¿Habría ido más rápido el 5G si China no dominara en patentes?

Son muchas las justificaciones que directivos y expertos dan para explicar la lentitud en innovación de casos de uso del 5G, pero en todos los casos se admite que la confrontación comercial con China ha sido clave, por eso cobra valor la alianza de EEUU y la UE para diseñar los estándares del 6G: soberanía tecnológica no con visión regional, sino con visión de bloques. Es el mundo que viene
Eugenio Mallol
3 de marzo de 2024 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
¿Habría ido más rápido el 5G si China no dominara en patentes?

Llevo un tiempo formulando la misma pregunta a directivos de empresas del sector de las telecomunicaciones: ¿se habría producido esta sensación de lentitud en la aplicación de casos de uso del 5G, como la que experimentamos hoy, de no haber concentrado China un volumen tan grande de propiedad intelectual?

Las respuestas introducen en el contexto diferentes argumentos: desde la falta de liberalización de espectro para el desarrollo de redes privadas de 5G, a la resistencia de las operadoras a adaptar su modelo de negocio a la nueva tecnología, la brecha que separa todavía a los ingenieros industriales y los TIC en las empresas (esos sí necesitan interfaces), el coste de despliegue de la red de estaciones base o, como me decía recientemente el exdirector general de Telecomunicaciones y director de IMDEA Networks, Arturo Azcorra, defendiendo la actividad de la Administración, a la propia falta de demanda de conectividad 5G, como acredita el hecho de que hayan quedado desiertos concursos públicos.

En todos los casos, no obstante, a la pregunta sobre la incidencia del enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y China en el desarrollo del 5G, la respuesta ha sido la misma: Sí. “Es un tema muy delicado”, aparece a continuación como coletilla. La tecnología que inundaba las pantallas del Mobile World Congress (MWC), a finales de la pasada década, es hoy una realidad, pero una realidad muy discreta.

Se da por hecho que la división del mundo en bloques conducirá de nuevo a un avance por separado en los estándares y, por consiguiente, en la propiedad intelectual. Algo que ya hemos vivido en el móvil, en la televisión y en tantos ámbitos más, y nunca ha cooperado a la globalización. La tecnología está demostrando ser el factor diferencial en la guerra de Ucrania, definida por el acceso a la microelectrónica, los sistemas de telecomunicaciones por cable y wireless, la monitorización, la ciberseguridad y las aplicaciones de inteligencia artificial. No se puede dar acceso al enemigo.

Lo que hará distinto al 6G respecto a otras épocas anteriores es que, esta vez, Estados Unidos y Europa no trabajarán en estándares independientes, sino que han decidido unir sus fuerzas, reafirmando así la perspectiva de un futuro de bloques. El documento “EU-US Beyond 5G/6G Roadmap” es importante, en ese sentido, porque plantea unificar la estrategia de concesión de fondos de la National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos, a través de la Next G Alliance, y de la SNS JU (Smart Networks and Services Joint Undertaking) de la Unión Europea, a través de la 6G Industry Association (6G-IA).

La visión de bloques aparece claramente reflejada en todo el documento. Ambas partes participarán en investigaciones de semiconductores relacionadas con el uso de microelectrónica para comunicaciones inalámbricas, especialmente en el rango de banda media a sub-THz, y se emplazan a habilitar arquitecturas de nube 6G desagregadas con interfaces estandarizadas entre diferentes partes interesadas.

EEUU y la UE acuerdan fortalecer un entorno colaborativo de investigación e innovación para soluciones de redes abiertas y cooperar para establecer las principales tendencias en la interfaz aérea nativa de IA y la colaboración de red/dispositivo, incluyendo la investigación de IA/ML energéticamente eficiente, el establecimiento de conjuntos de datos de referencia y modelos de IA/ML, y el desarrollo de IA/ML confiable y colaboraciones en políticas de privacidad.

Unirán fuerzas para instituir nuevos mecanismos de resiliencia para las redes 6G, desde la cadena de suministro hasta la recuperación después de los ataques; explorarán oportunidades de creación de valor en varios verticales industrias; y colaborarán para lograr un estándar global común para 6G, con el objetivo de hacer realidad la visión de las Telecomunicaciones Móviles Internacionales en 2030. ¡Aquí está!

El documento habla de la necesidad de soberanía tecnológica, pero ya no con visión regional, sino con visión de bloque: “en el desafiante entorno geopolítico actual, ese objetivo puede alcanzarse mediante una combinación de capacidades propias y comercio entre socios confiables que compartan los mismos valores, como es el caso de la UE y los Estados Unidos”, afirma.

Las redes 6G (que tardarán todavía bastante tiempo en aterrizar, no es un asunto para hoy, dejémoslo claro) conectarán a humanos y máquinas y tenderán un puente entre los mundos digital, físico y biológico. Aportarán nuevas soluciones a servicios nuevos habilitados por la inteligencia ubicua como los de comunicaciones inmersivas con realidad extendida, avances en el funcionamiento autónomo de máquinas y salud y bienestar digitales.

Los escenarios de uso que se prevén para el 6G incluyen comunicación inmersiva, comunicación hiperconfiable y de baja latencia, comunicación masiva, inteligencia artificial y comunicación integradas, detección y comunicación integradas. y conectividad ubicua. La perspectiva que ofrece el documento, puesta en relación con las recientes llamadas a incrementar la inversión en armamento formuladas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dibuja un escenario de weaponización de la tecnología, en un mundo de bloques, al que las empresas no van a ser ajenas. No es una descripción cultural, tendrá implicaciones económicas que conviene ir anticipando.

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