García Pacheco (CIO Astara) lleva al New In el principal reto de la electromovilidad: «mantener el crecimiento”
José García Pacheco es Chief Innovation Officer (CIO) en Astara y líder de Astara Innovation & Venture Lab, un laboratorio de innovación y capital riesgo que impulsa startups y proyectos en movilidad, energía y sostenibilidad. Con más de veinte años de experiencia en innovación, marketing y desarrollo de negocio, ha trabajado con grandes corporaciones y startups a nivel global y ha participado en la fundación de empresas como Youzee, Funddy y Smart Interactive.
Su trayectoria lo posiciona como un estratega de la innovación y la movilidad inteligente, especializado en venture capital, smart cities, IoT y eficiencia energética. Será el moderador de la segunda mesa del New In Valencia ‘Top Tech Challege’, organizado por Atlas Tecnológico, que bajo el título ‘Electromovilidad’, reunirá a Pablo González, gerente de Ventas de Mobility para el grupo Volkswagen de Bosch España; Silvia Bericat, Chief Operation Manager en Kaira Digital; Miguel Navarrete, Strategic Projects en Lodisna, y Javier Salvador, Chief Business Development Officer en Bikone.
Para comenzar, nos gustaría que nos cuentes con tus propias palabras qué es Astara, a qué se dedica y cuál es tu papel dentro de la compañía.
Es una compañía global con sede en España, con presencia en 19 países en Europa y Latinoamérica, que se dedica principalmente al negocio de la movilidad personal. Dentro de ese paraguas está la venta de vehículos, la suscripción y los servicios alrededor de los vehículos, ya sea la conectividad, la inteligencia o la postventa. También ofrecemos determinados servicios de consultoría para otras empresas de movilidad, incluso en movilidad compartida.
Mi posición es Chief Innovation Officer y desde el área de innovación desarrollamos nuevos negocios que tienen un componente tecnológico, y que en la mayoría de los casos son nuevos para la compañía. Empezamos muchos de estos negocios como pequeñas startups independientes y luego los incorporamos a la organización para su desarrollo internacional. En los últimos diez años, de ahí han salido muchos negocios que ahora forman parte de la operación nacional e internacional de Astara.
Hablando específicamente del sector de la electromovilidad ¿cuáles consideras que son los retos más importantes que enfrenta actualmente la industria, más allá del ruido mediático sobre cargadores, emisiones o autonomía de los vehículos?
El principal reto hoy es mantener el crecimiento. La realidad es que es una tecnología probada, demostrada, con mejoras muy significativas cada seis meses. Cualquier despiste o paso en falso tiene impacto. Más allá de todo lo que está en el ruido social de si hay cargadores o no, si los coches tienen poca autonomía o sobre las emisiones, ahora mismo el reto principal es que el crecimiento no se estanque. Porque el público finalmente va a ir entrando en la electromovilidad como una opción.
También me he dado cuenta que no podemos verlo todo en blanco o negro: debe haber diversidad energética, porque hay usos donde puedes utilizar varias energías. Un crecimiento sostenible ayudará a mejorar la tecnología, el producto, la comunicación y, sobre todo, las infraestructuras. Ese crecimiento sostenido es el punto de encuentro de tres agentes: el fabricante, el legislador y el consumidor. Lo más importante es que la tecnología está probada, funciona y es escalable.
En relación con la tecnología, ¿qué innovaciones emergentes crees que tendrán un impacto decisivo en la expansión de la electromovilidad?
La evolución de los motores eléctricos ha dado saltos cuantitativos muy importantes, pero ahora todo se centra en las baterías. Aquí hay dos corrientes principales: las más baratas, con menor performance pero escaladas internacionalmente, y las de iones de litio, que tienen mayor densidad energética. Luego están las de estado sólido y con electrolito avanzado. Esto genera incertidumbre en el público porque cada 6 o 12 meses aparecen mejoras, y eso provoca que el usuario tenga la sensación de ‘voy a esperar’ antes de comprar un vehículo.
Pero hay gran potencial en la infraestructura de carga, tanto de alta potencia como de menor potencia e incluso off-grid, que no requiere grandes instalaciones. También veremos tecnologías como la carga inalámbrica o la carga en movimiento en ciertos casos. Sin embargo, una tecnología que poca gente percibe es la ‘inteligencia de la carga’, que permitirá al usuario no tener que pensar cuándo o cómo cargar, igual que cuando vamos a una gasolinera: ponemos combustible cuando se enciende el piloto.
La automatización será muy relevante, especialmente en flotas eléctricas. La simbiosis software-hardware hará que haya menos barreras al uso, y en un plazo de 5 a 10 años esperamos que la paridad entre vehículos eléctricos y de combustión sea real, e incluso en algunas categorías, el vehículo eléctrico tendrá mejor performance y sostenibilidad económica. Además, estamos empezando con el ciclo de reutilización y reciclaje de baterías, lo que tendrá un impacto muy positivo.
En términos de limitaciones tecnológicas ¿qué aspectos todavía deben resolverse para garantizar una adopción masiva de los vehículos eléctricos?
Las principales limitaciones están en el efecto ‘huevo-gallina’ entre coches y cargadores: no hay más coches porque no hay cargadores, o no hay más cargadores porque no hay coches. Este binomio está limitado porque siempre pensamos que la infraestructura tiene que ser rápida y conectada a la red, pero hay muchas opciones inteligentes que ya existen. No va a haber un modelo único de infraestructura; dependerá de las necesidades de cada flota y cada país.
Las limitaciones reales están más en la velocidad de implementación que en la viabilidad tecnológica. Hay más reticencia por el coste inicial del vehículo que por el TCO (coste total de propiedad), aunque a medio plazo el TCO es mejor que el de un vehículo de combustión. Es un salto de fe que, hoy en día, ya es un salto de dato.
¿Cómo debe integrarse la movilidad eléctrica en los sistemas eléctricos existentes para garantizar estabilidad, eficiencia y sostenibilidad?
Contrario a lo que se piensa, los vehículos eléctricos no son un problema, sino una solución. Son pilas enormes que, con el software adecuado y tecnologías V2X, pueden hacer que la red eléctrica sea más resiliente. La carga off-grid y el almacenamiento de excedentes de energía verde en los vehículos ofrecen oportunidades muy relevantes.
Además, la movilidad tiene patrones muy predecibles, lo que facilita su integración en la red. A medio plazo, los vehículos eléctricos podrían estabilizar la red eléctrica, optimizar la utilización de energía renovable y generar beneficios para usos distintos a la movilidad.
Por último, respecto a la producción y reciclaje de baterías, ¿qué desafíos persisten y qué oportunidades vislumbras?
El reciclaje y reuso de baterías es una realidad y forma parte del negocio. La industria del reciclaje se desarrollará a medida que aumente el stock de vehículos eléctricos, y muchos fabricantes ya diseñan sus baterías pensando en el ciclo completo, siguiendo principios de economía circular. Esto permitirá reducir costes, mejorar la sostenibilidad y crear oportunidades de inversión muy relevantes. Además, las baterías pueden tener un segundo uso, por ejemplo en sistemas de almacenamiento de energía, un concepto conocido como repurposing. Esto se está integrando cada vez más en la cadena de valor y es clave para garantizar la sostenibilidad del sector. Pero como en todas las industrias, hay que escalar un poco más para que todas esas economías de escala lleguen y la hagan interesante, no tanto desde el punto de vista objetivo del producto, sino de la inversión.

María José Martínez

