Peña Galiano: «Si cambia el modo de mover materia, desde la comida a un televisor, se transformará la ciudad»
El proceso de creación y ejecución del nuevo CaixaForum de València sirve de telón de fondo para una conversación entre el arquitecto Javier Peña Galiano y el analista de innovación Eugenio Mallol acerca de la evolución del metabolismo urbano que se va a producir a raíz del impacto de las tecnologías digitales
Eugenio Mallol.-Abordasteis la creación del Caixaforum de València como un proceso casi industrial.
Javier Peña Galiano.-Aplicamos un sistema de trabajo que tenemos implantado desde hace muchos años. Trabajamos mucho el prototipado, no desde la obra, sino desde el pensamiento de lo que va a ser la obra, los sistemas y las herramientas que usaremos. En CaixaForum integramos tres patas fundamentales. En primer lugar, el diseño paramétrico. Las maquetas valen muchas veces para arrancar, tienen una cualidad funcional, y se van convirtiendo en producto, en arquitecturas o en elementos parciales: estructuras, fachadas o incluso máquinas de aire. La idea de escalabilidad del proceso de diseño es muy importante en ese sentido y el diseño paramétrico, con software como Rhino, Grasshopper o CATIA, se ha ido integrando en la cotidianeidad de los despachos.
La segunda pata con la que hacemos habitualmente los proyectos tiene que ver con la fabricación digital. En el caso de CaixaForum, con Enric Ruiz-Geli de Cloud 9, hemos incluido aires de impresión 3D y sistemas de fabricación digital mixto, con unas piezas generadas con corte drill, otras con corte láser y otras a partir de la creación de útiles que tienen un acabado manual. Es decir, el útil que en una industria aeronáutica es el soporte para la fabricación de un ala, con unos apoyos y unos teodolitos que marcan los puntos, aquí acaba mezclado. De alguna manera, esto indica cuáles son las acciones que podemos dar como exclusivamente digitales, manuales o mixtas. Es una situación parecida a la de los robots colaborativos que se dan en las fábricas.
Eugenio Mallol.-Esta idea se sitúa justo en el centro del gran debate acerca de cuál será en el futuro el papel de lo humano y de la máquina. Planteas un diálogo nuevo entre lo natural y lo artificial, que nunca va a parar, y lo integras en vuestra propia metodología.
Javier Peña Galiano.-Claro. Hay cosas muy interesantes en el propio CaixaForum como la bóveda cerámica en la sala de administración. Se había fabricado un número de piezas cerámicas en Cumella, con doce colores y tres tamaños, con lo cual imagínate la variabilidad. Se generó un sistema de replanteos, pensado desde la forma de trabajar de la persona que lo iba a colocar, a través de un algoritmo matemático. No sólo para colocar la pieza, sino para comprobar que estaba en su sitio. En este caso además se trataba de una superficie booleana, que no es regular. Se usó un sistema genético Anémone de vueltas hasta que las piezas fueron encajando. Como el nesting, pero a lo bestia, porque se trata de una superficie de 1.000 metros cuadrados.
Eugenio Mallol.-Háblame de lo que ves en este campo a medio plazo.
Javier Peña Galiano.-Estoy entusiasmado. Se abren unos campos muy interesantes de trabajo. Cuando estás diseñando un proyecto no solo piensas en coger unas determinadas cosas de un catálogo, sino en ensamblar nuevas cosas que necesitan herramientas digitales para hacerse realidad. La industrialización ha ido evolucionando y la pata siguiente es la inteligencia artificial (IA), cuya aplicación tiene una parte de software y otra de hardware, y además se puede incorporar en los estadios de proyecto, de fabricación y de colocación en obra. Es divertido cómo incorporar la IA de manera que no sea tanto una sustitución de anteriores funciones, sino algo que sólo puede hacerse con eso. Si vas a CaixaForum piensas “¿cómo lo han hecho?” Sólo se puede hacer con esos procesos colaborativos. Parece hecho a mano, pero no es posible ni por la escala, ni por la geometría. Esta ambigüedad y esta especificidad de estar construyendo para un determinado diseño abre algo muy importante que es la aportación hacia la obra y también hacia la industria. Ser capaz de producir nuevas cosas que podrían pasar por el mundo de las patentes o por esta estación más fluida del pensamiento en la que estamos, en la que nos interesa más el hackeo, el hacking sobre cosas existentes, las tecnologías y su transferencia.
Eugenio Mallol.-El hackeo constructivo, nunca mejor dicho.
Javier Peña Galiano.-Sí, el hackeo que tiene que ver con el reciclaje, con la transferencia de conocimiento, material y cultural, tres puntos muy relevantes a la hora de pensar el diseño contemporáneo. Y con esa idea de mantener el innovation answer, esas respuestas innovadoras. Desde hace ya unos años, intentamos aplicar la IA como pequeñas librerías que se implantan en programación existente, o directamente incorporando un software que ya funciona con IA.
