Ciudades y chips miran ya más allá de la tecnología

Fernández Peñuelas subraya la necesidad de mirar lejos, ya que “pensar en la tecnología sin pensar en el panorama general no nos va a llevar a ninguna parte”. La experta invita a analizar fenómenos como la personatecnia o la detección de patrones urbanos para anticipar necesidades.

Recuenco alerta sobre la tendencia a simplificar problemas que requieren cooperación profunda entre administraciones, empresas y tercer sector. “Estamos minusvalorando la complejidad”, asegura. A su juicio, la colaboración público-privada continúa marcada por dinámicas lentas que impiden avanzar con la agilidad que exige una sociedad “en tiempos aceleradísimos”. Recuenco advierte, además, sobre la futura regulación de la inteligencia artificial, y asegura que “si no es por electricidad y energía será por salud mental”.

Cristina Oliete destaca el papel del Mercado Central como motor social. Además, defiende que tradición e innovación pueden convivir y reivindica que los vendedores “tienen una capacidad de adaptación brutal”. Además, cree en las conexiones humanas que se establecen en estos espacios y que son fundamentales para sostenerlos. “En nuestro mercado, por ejemplo, no se tira nada: los vendedores se lo dan a los clientes que lo necesitan”.

Fátima Domínguez se centra en la eficiencia energética. “Podemos trabajar en ser más eficientes con lo que ya tenemos”, destaca. Recuerda el avance de la aerotermia, el papel del Puerto de València con la electrificación OPS y su aspiración de ver “ciudades sin humo en 2035”. También alerta sobre los límites de la red si asume mayores niveles de electrificación y reclama estabilidad regulatoria.

La cuarta y última mesa redonda del evento llevó por título ‘Microelectrónica, computación cuántica e industria 4.0’ y estuvo moderada por Carlos G. Triviño, CEO de Gobernanza Industrial. Participaron Jorge Blasco (fundador y CTO de PhotonicSENS), Marcos Martínez (director de Standards Engineering en MaxLinear), Viorel Otgon (director de operaciones en FYLA) y Fran Alcalá (CEO en Celestia TST).

Los expertos analizaron la situación creada por el PERTE Chip, cuya finalización se prevé en los próximos meses. Marcos Martínez asegura que desde el Ministerio “se intenta empujar el sector” y expresa confianza en su evolución. Alcalá es más directo, y asegura que el que no tiene microelectrónica “no tiene capacidad de decidir su futuro”. Aplaude la decisión política de movilizar fondos significativos, aunque considera que “la implementación necesita mejorar” por la distancia entre la tramitación administrativa y la velocidad que requiere la industria.

Viorel Otgon valora que el programa haya permitido identificar necesidades y fortalecer el tejido valenciano mediante un clúster especializado. Blasco, por su parte, es el más crítico. “Los responsables españoles del PERTE Chip se han equivocado totalmente”, afirma, al considerar que las inversiones no se han orientado hacia estructuras capaces de desarrollar diseño avanzado.

Martínez insiste en que la microelectrónica debe tratarse como un sector excepcional, “no se puede tardar tres años en resolver un proyecto”. Alcalá coincidió en ese enfoque y defendió mecanismos vinculados a facturación y contratos mercantiles que impulsen producción y empleo. Triviño recuerda que los fondos europeos ya empiezan a orientarse hacia proyectos con mayor madurez tecnológica, y Viorel Otgon reclama financiación más arriesgada y colaboración público-privada flexible.

Blasco ilustra la dificultad de las empresas jóvenes con el ejemplo de una tablet médica para diabetes utilizada en Alemania: “todavía no facturamos lo suficiente para autoinvertir en innovación”. Martínez concluye que el sector debe aprender a ser más autónomo, las “administraciones nos van a ayudar”.