La excelencia y el compromiso traerán las estrellas
Un propósito para el nuevo año: comprometerse con el desarrollo profesional de nuestro equipo y hacer posible que surjan emprendedores en el entorno de las propias empresas, el autor pone como ejemplo de apoyo a la generación de un ecosistema avanzado a la cocina vasca y propone extenderlo al ámbito de las tecnologías habilitadoras de la industria 4.0
Desde hace mucho tiempo admiro a la cocina vasca, no seré yo quien se la descubra a nadie. Con poco más de veinte años tuve la suerte de que me invitaran a cenar al restaurante de Juan Mari Arzak y desde entonces no paro de buscar excusas para experimentar y disfrutar, primero con los promotores de la nueva concina vasca y luego con sus nuevos exponentes. He disfrutado tanto en Zarauz con Karlos Arguiñano, como en el monte Igeldo con Pedro Subijana. No me puedo olvidar de la experiencia de participar en un curso de cocina en el Basque Culinary Center con mi hijo Álvaro.
Para mí, detrás de la mejor cocina del mundo, hay un claro compromiso con la excelencia y el desarrollo del talento. Sólo hay que analizar la carrera profesional de muchos de estos grandes maestros para identificar que, desde la generosidad y la vocación por desarrollar su legado, los grandes promotores de la nueva cocina vasca fueron capaces de crear un motor de desarrollo económico del territorio. Eneko Atxa se formó en casa de Martin Berasategui y de Andoni Luis Aduriz. El propio Adoni Luis Aduriz, se formó en casa de Juan Mari Arzak y de Pedro Subijana, entre otros. La cadena no para, te invito a revisarla.
¿Qué podemos aprender de este ejemplo desde el sector de las tecnologías habilitadoras en España? Me gustaría que me contarais historias de personas con gran talento que desarrollaron proyectos de emprendimiento desde otras empresas. Yo conozco algunos, pero honestamente no son tan espectaculares como los de la cocina vasca. No veo grandes mentores que hayan permitido desarrollar carreras profesionales de sus mentorizados alrededor de ellos. Aunque no me guste personalizar, en mi caso yo sí tuve la suerte de que Tobías Martínez, entonces CEO de Cellnex Telecom, me diera el empujón definitivo para terminar de desarrollar mi proyecto personal en FOM.
La mayoría de las empresas tecnológicas de nuestro país en estos momentos ya disponen de su presupuesto 2024 y seguramente de los principales indicadores por los que medirán el éxito o no éxito del próximo ejercicio. Me gustaría saber si el desarrollo personal y profesional del equipo directivo forma parte de estos indicadores y, de existir, cuáles son las métricas definidas para evaluarlo.
Recuerdo perfectamente el concepto que compartió Agustín J. Sáenz, director de estrategia, tecnología y mercados en TECNALIA, en una #HoraPremium de la última edición. Según nos comentó, su padre le decía: “Agus, la generosidad es rentable”. Me gustaría entender que, más allá de que la generosidad pueda ser rentable, el compromiso por el desarrollo personal de los equipos tecnológicos sea más que una acción de generosidad, como sucede en el caso de los grandes maestros de la cocina vasca. Aunque la generosidad sea marca de la casa, el compromiso con el legado está arraigado profundamente en un colectivo profesional del que tenemos mucho que aprender desde la tecnología.
Creo que de cada emprendedor tecnológico deberían surgir dos o tres más a lo largo de su carrera. No estoy seguro si esta motivación está detrás de muchos de mis colegas. De hecho, en las reuniones de emprendedores he podido observar que las motivaciones extrínsecas tienen mucho más peso que las intrínsecas y por supuesto que las transcendentales.
Os propongo a todos aquellos que tenemos responsabilidades en empresas tecnológicas que revisemos por un minuto al comienzo de este nuevo año cuál es nuestro compromiso con el legado. Yo he podido ser beneficiario del compromiso de uno de estos empresarios: Juan Roig, presidente de Mercadona, a través de su vehículo de mentorización de startups, Lanzadera. Pero me gustaría ser más concreto en la propuesta y aterrizarla todo lo que podamos. ¿No sería lógico analizar al final de cada ejercicio cuál ha sido el desarrollo personal y profesional de nuestros equipos y qué posibilidades les estamos dando para desplegar sus propios proyectos de forma independiente, desde el emprendimiento, en el caso que sea de su interés?
Estoy seguro, como dice el padre de Agus, de que si nos preocupamos por este tipo de cosas, va a resultar rentable como sector, al igual que lo ha sido para la cocina vasca. Quizás en unos años dejemos de anhelar que en cada uno de nuestros territorios surja un Silicon Valley y estaremos más próximos a crear un auténtico sector tecnológico colaborativo y comprometido con el desarrollo del talento. Espero que mi propuesta no quede en un propósito buenista del último ATLASTECH REVIEW de 2023 y podamos ver algún avance y resultado a finales de 2024.
Estoy convencido que, desde la generosidad, con excelencia y compromiso, aparecerán las primeras estrellas Michelin para el sector tecnológico en España.