean con los expresados por Mario Draghi en su informe de finales de 2024, en el que destacaba la falta de acceso a energía competitiva como un obstáculo para la industria, sugiriendo el impulso de las energías renovables, la diversificación de fuentes y la mejora de la eficiencia energética.
Regulación proactiva
El ambicioso Clean Industrial Deal de la Comisión Europea, que establece acciones en pro de la descarbonización, la reindustrialización y la innovación, contempla la reducción de los costes de la energía y la financiación de la transición hacia una energía limpia. Esta ambición debe convertirse en acción, en medidas claras y concretas que permitan al continente retomar posiciones para la reducción de la dependencia energética, con tal de retomar las riendas de su liderazgo industrial. Pero, sin duda, el Clean Industrial Deal marca una fase crucial para iniciar el camino de la competitividad dentro de un marco de sostenibilidad energética.
Y algo fundamental es que Europa está pasando de un enfoque basado en objetivos regulatorios a permitir y financiar la transformación industrial de manera proactiva. El Banco Europeo de Descarbonización tiene como objetivo movilizar más de 100.000 millones de euros para avanzar en tecnologías de reducción de carbono, como la energía del hidrógeno y las soluciones de captura de carbono.
Recientemente, la Comisión Europea ha aprobado ayudas por valor de 400 millones de euros para apoyar la producción de hidrógeno verde renovable, a través de la herramienta del Banco Europeo del Hidrógeno. Con esta acción se apoyará la construcción de hasta 345 megavatios de capacidad instalada de electrolizadores y de hasta 221.000 toneladas de hidrógeno renovable en nuestro país. Se calcula que, con esta medida, se contribuirá a evitar hasta un millón de toneladas de CO2. Además, contribuirá a los objetivos del Clean Industrial Deal y a reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos.
Más medidas se van sumando, como la reciente consulta pública para conocer las necesidades de inversión del sector de la energía nuclear en la UE, que contribuirán a la actualización del Programa Indicativo Nuclear (PINC). El PINC tratará de aclarar las necesidades de inversión pertinentes tanto para los proyectos de nueva construcción como para las ampliaciones de la vida útil de los reactores existentes. También, destacará las oportunidades para el desarrollo en la UE de las tecnologías nucleares innovadoras y su despliegue, como la apuesta por pequeños reactores modulares, el SMR y la fusión. Es significativo, tras ocho años sin muestras de preocupación sobre el escenario nuclear.
Le eólica también reclama su puesto en esta carrera contrarreloj. La patronal WindEurope defendió en su reciente evento anual que “la energía eólica es una fuente de energía completamente local que refuerza la seguridad energética, la resiliencia y la independencia de Europa”. Sin embargo, señalaba que Europa no está construyendo suficientes parques eólicos nuevos para mantener su competitividad. “Está muy rezagada en cuanto a expansión de la red, permisos y electrificación”. E incluso citaba “tres sencillos pasos” para “acelerar el proceso e impulsar la seguridad energética y la competitividad de Europa”: eliminar “los proyectos zombi” de las colas de conexión a la red, permitir que la industria obtenga ayudas estatales para electrificarse con PPAs renovables, y reducir los riesgos en inversiones de energía eólica.
Volviendo a la encuesta inicial, las empresas encuestadas identificaron los siguientes obstáculos para la transición energética: una infraestructura nacional insuficiente para almacenar y distribuir electricidad renovable (38%), disponibilidad insuficiente de fuentes de electricidad renovables (37%), apoyo político y regulatorio (36%) y ausencia de políticas y planes energéticos detallados (34%). La industria reclama más inversión y más regulación proactiva, y espera que sus gobiernos lideren con hojas de ruta detalladas esta transición, para asegurar la competitividad y el incremento de la productividad durante los próximos años.
¿Está Europa en el camino correcto?