Fran Alcalá en La Hora Premium: «no tienes que ser Apple para crear tus propios chips»

En la Hora Premium "Panorámica del estado del arte de la industria microelectrónica", dentro del Ciclo de Microelectrónica y Fotónica Integrada de Atlas Tecnológico, el CEO de Celestia | TST Fran Alcalá explica el funcionamiento de los chips y retrata el paradigma del negocio microelectrónico español
Carla Mansanet
14 de junio de 2024 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
Fran Alcalá en La Hora Premium: «no tienes que ser Apple para crear tus propios chips»

La industria microelectrónica se apoya una base empresarial compuesta por corporaciones muy diferentes entre sí, tanto por sus especialidades, como tamaños o estrategias tecnológicas. Para posicionarse en el sector y diseñar chips de la mejor calidad no se requieren grandes inversiones, sino que el ingenio se superpone a la moneda. En otras palabras, «no es una labor exclusiva de las grandes corporaciones: no todo el mundo necesita ser Apple para crear sus propios chips».

En La Hora Premuim, Fran Alcalá ha expuesto su tesis en la ponencia «Panorámica del estado del arte de la industria microelectrónica», la segunda del Ciclo de Microelectrónica y Fotónica Integrada . El experto tecnólogo en diseño electrónico es CEO de Celestia | TST y colaborador de Atlas Tecnológico. En la sesión, no solamente ha desentrañado la arquitectura de los microchips, sino que también dado su perspectiva empresarial al respecto.

Cuando una empresa se introduce en el universo de la microelectrónica, ha de reconocer las limitaciones que cercan su actividad productiva. Antes de entramarse en la batalla de costes, es más importante plantear qué se puede hacer de manera independiente. El objetivo es evitar introducirse en esa carrera ciclista en la que todas las empresas siguen el mismo camino.

El campo de la microelectrónica ofrece ese beneficio, que los procesos de producción son flexibles y no tienen por qué someterse a un trabajo industrial hecho por terceros. Las empresas tienen ese poder de autonomía y si pueden producir algunas partes de su chip desde la propia corporación, deben hacerlo. Pero más allá del valor económico, existe un valor añadido posicionador y diferenciador. Al fin y al cabo, una empresa que interfiere en el proceso de construcción de su material, ofrece al mercado un resultado innovador, disruptivo y único .

Esta actividad se debe incorporar durante la cadena de valor de semiconductores, es decir, cuando se están diseñando las estrategias para optimizar los pasos de la producción. «No es necesario saber de todo, porque el ecosistema microelectrónico da mucho soporte, lo que aporta muchas oportunidades para crear un chip propio«, señala Alcalá. Entre las fases de fabricación, los foundries, las casas de diseño y demás se esconde un sendero para desviarse. De hecho, muchas empresas se encargan ya del desarrollo de sus propios chips lateralmente, incluso algunas de ellas sin intención comercial, sino para incorporarlos en sus dispositivos. En esta cadena de valor hay apoyo y sí que puede existir el paso tres sin el dos, porque ese puede llevarse desde la propia empresa. Alcalá expresa que «no es impensable crear un chip propio».

No siempre una misma tecnología es aplicable para todas las empresas, sino que estas deben enfocarse en resolver sus problemas individuales a través de sus propios medios. No obstante, antes conviene que aseguren su flexibilidad para integrar tecnologías diferentes y examinar su capacidad para hacerlo. Si consiguen llevar adelante chips creados, parcialmente, por la propia corporación, el paradigma cambiaría rotundamente por el aumento de capacidad de maniobra. «Hay que valorar las tecnologías de hace veinte años, porque son económicamente viables en la actualidad y puede adaptarse a las empresas», comenta. Existen muchos nichos que sí que requieren de estos nodos avanzados por su tipo de negocio, pero no es una necesidad generalizada.

La microelectrónica no es un sector relevado únicamente a los especialistas, se puede introducir en corporaciones de toda índole y con diferentes perspectivas de negocio. Quizás no se pueda extrapolar a todos los casos, pero sí que se puede aplicar a más empresas de las que actualmente las usan. Existen oportunidades y planes de negocio que ayudarían soportarlo y, por consiguiente, subir un escalón. La condición sine qua non es que sean negocios globales, que confíen en su capacidad para amortizar el gasto y con un espíritu competitivo.

Por otro lado, el CEO de Celestia hace un llamamiento a las universidades y resalta la necesidad de diversificar la oferta de programas académicos de microelectrónica. Deben enfocarse en las necesidades de la industria y no en la comodidad de los departamentos. Sin embargo, antes de ello, se debe llamar a los futuros ingenieros y atraerlos para, posteriormente, impartirles una formación de calidad. Por esa razón, se necesita financiación para lanzar proyectos para los jóvenes ambiciosos y que proporcione resultados profesionales. Para estimularlo, la industria debe responder con buenos sueldos, oportunidades laborales y la garantía de un futuro en el sector. «Es genial que investiguen, pero tienen que generar cantera» explica Alcalá.

Según el tecnólogo, «pese a los avances del Perte Chip y otras iniciativas, todavía no se está aprovechando la oportunidad que estos ofrecen». La inversión se convierte en un riesgo cuando no se entiende que la clave no reside en las megafábricas de chips, sino en crear un tejido industrial colaborativo en Europa. Por esa razón, el invitado expresa su preocupación por la industria española, que tiene un problema con la propiedad intelectual del diseño, pues no emite. Hay personas muy competentes y empresas cuyo eco tiene gran alcance, pero la Administración y la política no las acompañan porque son lentas e insuficientes.

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