Normativa ‘de escala’ para no frenar la innovación
En otros lugares es la reducción de costes lo que permite generar economías de escala e invertir en innovación, pero en Europa parece más interesante, y así lo dice el informe Draghi, apostar por una normativa de escala, más racional y centrada en la creación de valor, que ayude a incrementar la eficiencia
El director general de una entidad privada sin ánimo de lucro, con capacidad para movilizar innovación, explica en privado que con instituciones como el MIT Media Lab no le resulta viable trabajar. “Por una décima parte del presupuesto” que le pide el centro de Cambridge (Massachusetts, EEUU) “podemos tener lo mismo en España”. Y no vayas con una idea de un millón de dólares. Ni se lo plantean.
Recorriendo los pasillos y los laboratorios del MIT Media Lab, en compañía de Eduardo Castelló, pude ver los logos de grandes corporaciones españolas pegados en distintos cachivaches, GMV, BBVA, Everis, cuando todavía era tal, Santander… hasta el robot inteligente que NTT (la que compró a Everis) arrebató en el último momento a Telefónica (y menos mal que lo hizo, deben estar pensando en Distrito).
No todo lo que surge de ese espacio de excelencia que piensa a 30 años vista y del que me declaro fan acaba teniendo sentido. Sacaron un dispositivo capaz de leer el pensamiento, AlterEgo, cuyo secreto consistía en realidad en detectar el movimiento involuntario que realizan nuestras cuerdas vocales cuando no estamos hablando. Con el tiempo se ha demostrado que la boca es un entorno lleno de interferencias para las señales.
En Europa, el ITER se posicionó en la vanguardia de la investigación para crear el primer reactor de fusión nuclear y mira ahora: para desesperación de su director desde principios de año, Ambrogio Fasoli, Estados Unidos, Japón, Reino Unido, China, están pasando como motos. Otras veces, de estos centros de investigación avanzada, salen avances sensacionales con enormes aplicaciones prácticas. Hay que ponerlos en valor, por supuesto. Y así.
Cruzo la reflexión del directivo de esta institución privada española con la explicación de la expresidenta de TSMC Europa, la filial del fabricante mundial de los chips más potentes del mundo, María Marced, en ATLASTECH REVIEW, acerca del riesgo de trasladar la producción de chips fuera de Taiwán, a Estados Unidos, Europa y Japón. Puede convertirse, advierte, en un freno para la innovación.
Dice María Marced (pronto publicaremos la entrevista en la web) que para Morris Chang, fundador de TSMC, el gran avance tecnológico que ha experimentado la producción de semiconductores se ha debido la globalización. “Si no hay volumen ni hay escala, es imposible financiar esas inversiones”.
En Taiwán hay escala, bajo coste y eso ha permitido a la empresa crear “know how y talento”. Un poco el mundo al revés: a la sofisticación, por los bajos costes. María Marced cree que las mejoras en productividad asociadas a la inteligencia artificial ayudarán a simplificar la resolución del dilema para las empresas del mundo desarrollado.
Y, de repente, llega el informe de Mario Draghi sobre la competitividad de Europa. En él se llega a una conclusión parecida a la del fundador de TSMC, pero con un razonamiento sensu contrario. Se lee en él que “varias diferencias regulatorias, fiscales y legales entre los Estados miembros limitan la capacidad de las empresas de la UE para escalar de manera eficiente y aprovechar al máximo las ventajas del mercado único de la UE”.
Esa parte del documento no la han destacado los políticos, no. Y añade explícitamente: “el amplio y estricto entorno regulatorio de la UE (ejemplificado por políticas basadas en el principio de precaución) puede, como efecto secundario, restringir la innovación”. ¿Cómo? ¿Utiliza la misma expresión que Morris Chang?
“Las empresas de la UE enfrentan costes de reestructuración más altos en comparación con sus pares estadounidenses, lo que las coloca en una posición de enorme desventaja en sectores altamente innovadores”, sostiene también Draghi. Será esta una de las razones (no la única) por las que unos pueden ir al MIT Media Lab, pese a no tener unos bajos costes que hagan rentable la escala, y consiguen atraer plantas de TSMC de dos nanómetros (¡hasta 6 pueden instalarse en Arizona los próximos años!), y otros no, o al menos no de menos de 10 nanómetros.
El fondo del asunto es que si queremos ser una sociedad innovadora y no competir por costes tenemos que disponer de una regulación adecuada para el nuevo entorno con el alcance más amplio posible. Esa no es una realidad hoy en Europa y, por extensión, en España, donde estamos asistiendo a una apología de la fragmentación y de la defensa de los intereses locales. ¿Economía de escala aquí? Si creamos una normativa ‘de escala’ el motor podría ir cogiendo velocidad, incluso nos podremos plantear ir al MIT Media Lab más a menudo.
(A propósito: ¿los proyectos del MIT Media Lab en España a una décima parte del precio? ¿Dónde?)