Lo que decís en privado
Un repaso a las cuestiones que dificultan el avance de la innovación en salud y biotecnología sirve al autor para poner de manifiesto el valor del periodismo como esa esfera social a la que le corresponde la tarea de ser creíble y acreditar la credibilidad del resto de actores en el maremágnum de información actual para exigir a los responsables de la decisión política que actúen
No resulta fácil hablar claro en la cara de los que tienen que tomar decisiones, especialmente si pertenecen a la Administración. Por eso, en este juego de equilibrios entre sistemas que tratamos todos de mantener en pie en nuestra sociedad, ha surgido una profesión llamada periodismo, cuya función es precisamente decir aquello que a otros acarrearía un injusto desgaste desvelar. No es su papel hacerlo, como tampoco es el del periodismo hacer política. Cada cual a lo suyo.
En un reciente encuentro, lo viví de primera mano. Había una representación variada y muy valiosa del sector de la salud. Las intervenciones siguieron un cauce diplomático, basado en destacar el enorme potencial de nuestro país, el dinamismo de nuestros emprendedores y las virtudes de la colaboración. Cuando me dieron la palabra, declaré mi admiración por unos innovadores que se encuentran en la confluencia de todas las revoluciones, cuya función social es clave para el bienestar de todos. Y añadí: “ahora voy a contar lo que me decís en privado”.
Hablé de los problemas para constituir spin off en nuestro país, con Universidades convertidas en laberintos burocráticos que, en la mayor parte de los casos, aparecen en notaría para poner unos cientos de euros con los que los emprendedores/investigadores se quedan sin argumentos de peso de cara a los inversores.
Por no hablar del aparentemente irresoluble problema de las patentes y la propiedad intelectual, sin las que tampoco es fácil captar dinero en el mercado (en ese momento, uno de los participantes confesó que en el momento de constitución de su empresa tuvieron que renunciar a declararse spin off para proteger su propiedad intelectual).
Les comenté los problemas para localizar en España directivos especializados en la tarea de escalar, de pasar de los 100 a los 1.000 millones de facturación, de los 10 a los 1.000 millones de inversión del capital riesgo. Quizás sería oportuno movilizar a las escuelas de negocios para que potencien esas figuras en nuestro país.
En cierta ocasión, Ángela Pérez, fundadora de Health in Code, Premio Jaume I y recientemente nombrada presidenta del Consejo Social de la Universitat de València, me expuso así sus planes: “mi empresa a partir de aquí buscará un fondo sin lugar a dudas americano en un sector en el que las economías de escala son importantísimas y en el que ser pequeño pasa factura. Ya hicimos un build up en España y de las 12 empresas que había fusionamos cuatro y estamos buscando oportunidades internacionales y será un americano el que llegue, nos compre y nos fusione con el alemán, el americano de turno y algún otro europeo”.
Hablé en el foro de los campos de obstáculos regulatorios, que alargan hasta diez años la aprobación de un medicamento, un auténtico aserradero de startups que, si tienen éxito en su innovación científico-tecnológica, tienen que acabar en manos de las grandes corporaciones farmacéuticas o fabricantes de dispositivos biomédicos para que su producto llegue al mercado.
Les comenté, en fin, que es necesario poner orden de una vez en el modelo de captación, almacenamiento, procesamiento y aplicación de los datos que se generan en los hospitales, que se distribuye en los centros de investigación y que manejan los Sistemas de Salud. 17 comunidades autónomas son 17 fuentes de problemas hoy en día.
Ya he comentado que el 98% de la información que se produce en sanidad hoy en día son imágenes médicas, me explica Luis Martí-Bonmatí, jefe de ese departamento en el hospital La Fe y responsable del proyecto europeo EUCAIM, con un presupuesto de 35 millones de euros. El objetivo es configurar un modelo de federación de datos de hospitales, de gobernanza y mantenimiento del correspondiente central hub y de conexión de los repositorios de terceras partes que han venido solicitando imágenes para investigación durante años.
No se puede exigir al resto de esferas sociales que cumplan con el cometido de las otras, pero sí que exista un alto nivel de colaboración. De hecho, la web 2.0 ha extendido la capacidad de generar información, y de enorme calidad, a toda la sociedad como nunca antes en la historia. La función del periodismo en el futuro será cada vez más la de acreditar la veracidad de lo que se cuenta, más que desvelar todos los aspectos de la realidad: alguien debe tener el mandato de ser creíble y de garantizar la credibilidad del resto de actores en el actual maremágnum de información.