
Espacios de datos, nuevos entornos digitales para intercambiar información

La historia de la humanidad puede contarse también como la historia de los datos. Desde las primeras tablillas de arcilla en Mesopotamia —con registros de cosechas, transacciones y tributos— hasta las sofisticadas plataformas digitales que hoy interconectan empresas y administraciones, el ser humano ha buscado capturar, organizar y utilizar la información como una extensión de su memoria colectiva. Los datos han sido siempre un activo estratégico: un instrumento para coordinar sociedades, prever fenómenos y tomar decisiones. Lo que ha cambiado es la escala, la velocidad y la forma en que los gestionamos.
España y la primera red pública de datos del mundo. Aunque muchos asocian la explosión de las redes de datos a Silicon Valley, España jugó un papel pionero en este ámbito. En 1971, la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) lanzó la Red Especial de Transmisión de Datos (RETD), considerada por varios historiadores de la tecnología como la primera red pública de transmisión de datos del mundo. Inspirada en tecnologías como X.25 y en plena era pre-Internet, la RETD permitía a empresas, universidades y administraciones intercambiar información a distancia y entre sus primeras aplicaciones estuvo la conexión de las sucursales de las entidades financieras.
De la privacidad a los datos como bien. Desde el nacimiento de internet, el debate jurídico en torno a los datos estuvo centrado en la privacidad y la protección de datos personales. Normas como la Ley Orgánica de Protección de Datos en España o el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en la UE se diseñaron para garantizar que el tratamiento de información personal respetara derechos fundamentales.
Sin embargo, la transformación digital ha llevado a considerar los datos no solo como algo que proteger, sino también como un bien económico, social y estratégico. Se reconoce su valor como insumo para la innovación, la inteligencia artificial, la investigación médica y la eficiencia industrial. El reto actual es doble: preservar derechos individuales y, a la vez, facilitar el intercambio seguro y ético de datos para generar valor colectivo.
Iniciativas europeas de espacios de datos. En este contexto, la Unión Europea ha impulsado espacios de datos sectoriales y transversales como parte de su Estrategia Europea de Datos (2020). Estas iniciativas buscan crear entornos en los que empresas, administraciones y centros de investigación puedan compartir datos de forma voluntaria, segura y bajo reglas claras. Algunos ejemplos de estas plataformas son:
– FIWARE: plataforma de código abierto impulsada inicialmente por la Comisión Europea que proporciona un conjunto de componentes y estándares para el desarrollo de aplicaciones y soluciones de datos interoperables. En el contexto de los espacios de datos, FIWARE actúa como un facilitador técnico, ofreciendo “building blocks” que permiten implementar nodos de datos, pasarelas y APIs estandarizadas. Muchas iniciativas europeas, en ámbitos como las plataformas de Smart Cities, lo utilizan como referencia para garantizar la compatibilidad y la soberanía tecnológica.
– GAIA-X: una infraestructura federada para servicios de datos y nube con estándares abiertos y gobernanza europea.
– DOME (Data Orchestration Middleware for Ecosystems): iniciativa orientada a ofrecer una infraestructura de orquestación de datos que facilite la creación de espacios de datos sectoriales y transversales.
Estas iniciativas, y otras, son la base tecnológica para el desarrollo de espacios de datos en Europa, de forma que estos espacios no sean meros repositorios: incorporan mecanismos de gobernanza, acuerdos de interoperabilidad y herramientas técnicas que garantizan que el uso de los datos respete los derechos de sus titulares y cumpla con las leyes vigentes.
Entre los espacios de datos que se han priorizado en el ámbito de la Unión Europea están los espacio de satos de salud: para permitir el intercambio transfronterizo de datos clínicos y fomentar la investigación biomédica. También existen programas para impulsar los Espacios de Datos Industrial, Energético y de Movilidad: para optimizar cadenas de suministro, redes eléctricas inteligentes y transporte.
Gestión estratégica de espacios de datos en las organizaciones. Para las organizaciones, participar en espacios de datos supone un cambio de mentalidad. No se trata solo de cumplir con la ley, sino de adoptar un gobierno del dato que combine seguridad jurídica, interoperabilidad técnica y alineamiento estratégico. Esto implica:
1. Catalogar y clasificar los activos de datos.
2. Establecer políticas de acceso y uso internas y externas.
3. Adoptar estándares de interoperabilidad que permitan integrarse con espacios de datos sectoriales.
4. Evaluar riesgos legales y éticos asociados al intercambio de datos.
5. Formar perfiles híbridos que comprendan tanto la tecnología como el marco jurídico.
Una gestión estratégica convierte el dato en un activo generador de valor y no en un pasivo de riesgo. Para conseguir este objetivo es necesario, como se indica, apoyarse en equipos multidisciplinares que incluyan, además de a los equipos de IT a abogados especialistas en la materia y a expertos en la estrategia y evolución de cada negocio.
Nueva legislación europea sobre datos: del Data Act a los espacios de datos de salud. El Data Act (Reglamento (UE) 2023/2854) marca un punto de inflexión. La mayor parte de sus disposiciones serán aplicaciones a partir del 12 de septiembre de 2025 y nace con la motivación de promover el crecimiento económico a través de los espacios de datos.
Esta norma establece principios para el acceso y uso equitativo de datos generados por dispositivos conectados y servicios asociados. Busca evitar situaciones de “captura” de datos por parte de un solo actor y fomentar mercados competitivos de intercambio de datos. Entre sus elementos clave destacan:
– Derecho de los usuarios a acceder a los datos que generan sus dispositivos.
– Obligación de que los datos sean portables e interoperables.
– Reglas claras para el intercambio entre empresas (B2B) y entre empresas y administraciones (B2G).
En paralelo, el Espacio Europeo de Datos de Salud (EEDS) persigue un equilibrio delicado: permitir el uso secundario de datos sanitarios (por ejemplo, para investigación) sin comprometer la privacidad del paciente. La propuesta incluye medidas como pseudonimización reforzada, autorización centralizada y control de acceso granular.
Para finalizar, cabe destacar que la historia de los datos es también la historia de nuestra capacidad para organizarnos como sociedad. Hoy aspectos como la seguridad en la transmisión de información ya es un aspecto geoestratégico para los países. En plena era de los espacios de datos y la regulación avanzada, el desafío no es tecnológico, sino de gobernanza: cómo conjugar derechos individuales, incentivos económicos y objetivos colectivos. El Data Act y las iniciativas europeas marcan el rumbo, pero su éxito dependerá de crear entornos que, más allá de las exigencias regulatorias, sean atractivos para las empresas al ser catalizadores de nuevos negocios. España, con su temprana RETD, demostró que la innovación en redes de datos puede surgir de ecosistemas como el nuestro.
Los espacios de datos es también una oportunidad para las PYMES, que pueden acceder a información de su mercado o del comportamiento de sus clientes que pueden ser procesados por aplicaciones de inteligencia artificial
Ahora tenemos otra oportunidad de tener cierto protagonismo en una evolución de la tecnología digital, en la que Europa corre el riesgo de ser insignificante.
Luis Ignacio Vicente del Olmo es CIO de ABB – ASTI MOBILE ROBOTICS y consejero estratégico de Pons IP