Reto para una generación: o somos un territorio con innovación de excelencia, o seremos irrelevantes

La Comisión Europea se ha tomado en serio las exigencias del Informe Draghi y todos los territorios, incluidas nuestras comunidades autónomas y el Gobierno central, deberían estar llevando a cabo esta reflexión como propone el New In Valencia Top Tech Challenge: para ser un espacio de innovación de excelencia hay que reunir conocimiento y, sobre todo, demanda capaz de atraer inversión privada, y eso implica política industrial
Eugenio Mallol
23 de noviembre de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Reto para una generación: o somos un territorio con innovación de excelencia, o seremos irrelevantes

Hay que evitar, en la medida de lo posible, los lugares comunes en los debates. En ocasiones, no que más remedio que seguir dragando esos remansos inmensos de palabras gastadas, con la esperanza de estimular la serendipia a través del diálogo, en busca de una frase brillante que nos ayude a ver lo mismo, pero de otra manera.

Entre los lugares comunes más transitados en torno a la tecnología destaca el del cambio cultural. Todos coincidimos en que resulta mucho más difícil cambiar las mentes de los humanos que las de las máquinas y bla bla bla. Nunca será suficiente repetirlo. Hay un cambio cultural urgente, sin embargo, del que se habla menos y que resulta sustancial para responder a la pregunta que nos hemos planteado en el New In Valencia Top Tech Challenge: ¿qué necesitamos como territorio para convertirnos en uno de esos espacios de innovación de excelencia que reivindica el Informe Draghi para Europa?

El cambio cultural que se requiere para ello implica reducir la dependencia de las actividades de I+D de la financiación pública y convertirse en un destino atractivo para la inversión privada en actividades de alta tecnología. Lo dijo el científico y emprendedor José Capmany en la reunión del sector de semiconductores en el Collaborate de Barcelona: “la cuestión no reside en financiar proyectos sin orientación estratégica clara, sino que, para asegurar una soberanía tecnológica, se necesita desarrollar la propia tecnología en Europa y fortalecerse respecto a China o EEUU”.

Teresa Cervero, del Barcelona Supercomputing Centre, apostilló a continuación en esa misma reunión: “es necesario reducir la dependencia de la financiación pública y fomentar un modelo que incentive la inversión privada”. Precisamente por eso, cualquier política de fomento de la innovación y la I+D de excelencia debe ser también una política industrial.

La inversión del sector tecnológico se localiza allí donde hay conocimiento y, sobre todo, demanda. Que se lo digan a las empresas que están planificando la construcción de centros de datos. También inciden asuntos como los costes de la energía, el acceso a materias primas y las ayudas públicas, por supuesto, pero la demanda es la clave. En el caso de Europa, si hubiera un mercado único real, sería menos importante el país en el que estuviera concentrada esa demanda, pero mientras eso no sea así España no reúne hoy suficiente masa crítica para condicionar la toma de decisiones de las compañías que lideran la innovación.

No es un problema exclusivo de nuestro país, insisto. En el Informe Draghi, se dice que “las actividades de innovación de la UE se concentran principalmente en sectores con una intensidad de I+D media a baja”, lo que “podría empujar a la UE a una trampa de tecnología media”.

Su solución es, en primer lugar, un cambio de paradigma total en el sistema de ayudas públicas a la I+D y la innovación. Plantea romper con el modelo de Horizon Europe que produce grandes avances, pero llena también infinidad de cajones con proyectos sin aplicación en el mercado y combatir la fragmentación de la I+D, reduciendo el poder local y potenciando la visión Europa. Mario Draghi quiere más proyectos de excelencia y un apoyo más eficaz al emprendimiento de base científico-tecnológica. Muchos van a ver peligrar su statu quo.

Propone también incidir en esa normativa obstaculizante y pegajosa que nos impide avanzar. “Varias diferencias regulatorias, fiscales y legales entre los Estados miembros limitan la capacidad de las empresas de la UE para escalar de manera eficiente y aprovechar al máximo las ventajas del mercado único de la UE”, añade el informe, una parte que no suele aparecer en los discursos de los políticos al referirse a él. Y añade explícitamente: “el amplio y estricto entorno regulatorio de la UE (ejemplificado por políticas basadas en el principio de precaución) puede, como efecto secundario, restringir la innovación”.

Asimismo, “las empresas de la UE enfrentan costes de reestructuración más altos en comparación con sus pares estadounidenses, lo que las coloca en una posición de enorme desventaja en sectores altamente innovadores”, sostiene Draghi. Si queremos ser una sociedad innovadora y no competir por costes tenemos que disponer de una regulación adecuada para el nuevo entorno con el alcance más amplio posible.

Europa cuenta con recursos suficientes y un ecosistema próspero para impulsar un sector tecnológico con capacidad de liderazgo a nivel mundial. El Informe Draghi falla probablemente en la parte relacionada con la política industrial. ¿Cómo fomentamos la demanda? Movilizar 800.000 millones de euros al año, como sugiere, procedentes de los presupuestos públicos de la Comisión, para promover la innovación en Europa, puede alargar la dependencia de nuestra economía de los incentivos públicos.

En su día, dije que el problema de Europa es que ha confundido el impulso público de una estrategia de competitividad con el sistema de subsidio y sostenimiento del modelo de bienestar social. La industria centroeuropea está lanzando señales muy claras de alerta sobre su proceso de descomposición y, en lugar de ver ese SOS como una oportunidad para movilizar inversión privada, Bruselas está especulando con plataformas tecnológicas sectoriales que surgen y, como se puede comprobar claramente con las que se crearon para el Horizonte 2020, tan pronto brillan de forma cegadora como desaparecen.

¿Qué debemos hacer como territorio, en cada comunidad autónoma y en España en su conjunto, para convertirnos en un espacio de innovación de excelencia? Lo analizaremos en el New In Valencia Top Tech Challenge, con la mirada puesta en sectores estratégicos como los vinculados a la sostenibilidad medioambiental, el reencuentro de las personas y las ciudades, la electromovilidad y el diálogo entre la microelectrónica y la industria 4.0. La tecnología top es nuestro gran desafío hoy y, sin política industrial y cesiones de soberanía para construir el mercado único, no conseguiremos atraerla.

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