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La industria, en busca de talento e infraestructura para escalar la IA
Los CEOS mundiales de Sanofi, Pepsico, Amazon Web Services y Accenture coinciden en que el acceso a la tecnología no basta, hay que transformar las organizaciones para no perder el tren y competir
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Los trabajos amenazados en el futuro, según se ha visto en el Foro de Davos del World Economic Forum, son aquellos en los que los humanos no están interesados en aplicar la inteligencia artificial (IA), o no aplicarla racionalmente, se niegan a la colaboración y no disponen de infraestructuras y talento capacitado.
El 74% de las compañías enfrenta dificultades para escalar herramientas de inteligencia artificial mientras que solo el 16% están preparados para su reinvención. Pese al entusiasmo que rodea a la tecnología, la falta de infraestructura o la escasez de talento especializado es una perseverante piedra en el zapato para muchas corporaciones.
No obstante, la incógnita no reside tanto en si la IA modificará el mundo empresarial como quién logrará aprovecharla antes y mejor. Desde la transformación de la manufactura y la logística hasta su impacto en la salud, energía y equidad social, la inteligencia artificial ha moldeado la actualidad, y el World Economic Forum 2025 es testigo de ello.
Matt Garman reconoce la buena recepción que ha recibido la IA, pero existe una comprensión incompleta, que dificulta su implementación adecuada. Según el CEO de Amazon Web Services (AWS), “cuando la IA se aplica durante la gestión de proyectos es correcto, pero si no está organizado en el ecosistema de la nube, es difícil que se extraiga valor de su instauración”. Desde luego, “más problemático es para los consumidores mantener sistemas heredados ‘on premise’”, es decir, sistemas antiguos o infraestructuras que se encuentran físicamente en instalaciones de la empresa en lugar de en la nube.
La necesidad de infraestructuras y talento es clave para que las empresas escalen en sus respectivos ámbitos, incluidos el energético o petrolífero.
Amin Nasser, CEO de Saudi Aramco, considera que esa astilla es definitoria para el éxito de las empresas: “Si ese 74% no puede escalar es porque necesitan procesar muchos más datos, pero, cuando disponen de ellos, las infraestructuras tampoco saben gestionarlos”. Es más, Paul Hudson, CEO de Sanofi, considera que, sin las infraestructuras, parece imposible capitalizar la IA.
De hecho, el único español de la mesa y CEO de Pepsico, Ramón Laguarta, explica que en su empresa tratan de captar el valor de la IA en todos los vértices de su cadena de suministro: agricultura, manufactura, logística y ventas.
Por otra parte, Nasser también critica a la falta de talento que sepa gestionar esa masa de datos, argumento con el que Laguarta coincide, al señalar que “la cuestión principal es hacer a los trabajadores más inteligentes y capacitados”. Al enlazar ambas cuestiones, se perfila el bisel de la piedra angular del asunto: “Conectar a los talentos de la compañía a través de una plataforma común en todo el mundo para aumentar la productividad”.
La IA puede consagrarse como un salvavidas de estas compañías, según Nasser: “En áreas donde no se puede registrar la información, ahora se puede usar la IA para predecir errores y ayudar a transformar cómo se manejan los equipamientos, reducen los tiempos o la huella de carbono”. Según Laguarta, “así, se impacta en el desarrollo veloz de los productos y en las ventas, puesto que no es una cuestión de costes, sino de valor, crecimiento y comprensión mejor de los consumidores”.
En el ámbito sanitario, las empresas disputan “en una carrera de tortugas”, enfatiza Paul Hudson. Según el CEO, “desde el punto de vista químico, el desarrollo en sanidad es más caro y toma alrededor de 13 años, pero también tiene un retorno económico grandísimo”. Además, la IA aumenta las posibilidades de éxito en enfermedades incurables por su nivel de precisión.
En la actualidad, son pocas las empresas como Sanofi que implementan la herramienta, pero es cuestión de meses que el resto de las tortugas aceleren. “La cuestión es ser el primero y el que más aborda; los trabajos que están en riesgo son aquellos en los que los humanos no están interesados en aplicar la IA”.
Colaboración y especialización
No es casualidad que las empresas con líderes visionarios vean en la IA una oportunidad para escalar y optimizar procesos y, por ello, profundicen en mejorar su aplicación. Julie Sweet, CEO de Accenture, impulsa estrategias de crecimiento basadas en eficiencia e hiperpersonalización. Además de mejorar modelos de negocio, apuesta por la IA física: “En manufactura, la resolución de problemas pasó de semanas a solo una hora; la IA generativa acelera el futuro”.
