La política se come a la tecnología

Mientras una emprendedora con larga trayectoria en el sector tecnológico lamenta que gana por la misma actividad y el mismo trabajo un 90% más en EEUU que en España, los pactos de investidura se centran en los aspectos políticos: el conflicto territorial y las cesiones a dos comunidades autónomas
Eugenio Mallol
12 de noviembre de 2023 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
La política se come a la tecnología
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, y el ministro Félix Bolaños, en el Congreso. / PSOE / FLICKR

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, y el ministro Félix Bolaños, en el Congreso. / PSOE / FLICKR

Interesante conocer la visión sobre la realidad española de Ann Hiatt, una persona que ha vivido tan de cerca la transformación tecnológica de las últimas dos décadas que se le puede hacer esa clase de preguntas: “tú eras asistente de Eric Schmidt, exCEO de Google y actual presidente de Alphabet, cuando se estaba gestando la revolución de la inteligencia artificial que ha estallado recientemente, estuviste allí donde se tomaron las decisiones, ¿cómo puedes alertar ahora del riesgo de la IA si formaste parte del equipo que apostó por crear lo que tenemos hoy?”

No os voy a ocultar su respuesta, aunque no viene al caso, porque quiero hablar de su visión como emprendedora de la realidad de España. Esto es lo que me dice: “La razón por la que compramos Deep Mind en lugar de otra fue porque el 30% de sus empleados eran especialistas en ética. No eran informáticos. No eran tecnólogos. Eran personas cuyo trabajo a tiempo completo consistía en preguntarnos: ¿deberíamos estar haciendo eso? ¿Cómo podría usarse esto para el mal? ¿Cuáles son las consecuencias no deseadas?”, así de contundente, así de incomprensible probablemente para nuestra forma de entender (y de enseñar muchas veces, por desgracia, en los institutos de Secundaria) el negocio y la ética como dos realidades separadas incapaces de conversar, movidas por un impulso divergente.

El asunto de emprender en España, volvamos a ello, que es la cuestión clave, porque tiene mucha relación con lo que está sucediendo en el debate político general acerca de la investidura de Pedro Sánchez. Ann Hiatt me cuenta que ha creado dos empresas que desarrollan la misma actividad, una en Estados Unidos y otra en Europa, con sede en España. “Cobro la misma cantidad de dinero cada año, pero me quedo con un 90% más en EEUU, ¡un 90% más! Es el mismo trabajo, los mismos clientes, la misma cantidad de tiempo por mi parte, en España trabajas increíblemente duro y te quedas con muy poco”.

Y añade: “No existe el mismo castigo económico por ser emprendedor en ambos países”, ni tampoco los mismos “incentivos fiscales, tanto para los propios emprendedores como para sus inversores”. Para ella, “la mayor diferencia en general entre Estados Unidos y Europa son las políticas en torno al emprendimiento”. Es decir, el papel del Gobierno.

No tengo interés en llevar mi Algoritmia y Violín al terreno ideológico, sino sólo plantear si la decisión del PSOE de sobrepasar todas las líneas rojas que se habían marcado para un partido con visión de Estado, que es lo que objetivamente está sucediendo, supone una garantía o no de que esta situación que denuncia Ann Hiatt se va a corregir para dar un impulso al emprendimiento y convertir a los poderes públicos en aliados de las empresas de base científico-tecnológica.

Ya vimos que en el acuerdo con Sumar no aparecían aportaciones serias en ese sentido, sino sólo apelaciones vagas a “la digitalización de los trámites empresariales, reforzaremos la transferencia tecnológica a las pymes e impulsaremos el escalado de las empresas innovadoras”, entre otros desiderátum de ingenuidad aparente: “promoveremos la educación física y el deporte entre toda la población”.

En el acuerdo entre el PSOE y Junts no se entra ni siquiera en estos detalles. Tanto el apartado de Antecedentes, como el de Oportunidad Histórica y el de Acuerdos con el que concluye hablan fundamentalmente de resolver “el conflicto histórico sobre el futuro político de Catalunya” y de las cesiones de impuestos y competencias a dicha comunidad autónoma, sin referencias al contexto general del país.

Las medidas del acuerdo entre el PSOE y el PNV, aunque más concreto en cuanto a las medidas a adoptar que el anterior, sólo tendrán impacto directo en los ciudadanos y las empresas del País Vasco, tampoco hay iniciativas a impulsar a escala nacional. Es un planteamiento muy similar al que sigue el acuerdo entre el PSOE y ERC, que viene a ser una combinación de ambos: dedica una parte al conflicto político de Catalunya y otra a medidas para favorecer a la población y las empresas de ese territorio.

De modo que tenemos cuatro acuerdos en los que la política y la cuestión territorial es el eje dominante, mientras que el tejido productivo y, lo que más nos interesa, su capacidad de innovación para competir en un contexto global de batalla descarnada, se entiende que es un factor subsidiario.

España tenía la posibilidad de convertirse en el gran aliado de la Comisión Europea, dada la fragilidad social de Francia y el desconcierto empresarial de Alemania, desubicado después de sus errores estratégicos con China y Rusia, pero sus grandes acuerdos de legislatura se han quedado cortos de miras y sobrepasan varias líneas rojas (unos dirán que en beneficio del interés general y la concordia, otros que para dinamitar el régimen constitucional). Muy optimista hay que ser en esta vida para pensar que emprender en nuestro país será más atractivo que en Estados Unidos como desea Hiatt.

Scroll al inicio
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad