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Mario Draghi: grita 'el rey está desnudo' y abre a la UE en canal

El grito de Mario Draghi a la sociedad europea fue contundente: el informe que entregó en septiembre de 2024 ha estado presente en el debate público sobre estrategias de innovación a corto, medio y largo plazo durante todo el 2025

18-12-2025

Hans Christian Andersen escribe que el grito del niño, ¡el rey va desnudo!, “pareció remover las conciencias de todos aquellos que presenciaban el desfile, primero con murmullos y luego a voz en grito”. Hay algo vivífico en el instante del reconocimiento, casi se diría que del reencuentro, de una sociedad con su verdadero reflejo en el espejo. Lo peor suele llegar habitualmente en el momento inmediatamente posterior. “Cuando la multitud fue a buscar a los pícaros que habían urdido el engaño al castillo, estos habían desaparecido con todo el dinero, joyas, oro, plata y sedas que les había sido entregado para confeccionar el vestido del rey”.

El grito de Mario Draghi a la sociedad europea fue contundente. El informe que entregó en septiembre de 2024 ha estado presente en el debate público sobre estrategias de innovación a corto, medio y largo plazo durante todo el 2025. No convence todo su contenido, especialmente en la parte propositiva, pero apenas se han planteado objeciones a su crudo análisis de los síntomas y a su diagnóstico de la enfermedad que aqueja a la transferencia de conocimiento a la economía en la Unión Europea.

El informe sostiene que los presupuestos públicos de la Comisión Europea deben destinar 800.000 millones de euros al año para promover la innovación en Europa. Es uno de los aspectos más controvertidos del texto: ¿más dinero público no seguirá retrasando el cambio cultural que necesita nuestra economía hacia modelos que premien la asunción de riesgos? ¿No significa echar más gasolina al fuego de la deuda pública?

Draghi plantea un nuevo paradigma en el sistema de ayudas públicas a la I+D y la innovación. Sostiene que el programa Horizon Europe produce grandes avances, pero llena también infinidad de cajones con proyectos sin aplicación en el mercado. Propone menos fragmentación, reducir el poder local y potenciar una visión a escala europea, además de un apoyo más eficaz al emprendimiento de base científico-tecnológica.

“Las actividades de innovación de la UE se concentran principalmente en sectores con una intensidad de I+D media a baja”, lo que “podría empujar a la UE a una trampa de tecnología media”, dice el informe.

Propone incluso una nueva taxonomía de los sectores económicos más relevantes para la innovación: energía, materias primas críticas, redes de banda ancha de alta capacidad y velocidad, digitalización y tecnologías avanzadas, computación e inteligencia artificial, semiconductores, industrias intensivas en energía, tecnologías limpias, automoción, defensa, espacio, farmacéutico y transporte.

No debe repetirse la experiencia de iniciativas del pasado que fallaron en la ambición y en la fijación de los objetivos. En torno al año 2000, cuando la Unión Europea se ilusionaba con las posibilidades de la moneda única y los instrumentos de disciplina financiera de Maastricht, se propuso alcanzar el liderazgo tecnológico en aquella tan maravillosamente bienintencionada como amarga en el recuerdo Estrategia de Lisboa 2000. Fue en vano. Años después retomó el impulso con la también infructuosa Estrategia 2020, en la que apostaba por la Europa de las Regiones.

El próximo Presupuesto 2028-2034 de la Comisión sigue las pautas de recentralización de las ayudas a la I+D que defiende Mario Draghi como mecanismo para potenciar la innovación de excelencia. Un bandazo respecto a la visión regionalista actual que podría seguir dilatando la salida. Hemos escuchado el grito de Draghi y hemos decidido no escudriñar si alguien se ha estado llevando las joyas del castillo en este tiempo, nos gusta ser víctimas del pragmatismo.