¿Nos protegemos o nos protegen del efecto mariposa de China al limitar materias primas de los chips?
El movimiento estratégico de China al restringir la exportación de galio y germanio, dos materias primas clave para la fabricación de chips, reactiva el debate sobre la carrera de Europa, y de España en particular, para encontrar alternativas vía innovación, según el autor, que se pregunta si los Perte están sirviendo para dar respuesta a este desafío con tecnología propia o de terceros
El presidente chino Xi Jinping y el español Pedro Sánchez durante la última visita del primero a nuestro país. / Moncloa
Beijing acaba de anunciar controles de exportación sobre dos materias primas imprescindibles para la producción de semiconductores: el galio y el germanio. No se ha hablado de otra cosa en los foros internacionales celebrados estos días en los que están involucradas directa o indirectamente las empresas y los países ubicados en el lado de los fabricantes, los diseñadores o los consumidores de chips. En España el asunto no ha despertado demasiado interés porque hay cosas mucho más atractivas sobre las que discutir y postear en redes, como las entrevistas de los candidatos en El Hormiguero.
La decisión de China se hace pública días después de que Países Bajos haya impuesto a ASML la obligatoriedad de solicitar licencias de exportación para vender al gigante asiático equipos de fabricación de chips, en especial sus máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV). La medida viene a sumarse a otras similares de Italia y Japón y, sobre todo, agrava la situación creada tras la eliminación de ayudas a la compra de vehículos eléctricos que incluyan componentes chinos establecida en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de EEUU.
¿Hasta qué punto debe preocuparnos? La Comisión Europea ha identificado 34 materias primas como «críticas» considerando su importancia económica y el riesgo de suministro. De ellas, ocho superan el umbral del 65% de concentración del mercado en un solo país, lo que las convierte en particularmente problemáticas, como explica el think tank europeo Bruegel: bismuto, mineral de cobalto, magnesio, manganeso y estroncio, procedentes de China; boratos y feldespato, de Turquía; y berilio, de los Estados Unidos. No están, por tanto, el galio y el germanio.
Pero la cosa se ve de diferente forma si se analiza desde la perspectiva de las industrias que se quedarán bloqueadas si la fabricación de chips se ve resentida por el desabastecimiento de estas dos materias. Puede producirse un efecto dominó en toda la economía. Es llamativo cómo algo con tan poco valor económico individual puede provocar un efecto mariposa de esa dimensión.
En 2021, la UE importó 120.000 millones de euros de combustibles fósiles de Rusia, sustancialmente más de lo que pagó por materias primas de terceros países, desde los 4.000 millones de euros del paladio y a los apenas cinco millones del berilio, explica Bruegel. La principal exposición de Europa se observa en las importaciones de productos manufacturados: el valor de los imanes permanentes adquiridos por la UE fue 12 veces mayor que el de todo tipo de tierras raras; pagó por paneles solares importados 13 veces más que por silicio; y por baterías de litio importadas, 75 veces más que por el litio.
Nos encanta hablar de transición energética en el Pacto Verde Europeo, pero la demanda de materias primas utilizadas en turbinas eólicas podría disparar la necesidad de materias raras hasta seis veces en 2030 y hasta 15 veces en 2050, según la Comisión. China es también el principal productor mundial del 58% de las materias primas identificadas como importantes para aplicaciones de Defensa, mientras que la UE sólo es el mayor proveedor mundial de una, el hafnio.
Se requiere investigación y desarrollo (I+D) principalmente para presentar al mercado opciones de sustitución de esas materias primas escasas que generan tanta dependencia geoestratégica. Hay que impulsar desde la industria química las muchas posibilidades que hay sobre la mesa que aún no son competitivas o que ofrecen niveles de eficiencia relativamente bajos, es urgente activar la recuperación de materias primas mejorando el reciclado y hay que afrontar con valentía nuevas variantes de minería en Europa.
En España, se nos agota el tiempo para dar un sentido estratégico al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Acaba de salir publicada la orden de bases de la segunda parte del Perte del Vehículo Eléctrico y Conectado que incluye una línea para “incentivar la inversión en capacidad de producción industrial de baterías destinadas al vehículo eléctrico, sus componentes esenciales y la producción o recuperación de materias primas fundamentales necesarias”. El Perte de los Chips parece moverse ya en unas coordenadas de sentido común con el anuncio de la inversión de 920 millones de euros de la norteamericana Broadcom.
La pregunta que debemos hacernos es esta: como viene sucediendo hasta ahora con la inmensa mayoría de los Perte que tienen vínculos industriales (que son en volumen menos numerosos de lo que esperábamos en el arranque del plan, desafortunadamente), ¿vamos a resolver los problemas con tecnología importada, de terceros, o vamos a hacerlo con tecnología promovida en España? Quizás nos libremos de la dependencia de las materias primas a costa de seguir aumentando, agrandando, inflando, el globo de la dependencia de las tecnologías de fuera. Y muy bien pagado, oye, que es con fondos europeos.