Algoritmia y Violín
Un nuevo lenguaje para la era postdigital
El discurso de ingreso como nuevo académico de la Real Academia de Ingeniería de José Capmany hace una llamada a prepararse para una nueva era en la que la tecnología analógica de la fotónica y la digital de la electrónica tendrán que colaborar en el desarrollo de las nuevas formas de computación e información, la luz en chips y comunicaciones ha dejado de ser una promesa, es un volcán a punto de estallar
Para su discurso de ingreso en la Real Academia de Ingeniería como académico electo, el científico, innovador y emprendedor José Capmany escogió un título amable: “Bits y chips de luz”. Pero había una volcánica sorpresa escondida en él. “La fotónica es una tecnología netamente analógica y por lo tanto trabaja de forma muy diferente con la información”, afirmó, hay que ponerse, por tanto, a “diseñar nuevos paradigmas para el tratamiento de la información que se adapten a la naturaleza de los circuitos fotónicos”.
Tuvo que llegar al epílogo para que escucháramos la frase. De pronto, muchos de quienes estábamos en el salón de la institución que preside Jaime Domínguez Abascal sentimos que acababa de producirse una epifanía joyceana. Sus palabras, subrayando que “este campo ha abordado desafíos y alcanzado progresos en unas escalas que difícilmente pueden encontrarse en otras disciplinas”, siendo ciertas, eran más previsibles. Lo otro era una llamada a la acción.
Los datos son, en cualquier caso, demoledores. Tenemos que reconocer que, como economía, como sociedad, no somos conscientes de lo que puede suponer la fotónica. Para los políticos es un buzz insoportable, imposible de encajar en sus diatribas partidistas. Tendrá que ser la Luna la que se lo enseñe a la Tierra, guárdate esta idea.
Los sistemas fotónicos “abarcan ingeniería desde componentes de unos pocos nánometros, hasta enlaces transpacíficos de fibra de más de 9.000 km, es decir, 17 órdenes de magnitud. La capacidad transmitida por un sistema de comunicaciones ópticas ha pasado de unos 10 Mb/s (107 bit/s) a más de 23 Pb/s (2,31016 bit/s), es decir se ha incrementado en 9 órdenes de magnitud”, continúa el discurso de Capmany.
Superar estos desafíos ha constituido “probablemente uno de los esfuerzos más singulares que haya realizado jamás la humanidad desde el punto de vista técnico”, añade. Si bien las cifras pueden considerarse todavía “modestas al compararlas con las métricas equivalentes de los circuitos microelectrónicos”, hay que considerar que la tasa de crecimiento de la fotónica se corresponde ahora mismo “con la de las décadas iniciales de la electrónica”.
En consecuencia, todavía hay “un margen considerable de mejora y con toda probabilidad se llegará al millón de componentes durante la próxima década”, diez veces más que hoy. La fotónica integrada “jamás alcanzará las densidades de integración que se alcanzan en electrónica”, añade el nuevo académico, “¡ni falta que hace!”
La bomba de relojería que guardaba Capmany, después de 40 minutos de repaso a los principales hitos de las redes de comunicación y la fotónica integrada, constituye un gran desafío de futuro, “una labor ingente y que ha de realizarse de forma paralela a la evolución de la tecnología”.
Conllevará desarrollar “nuevas teorías para la computación y la información fotónica que puedan sustanciarse e implementarse con esta tecnología para alcanzar, en colaboración (que no en competencia) con la electrónica, límites que ni siquiera podemos imaginar”. Un nuevo lenguaje para la era postdigital. Nada menos.
La expresión fundamental del discurso es esta final de “en colaboración con la electrónica”. El futuro postdigital será híbrido. Ya lo es en cierto sentido, pero hoy deben ser las comunicaciones ópticas que transportan un elemento continuo, la luz, las que se adapten al lenguaje digital de ceros y unos. El mundo que se vislumbra ya no será de prelación de la electrónica, sino de “colaboración”.
Hay mucho terreno por recorrer todavía, pero los que anticipan el futuro siempre suelen ser los mejor preparados para navegarlo. Ojalá se extendiera el espíritu del académico encargado de responder al discurso de Capmany, presente en el tribunal de su doctorado, uno de los padres de la fotónica de nuestro país, brillante José Antonio Martín Pereda.
“¿Qué nos traerá en el campo de la Fotónica?”, dijo, “seguro que sus circuitos pasarán no solo a incorporarse a los sistemas en marcha de comunicaciones ópticas, sino que también pasarán a formar parte de la nueva generación de computación cuántica que veremos con fuerza en el futuro. E igual que los circuitos microelectrónicos han sido la base para el avance de la inteligencia artificial, ya que sin ellos nada se hubiera conseguido, los circuitos fotónicos darán otro empuje a la IA y la llevarán por senderos que ahora ni vislumbramos”.
Y yo, personalmente, ¿qué espero de la Fotónica de los próximos años?”, concluyó, “mi esperanza es, que algún día, el entrelazamiento cuántico sea una realidad rutinaria y los fotones entrelazados sean capaces de dar información a distancia, sin que sea necesario un tiempo para llevarla de un lugar a otro. Pero eso no es otra historia, eso es otro sueño”. ¡Menuda premonición cuántica! Capmany había terminado su discurso exactamente con estas palabras: “Pero esto, amigos, es ya otra historia…”
