Gracias por tanto, Mario

La vida nos da pequeños privilegios. No siempre somos conscientes de ello. En mi caso desde muy pequeño me considero un privilegiado porque he podido conocer, admirar y disfrutar de la amistad de grandes personas. Para mí, tener la oportunidad de disfrutar de la sabiduría de los demás es uno de los mayores regalos que te puede dar la vida. La máxima expresión se alcanza cuando además eres capaz de colaborar con gente eminentemente sabia.

Mario Tascón ha fallecido, para mí un referente, una fuente de sabiduría y generosidad de la que la vida me ha permitido disfrutar.

Conocí a Mario en agosto de 2018 en Ponferrada, en una mesa redonda sobre digitalización incluida dentro de unas fantásticas jornadas que organizó Alfonso Diez, colaborador de Atlas Tecnológicos y buen amigo, en Villar de los Barrios. Las jornadas eran culturales y una magnífica oportunidad para conocer uno de los territorios que a día de hoy más aprecio, el Bierzo. Lo que no sabía es que, aceptando la invitación, me metía a debatir y dialogar con gente de tanto nivel como Rodolfo Carpintier, Juan Antonio Gómez Bule, Alfonso Díez y Mario Tascón entre otros. Recordaré toda mi vida que yo no había preparado mucho la mesa porque no se trataba de exponer nada, sólo de dialogar. Mario intervino unos diez minutos, yo no le conocía de nada y me quedé alucinado, tanto por el contenido como por su forma de comunicar.

Después de ese primer encuentro no he dejado de colaborar con Mario, lo primero que hice fue invitarle a nuestro siguiente Foro Emergentes que organizábamos desde FOM en colaboración con AECTA en Valencia. Me sorprendió la generosidad con la que aceptó la invitación y la humildad con la que vino a Valencia y se fue. Entre medio, dio una impresionante conferencia que sólo hizo aumentar mi admiración por él.

Un tiempo después, y tras algunas conversaciones breves, Mario me llamó por teléfono sorprendido y apasionado. Su conversación fue: “Pablo, te han nombrado director gerente de la Fundación Isaac Peral, tú sabes que yo admiro profundamente a Peral”. A continuación, estuvimos más de una hora al teléfono y Mario me relató con el máximo detalle la vida del innovador español. Solo he conocido a una persona que le conociera mejor, Diego Quevedo, un gran biógrafo. Poco tiempo después y con la autorización de Manuel Torres, presidente de la Fundación, arrancamos la elaboración de un fantástico cómic ilustrado por Raúl Arias y dirigido por Mario. Una experiencia llena de pasión y generosidad en medio del confinamiento.

El siguiente gran evento fue cuando le expliqué que desde FOM queríamos sacar una plataforma para acortar los plazos de la innovación en las empresas industriales. Entonces se llamaba FOM INSIGHTS, pensé que le gustaría el nombre, pero no tardamos en cambiarlo por ATLAS TECNOLÓGICO. En ese momento empecé a trabajar más con el equipo de Prodigioso Volcán y no solo exclusivamente con Mario. Pero desde mayo de 2020 no ha habido un mes que no hablara una hora con Mario para pedirle consejo sobre la evolución del proyecto.

En una de las conversaciones le expliqué que tenía que abrir el accionariado de ATLAS a nuevos socios y él me dijo: “nosotros seremos los primeros en sumarnos a la iniciativa”. Recuerdo perfectamente el sentimiento de orgullo y satisfacción que me produjo saber que el primer accionista, después de los fundadores, sería Prodigioso Volcán. Le pregunté si lo podíamos difundir y me dijo que por supuesto.

Mario ha participado en el primer Diálogos 4.0, ha sido gran cartel de La Hora Premium, articulista de la sección de Actualidad, asesor de contenidos y ponentes en todos los Collaborate y un socio leal desde el primer día. Además vendió uno de los primero proyectos generados a través de Atlas Tecnológico. Un proyecto impresionante en Bodegas El Capricho. Conectar a José Cordón y a Mario Tascón, dos genios de la provincia de León sin que ellos se conocieran hasta el momento, era la mejor forma de empezar a generar proyectos en ATLAS. Para la familia ATLAS un gran impulsor del proyecto. Recordaré toda mi vida ese viaje con Mario y Javier G. Recuenco. Menudas siete horas hablando de todo. Otro gran privilegio.

Mario era un sabio humilde. Era prácticamente imposible escucharle alardear de algo, solo lo hacía de su mujer, María Moya, no sé cuántas veces me dijo: “Pablo, está muy mal que yo lo diga, pero es que mi mujer es muy guapa”. Me lo dijo tantas veces, en la más absoluta de las confianzas, que un día me llamó para invitarme a un reconocimiento que le hacían como referente español en la historia de Internet. Le pregunté de broma “pero irá tu mujer, ¿no?” Me dijo que sí, y le confirmé que iría. Ese día pude comprobar que Mario no exageraba nada y ver de primera mano la admiración mutua que se tenían.

Gracias Mario por tu generosidad. Gracias a la vida por haberme dado tanto.