La ‘Era Inteligente’ de Schwab por el ojo de la aguja arancelaria de Trump

Dos visiones antagónicas sobre la base del crecimiento económico y la innovación colisionarán el próximo 20 de enero y convertirán a este 2025 en un punto de inflexión clave lleno de incertidumbres: ese día toma posesión Donald Trump y arranca el Foro de Davos, ¡menudo papelón para los organizadores del CES de Las Vegas!
Eugenio Mallol
5 de enero de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
La ‘Era Inteligente’ de Schwab por el ojo de la aguja arancelaria de Trump
Donald Trump conversa con el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, durante su visita a Davos, en presencia de su hija Melania.

Habría que confirmar que los Mayas no tenían alguna profecía relacionada con el 20 de enero de 2025. Ese día, el mundo se dividirá conceptualmente en dos mitades, dos visiones en cierto modo interconectadas, pero fundamentalmente antagónicas. Una, con sede en Washington DC y liderada por Donald Trump, proclamado ese día presidente de EEUU, pondrá el acento en el componente físico de la nueva economía y basará su estrategia de crecimiento y de fomento de la innovación en los aranceles.

El influyente inversor de capital riesgo Marc Andreessen publicaba hace unos días, con el aplauso de Trump, un gráfico con el porcentaje de ingresos federales que representaban los aranceles, prácticamente nulos desde la década de 1940. Y sentenciaba: “La Segunda Revolución Industrial, quizás la era más fértil para el desarrollo y la implementación de tecnología en la historia de la humanidad, fue de 1870 a 1914”, cuando el peso de los ingresos arancelarios fue casi absoluto. Este es el gráfico de Andreessen.

Michael R. Strain, director de Estudios de Política Económica del American Enterprise Institute y profesor de Georgetown se apresuró a responderle en la misma red social invitándole a leer el paper que acaba de publicar al respecto, con el elocuente título de “El proteccionismo está fracasando y equivocado”. Este es uno de los gráficos que contiene ese trabajo.

El debate está servido, pero de poco vale en realidad. La evidencia hoy pierde la batalla contra el relato. Cualquier estimación previa a la toma de decisiones por parte de la nueva Administración norteamericana en materia de aranceles puede resultar pura especulación. Es difícil anticipar la capacidad transformadora de esa nueva política en términos geopolíticos. Si se cierran las puertas de EEUU para China, su siguiente paso lógico debería ser colonizar comercialmente a Europa, me decía nada menos que el CEO mundial de Thyssenkrupp, Miguel Ángel López, en noviembre pasado. Y así.  

La otra mitad conceptual del mundo, enfocada en la parte digital de la nueva economía, se reunirá el mismo 20 de enero en el Foro Económico Mundial (WEF) en Davos, bajo el lema “Colaboración para la era inteligente”. Pura antítesis. El pilar fundamental sobre el que basa su visión es el concepto de “Era Inteligente” acuñado por el fundador y presidente del WEF, Klaus Schwab, en un artículo con el que quiere dejar atrás su hallazgo de la Cuarta Revolución Industrial de 2016.

Lejos de hablar de toneladas y volúmenes, Schwab (que cuando escribió el texto no sabía que Trump iba a ganar y probablemente esperaba y deseaba el sorpasso de Kamala) propone desarrollar “inteligencia ambiental, social y geopolítica junto con la inteligencia tecnológica”.

Su discurso está en las antípodas del proteccionismo: “Para transitar esta nueva era de manera responsable, necesitamos esfuerzos globales coordinados en todos los sectores de la sociedad. Los responsables de las políticas deben trabajar rápidamente para establecer regulaciones que aseguren que la IA, la computación cuántica y la cadena de bloques se utilicen de manera ética y en beneficio de todos. Los sistemas educativos deben evolucionar para preparar a las futuras generaciones para un mundo del trabajo en el que muchos empleos tradicionales ya no existen y están surgiendo nuevos roles que requieren conjuntos de habilidades completamente diferentes. Las empresas deben repensar sus modelos, asegurándose de adaptarse al dinamismo de la Era Inteligente y fomentando al mismo tiempo un entorno que no deje atrás a los trabajadores ni a sectores enteros de la sociedad”.

El automóvil es un excelente epítome del modelo de conflagración al que nos vemos abocados. Suelo citar la conversación del CEO de Ford, Jim Farley, con analistas en el momento clave en el que había que tomar una decisión estratégica sobre el tipo de vehículo al que nos dirigimos. Colin Langen, de Wells Fargo, en aquel encuentro le planteó, imbuido de la actual doctrina Trump se tratara, que “solo alrededor del 50% de los materiales estarán disponibles para alcanzar todos los objetivos, lo que implicaría que los precios de las materias primas en realidad podrían mantenerse altos”. Y preguntó : “¿Deberíais estar pensando en Ford en retirar algunas de las inversiones en vehículos eléctricos?”

“Lo más importante en lo que hay que pensar no es si estamos invirtiendo o no en vehículos eléctricos: estamos invirtiendo en productos digitales, y podemos mantenerlos por más tiempo porque no tenemos que actualizar las carrocerías superiores porque son vehículos habilitados con software. Hay mucho que podemos hacer para cambiar el perfil de beneficios de estos vehículos”, respondió Farley. Más cerca de Schwab, pero consciente de que hay que pasar esa visión por el ojo de la aguja arancelaria de Trump.

Menudo papelón para los organizadores y los participantes del CES de Las Vegas, que arranca este martes. Entre la espada de una revolución digital acelerada, que avanza a un ritmo demoledor en sectores como la salud, la industria y la movilidad, a lomos de la inteligencia artificial, y la pared de una oleada de aranceles que pueden reconfigurar la cadena de suministro global, con impacto incierto en el sector tecnológico. ¡Sonrían, por favor, están en Las Vegas!

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