Accenture apuesta por la innovación a través de la colaboración con clientes: “La innovación solamente funciona con colaboración, y si se hace individualmente, no se puede llamar innovación”, declaró Sweet.
“Todas las empresas están trabajando juntas para descubrir qué beneficios trae la IA”, lo cual también incluye la unión del talento humano y el talento de las empresas. De hecho, Lagarta ejemplifica esta idea en Pepsi, donde agrónomos y granjeros cooperan para optimizar costos y generar valor.
Aunque Amazon Web Services valora la colaboración, también confía en sus expertos tecnológicos para liderar la innovación. Es Paul Hudson, CEO de Sanofi, quien concilia ambas posturas al destacar los beneficios de la formación colaborativa y la retroalimentación de conocimientos: “Es necesario entender quién y cómo se crean oportunidades; qué más dará aplicarla a la fibra óptica o la capacidad computacional si las personas no comprenden de qué se trata”.
Lagarta, además, no olvida la necesidad de añadir nuevos perfiles profesionales a la compañía: “Se debe evitar que se divida en digitales y analógicos, sino que deben integrarse a través de entrenamientos y academias de aprendizaje”.
“Pero, además de entrenar al equipo, este también debe asegurarse de educar a los consumidores para que aprendan a reconocer las posibilidades de la implementación de la IA en el futuro”, explica Matt Garman. En definitiva, “si va a cambiar la industria, se debe ayudar a las personas a entenderlo”.
Julie Sweet valora la colaboración en el sector privado, pero también realza la alianza público-privada como potenciador de la inteligencia. “Ejemplo de ello es cómo Accenture ayudó al Gobierno británico a optimizar su sistema de salud con IA, permitiendo atención continua 24 horas pese a la escasez de personal”, recuerda. De este modo no se sustituye a las personas, sino a tareas que forman parte de los procesos, lo cual es indispensable si no se confía en la efectividad de la IA ni se adapta correctamente.
Próximo salto tecnológico
El avance de la IA no solo radica en su capacidad de innovación, sino en la rapidez con la que optimiza procesos en tiempo y esfuerzo. El reto empresarial es identificar dónde aporta mayor valor.
“Si se encuentra el punto exacto donde la inteligencia artificial es especialmente buena, los modelos de trabajo mejoran automáticamente”, explica Sweet. Su mayor potencial está en tareas repetitivas y tediosas, continúa la experta, y señala, “en vez de repetir un proceso aburrido cada seis meses, que cinco expertos se dediquen íntegramente a su optimización y, en tres semanas, que solucionen un problema histórico”.
Precisamente, uno de los principales retos es que la adopción de la IA avanza a un ritmo vertiginoso, y las empresas deben aprender a mantenerse al día. “No hay un muro que detenga su evolución”, afirma la experta.
A diferencia de otras revoluciones tecnológicas, su desarrollo siempre encuentra nuevas vías de expansión. “La propia IA ya está desarrollando la capacidad de mejorar sus propias respuestas a través de loops de razonamiento, que replican los modelos de razonamiento humanos”, comenta.
La transparencia en el uso de los datos es otro de los grandes desafíos. Paul Hudson advierte, en este sentido, de que las empresas no pueden delegar la responsabilidad de la IA únicamente en los chief data officers (CDO, directores de datos), puesto que, “al centralizar la responsabilidad, se puede frenar su interacción y limitar su impacto”.
Más allá de la competitividad, es imperativo dar a la sociedad acceso a las innovaciones de la IA para evitar desigualdades y reducir la pobreza: “La tecnología debe ser utilizada para cerrar brechas, no para ampliarlas”, enfatiza Amin Nasser.
En términos de impacto en el entorno laboral, Ramón Laguarta destaca la IA como una herramienta “para empoderar a empleados y acercar las empresas a sus clientes, asegurando que nadie quede rezagado”. Julie Sweet refuerza esta idea, al señalar la crucialidad de una IA responsable. “Solo el 2% de las empresas han establecido políticas sólidas al respecto, por lo que insta a tratarla con la misma rigurosidad que la protección de datos y las normativas anticorrupción”, exclama.
Por su parte, Matt Garman resalta a los datos como el verdadero diferenciador empresarial. “AWS está invirtiendo en modelos cada vez más rápidos y potentes, pero todo se basa en la calidad de los datos y la propiedad intelectual”, explica.
De hecho, según considera, la aplicación eficiente de estos datos a la IA es lo que marcará la diferencia en el futuro del sector tecnológico. “Es fundamental crear un ecosistema seguro para garantizar la integridad y el valor de estos datos”, concluye.