Sin los NextGen ¿seguirá España atrayendo sedes?

Queda apenas un año para consumir los fondos europeos del plan de recuperación y la tarea clave ahora consiste en preparar la economía para el momento en el que se esfumen
María José Martínez
23 de octubre de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Sin los NextGen ¿seguirá España atrayendo sedes?

España vive una encrucijada industrial y económica en la recta final de los fondos europeos. Desde 2021 nuestro país ha recibido más de 48.000 millones de euros del
Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, la segunda mayor asignación de la Unión Europea. Sin embargo, la ejecución real de estos recursos avanza a un ritmo preocupante: hasta mayo de 2025, menos de un tercio de los créditos se habían transformado en pagos efectivos, y en el primer semestre de 2025 apenas se ejecutó el 9,3% de lo comprometido. A once meses de que expire el plazo para solicitar los préstamos, España solo ha recurrido al 19% de los 84.000 millones disponibles.

En paralelo, Bruselas ha recortado ya 1.100 millones por incumplimientos en reformas fiscales y digitalización. La prmera pregunta del debate sería: ¿seremos capaces de ejecutar los fondos en plazo? Castilla-La Mancha demuestra que sí es posible, con una gestión del 81%, pero la media nacional refleja un atasco administrativo que, de no corregirse, pondrá en riesgo tanto la modernización de sectores estratégicos como la credibilidad ante la Comisión Europea. El Banco Central Europeo ya ha advertido que las demoras, sumadas a la inflación energética, podrían diluir el impacto de los fondos. Sin agilidad administrativa y apoyo técnico reforzado, España podría desaprovechar una oportunidad histórica.

El segundo debate es aún más trascendental: cuando se agoten los fondos en agosto de 2026, ¿podrá España seguir atrayendo sedes industriales y convertirse en auténtica “sede de sedes”? La respuesta no es unívoca. Multinacionales tecnológicas como Google, Amazon o Microsoft han elegido Madrid, Barcelona y Málaga como hubs regionales, y sectores como el agroalimentario, la automoción y la farmacéutica concentran centros de decisión relevantes. Pero los desafíos son igualmente claros.

España ha caído del top 10 mundial en atractivo para la inversión, superada por Italia, y mantiene debilidades estructurales: rigideces laborales, escasez de perfiles STEM, burocracia lenta y una inestabilidad regulatoria. La consolidación como hub global exige más que fondos: requiere políticas consistentes de atracción de talento, incentivos fiscales estables y un marco regulatorio competitivo. No basta con ser un territorio de filiales productivas: el reto es albergar los centros de decisión donde se toman las grandes apuestas tecnológicas y estratégicas. No basta con ser un territorio de filiales productivas, el reto es albergar los centros de decisión.

El tiempo apremia. Si España logra acelerar la ejecución de los fondos y lo acompaña con reformas profundas podrá consolidarse como referente industrial más allá de 2026. Si no, corre el riesgo de ver cómo la ola de inversión global se desplaza a destinos más ágiles y competitivos. La cuestión no es solo si España está preparada para ejecutar los fondos, sino si está preparada para vivir sin ellos.

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