Eugenio Mallol.-Hasta hace pocos años, parecía que la arquitectura vivía de los restos de la industria en la ciudad, y ahora parece que se abre una nueva etapa de conversación. La industria está también influyendo en la evolución del urbanismo. “Hazme un espacio, piénsame un poco, búscame un nuevo lugar en la ciudad”.
Javier Peña Galiano.-El mundo de la producción vuelve de nuevo a las ciudades. Algunos fenómenos tienen que ver con el reciclaje y la minería urbana, que trabaja en la adquisición de tierras raras o metales preciosos a partir del desguace. Cuáles son los lugares que pueden ejercer esa doble labor de reciclaje y producción: los Fab labs. Hay que escalarlos. Hay algo muy interesante en el Fab lab del IAAC [Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya], que es el segundo del mundo después del MIT Media Lab: una pantalla a través de la que te puedes conectar con mucha gente y hacer una pregunta abierta. Es muy bonito este open source de comunicación. Tal y como lo entendemos en IAAC, es un learning by doing, tienes que hacer para aprender. Esta condición requiere también de ciertos espacios y de la presencia de dispositivos, tanto ordenadores, pantallas o sistemas en la parte digital como otros en la parte física para que puedas montar, hacer…
Eugenio Mallol.-Hubo un intento a principios de la década pasada de crear este tipo de espacios con impresoras 3D, pero no acabó de cuajar. Dábamos por hecho que nos fabricaríamos los muebles en nuestro Fab lab. Quizás nos hemos dado cuenta de que la idea estaba bien vista, pero las tecnologías necesitaban un nivel mayor de madurez.
Javier Peña Galiano.-Ahora se ha normalizado, hay muchísimos Fab lab, espacios de fabricación digital muy escalados. Las piezas que se han hecho para la recepción de CaixaForum, con bastante complejidad geométrica, se han fabricado en San Pedro del Pinatar, con Paco Gómez, en el Laboratorio de Artesanía Digital. Este es un término muy bonito, enuncia muy bien esta relación de manos y mente, la colaboración transfronteriza entre lo humano y la máquina. Es muy interesante la deslocalización, que es otro de los fenómenos que han generado los Fab lab. Muchas empresas relacionadas con el mundo de la arquitectura, por ejemplo de lámparas e iluminación, han empezado siendo pequeños Fab labs, pero poco a poco han ido creciendo y se han trasladado a una nave industrial.
Eugenio Mallol.-Ese regreso de la industria a la ciudad, llevará a un nuevo urbanismo.
Javier Peña Galiano.-Sí. Nosotros desarrollamos proyectos para entender lo que llamamos metabolismo urbano. Hace tiempo, Vicente Guallart acuñó el término reflexionando a partir de cuáles son las siete columnas sobre las que se soportan las ciudades: la energía, el agua, la materia, la naturaleza, el transporte… Dentro de la producción material, la aparición de Amazon y empresas logísticas cambia la forma en la que interpretamos el comercio. Y lo mismo pasa con la fabricación. La proximidad de determinadas fábricas, por un lado, reduce los movimientos pendulares urbanos, porque muchos polígonos industriales ni siquiera tienen transporte público; por otro lado, disminuye los residuos si usan fabricación aditiva; y el proceso de reciclaje lo pueden incluir en el de producción. Eso va a requerir un cierto tipo de espacio. Las plantas bajas se están recuperando en las ciudades, empiezan a tener talleres, lugares de trabajo y de formación, espacios híbridos entre la fabricación y el software. Un buen ejemplo de ello sería Poble Nou en Barcelona. Si cambia el sistema de cómo la materia llega a la ciudad, desde la comida a un televisor, la ciudad va a cambiar en sus espacios urbanos, en sus arquitecturas y en toda la sociología de relaciones económicas, culturales y tecnológicas entre las personas que la habitan.
Eugenio Mallol.-A los que tienen que tomar decisiones en el ámbito municipal a veces les cuesta ir al mismo ritmo.
Javier Peña Galiano.-Un buen ejemplo de esa dificultad lo tienes en el ChatGPT. De pronto, aparece una cosa y se genera una velocidad, y los profesores vemos que eso es doping intelectual. Pero es una realidad, esta velocidad está pasando con todo.
Eugenio Mallol.-Podría concluirse que hoy es realmente más posible hacer lo que uno tiene en mente que hace 25 años.
Javier Peña Galiano.-No tanto lo que uno está pensando, porque la arquitectura tiene ese hipercontexto, que es todo aquello que, a nivel local y global, afecta a un problema. La parte local antes era muy grande frente a la global, y ahora la global es muy grande frente a la local. Aparecen softwares y máquinas nuevas, no hay velocidad ya para saber qué está pasando. Diría que puedes hacer más cosas. Antes las cosas que pensabas las hacías con los medios que tenías, porque al final el diseño y la creación en arquitectura tienen que ver con aquello de lo que dispones. Esta no animadversión a ninguna tecnología, esa fluidez entre el low tech y el high tech, entre lo manual y lo digital, forma parte de nuestra actividad. De modo que no es tanto que puedas hacer lo que pensabas, sino que se te abren nuevas puertas totalmente ilusionantes.
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