Necesitamos un nuevo ‘desembarco de Normandía’ tecnológico y cultural
Europa necesita con urgencia una acción efectiva y concertada en defensa de la democracia, que vaya más allá de los informes que han venido impulsando tanto la Comisión como el Gobierno de EEUU, porque la revolución digital ha devenido también en una herramienta propicia a la polarización y el autoritarismo y está removiendo los cimientos de los valores occidentales
No estuvimos en Normandía, desafortunadamente. Hoy vivimos bajo la protección de las partículas incandescentes de aquellos corazones valientes abrasados, de quienes dieron la vida por la libertad. Pero la tarea permanece inacabada. Resulta evidente que Europa necesita un nuevo ‘desembarco de Normandía’, esta vez de naturaleza tecnológica y cultural. El objetivo debe ser el mismo: salvar a la democracia. Las elecciones del 9-J deberían vivirse con esa sensación de urgencia, y es probablemente el hecho de que no sea así el síntoma más claro de que estamos perdiendo la batalla.
Hace un par de años, el Gobierno de Estados Unidos y la Comisión Europea dieron impulso a una serie de iniciativas dirigidas a asegurar el futuro de la democracia amenazada. Sus acciones debían correr en paralelo -informar incluso-, al fabuloso programa de reformas y de planes de actuación presentados en este tiempo en prácticamente todos los ámbitos estratégicos de intersección entre el mundo de la investigación científico-tecnológica y la empresa. Con todos sus defectos, menos mal que tenemos a Europa.
La Administración Biden lanzó, tras lo que denominó la Cumbre para la Democracia, tres ‘Grandes Desafíos Internacionales sobre Tecnologías para Afirmar la Democracia’. El propósito era movilizar a innovadores, inversores, investigadores y empresarios y apoyar a las tecnologías con valores democráticos arraigados en todas las etapas de su desarrollo y uso.
El Tech4Democracy Global Entrepreneurship Challenge, recayó en la española IE University, que se puso a trabajar con la Embajada de Estados Unidos en Madrid en la organización de concursos de startups (Venture Days) en África, Asia-Pacífico, Europa, Norteamérica y Sudamérica para buscar las innovaciones más prometedoras en los sectores emergentes CivTech y GovTech.
Tras conocer las propuestas de más de 300 organizaciones de 68 países, la startup chilena Evoting, que organiza elecciones electrónicas seguras utilizando criptografía, fue elegida ganadora. La iniciativa debía culminar en un informe cuyas conclusiones se presentaron en la segunda Cumbre por la Democracia, celebrada en Washington en marzo de 2023. Y hasta ahí hemos llegado. Un informe.
Bruselas puso en marcha la Conferencia por el Futuro de Europa y encargó, claro, otro informe. Para elaborarlo, se adoptaron iniciativas ocurrentes como la de reunir en Florencia, a instancias del European University Institute, a 200 personas escogidas aleatoriamente entre los 27 estados miembro para que aportasen ideas. El documento confirmó que, pese a no ocupar portadas en los medios de información, el tema ‘Democracia europea’ registró el mayor número de contribuciones, ya sea en forma de ideas, comentarios o eventos, por delante incluso de la categoría ‘Cambio climático y medio ambiente’.
Se hablaba de potenciar la federalización como una de las posibles vías para reforzar a la UE, pero sobre todo se destacaba el clima de decepción, de pérdida de entusiasmo por los valores europeos,. Escuece el crecimiento económico de algunas sociedades autoritarias, incluso su preeminencia en determinadas áreas de innovación tecnológica, y el auge de los populismos en nuestro continente.
La Conferencia sobre el Futuro de Europa presentó 49 propuestas a las instituciones europeas y la Comisión reunió las primeras líneas de acción en su comunicación «Transformar la visión en acciones concretas». En cuatro de las cinco iniciativas anunciadas en el programa de trabajo de la Comisión para 2023 la Comisión aseguró haber seguido las indicaciones de la Conferencia y, en este tiempo, los comisarios comandados por Ursula von der Leyen dicen haber implementado cerca del 95% de las medidas propuestas.
Llevamos tres décadas en las que el número de países que evolucionan hacia regímenes autoritarios ha sido superior al de los que lo hacen hacia la democracia, según constatan organizaciones como IDEA Internacional, que ha utilizado términos como “tormenta perfecta”, en línea con el de “policrisis” del Foro Económico Mundial. “La respuesta a la globalización que venía a salvarnos e igualarnos a lomos de internet está demostrando ser más fuerte que la globalización misma, como si de una enfermedad autoinmune se tratara. La luz de la Ilustración se está quedando sin batería”, escribí en su día.
La tecnología digital está absorbiendo buena parte de esa energía. El exasesor adjunto de seguridad nacional para comunicaciones estratégicas de Barack Obama, Ben Rhodes, autor del libro ‘After the Fall: Being American in the World We’ve Made’, asegura que “las plataformas que al principio conectaban a las personas se han convertido en los vehículos perfectos para la desinformación y la vigilancia”.
El psicólogo social John Haydt explica que, coincidiendo con las revueltas de la Primavera Árabe, llegó el botón de ‘Me Gusta’, y eso condujo a la segmentación de mercados, lo que impulsó el marketing digital que, en plena crisis del periodismo, ha servido de palanca para la polarización social y el descrédito de la democracia, ingredientes principales de la desglobalización.
Slavoj Žižek, profesor de la European Graduate School , sostiene que tanto el movimiento ‘Woke’ como el ‘Alt-Right’ viven instalados en las élites sociales, culturales y económicas de ese mismo mundo que intentan transformar. “La cuestión no es que ‘izquierda’ y ‘derecha’ sean nociones obsoletas, como se escucha a menudo, sino que las guerras culturales han desplazado a la lucha de clases como motor de la política”, afirma. Uno de los componentes clave de la cultura es la innovación tecnológica.
El profesor canadiense Jordan Peterson interpretó la invasión de Ucrania ordenada por Putin como una guerra civil en Occidente, cuyos bandos más belicosos serían los colectivos ‘Woke’ y ‘Alt-Right’, defensores de los valores y las raíces cristianas que habrían hecho grande a la civilización y están dispuestos a bombardear a civiles indefensos en el Donbass para protegerlos.
Las elecciones del 9-J deben ser el desembarco de Normandía de quienes creen en los valores europeos ligados al Estado de Derecho y al libre mercado. No podemos quedarnos sólo en informes bienintencionados, porque la democracia está siendo agredida. Hemos concienciado al mundo de la necesidad de actuar para frenar el cambio climático, ahora debemos establecer el valor de la libertad.