
El Top 10 de Tecnologías Emergentes busca nuevos enfoques para producir fármacos y marcas de agua para reforzar la seguridad de la IA

El World Economic Forum (WEF) presenta en China el informe Top 10 Emerging Technologies of 2025, la nueva impronta de la innovación tecnológica que se consolida como la más actualizada hoja de ruta para incrementar la competitividad de la industria. Al igual que en la pasada edición, el WEF ha conducido su mirada hacia las tecnologías que se encuentran en el punto de inflexión entre el descubrimiento científico y la aplicación práctica. Es por ello que se ha puesto el acento en innovaciones que combinan avances en materiales y energía, biotecnología de vanguardia, procesos industriales sostenibles y mecanismos de confianza para sistemas conectados.
Materiales y energía
La fusión entre la energía y la ingeniería de movimiento se recoge en tres letras: SBCs. Los Structural Battery Composites son una nueva modalidad material que integra en un mismo laminado conjuntos de materiales ligeros que, además de conferir rigidez mecánica, almacenan energía como lo haría una batería de ion-litio convencional. De esta forma, el capó de un coche, la piel de un dron o el panel de un edificio dejan de ser un mero elemento portante para convertirse en un depósito energético distribuido.
En el plano de la innovación energética, los osmotic power systems son una tecnología que aprovecha la energía creada por la diferencia de concentración de sal entre el agua dulce y el agua salada. A raíz de este proceso de interpenetración entre los dos cuerpos de agua, basado en modelos de presión retardada por ósmosis (PRO) o electrodiólisis inversa (RED), es posible generar electricidad de forma renovable. Los avances en materiales y diseño ya permiten proyectos piloto operar 24 horas durante 7 días a la semana con un impacto ambiental mínimo . Además de aportar hasta un 20 % de la demanda eléctrica global teórica, la tecnología puede crear plantas costeras que produzcan simultáneamente agua, minerales y electricidad, y refuercen la resiliencia energética de comunidades ribereñas.
La tecnología nuclear avanzada también ha encontrado una vacante en el informe y se propone simplificar la seguridad en el sector y reducir los costes respecto a la energía nuclear convencional. La apuesta descansa en los pequeños reactores modulares (SMR), con capacidad de generación de energía más baja que los reactores convencionales y diseñados para ensamblarse en cualquier fábrica. A ellos se les suman los los diseños de cuarta generación, reactores que utilizan sales fundidas o gases como refrigerantes, lo que les permite alcanzar temperaturas más altas y operar a presiones más bajas. Su fabricación seriada permitiría llevar energía libre de carbono a industrias remotas o integrarse como respaldo firme de redes renovables. No obstante, su escalado depende de reconstruir cadenas de suministro especializadas y de recuperar talento en ingeniería nuclear, cuya matrícula cayó un 25% entre 2012 y 2022.
Salud y biotecnología
La terapéutica viva de ingeniería se refiere a la aplicación de principios de ingeniería y tecnología para el desarrollo de sistemas y dispositivos que interactúan con organismos vivos con fines terapéuticos. Esta línea de I+D se especializa, por tanto, en reprogramar o «enseñar» a microbios, células o incluso hongos a fabricar un medicamento directamente dentro del cuerpo. Están diseñados para que comiencen a producir la sustancia necesaria solo tras recibir una señal médica, como un nivel de azúcar alto, o un estimulo externo, como un fármaco iniciador. Al utilizar el cuerpo humano como una «fábrica viva» que administra el medicamento de manera sostenida y personalizada, se evitan los costosos procesos de biofabricación tradicional. El reto regulatorio exige sandbox clínicos que prueben seguridad y eficacia con controles biológicos.
Los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1, más reconocidos como GLP-1RA, son una clase de medicamento en fase de investigación que ya están demostrando su potencial papel en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. Estos fármacos, originalmente diseñados para tratar la diabetes de tipo 2, han manifestado propiedades que podrían hacerlos útiles para combatir enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. Sus cualidades antiinflamatorias y sensibilizantes a la insulina pueden aplicarse también en el cerebro, lo que abre la puerta a retrasar la progresión de enfermedades relativas a la degradación de las funciones neuronales. Si los estudios actuales confirman su efecto modificador de enfermedad, podría cambiar la economía del cuidado de la demencia y generar un mercado de más de estimado en 55 700 millones de dólares en 2031, aunque persisten desafíos de coste y acceso equitativo
En el ámbito de los nanomateriales, el informe ha destacado la potencialidad de las nanoenzimas, unas nanopartículas que imitan la función de las enzimas naturales e incluso superan su capacidad de acelerar las reacciones químicas en los sistemas biológicos al reducir la energía de activación necesaria para que ocurran. Así, estabilidad en pH extremo o altas temperaturas y con costes de producción se reducen exponencialmente. Su mercado, valorado en 5.100 millones dólares en 2024 y con un crecimiento anual del 27 %, abarca desde biosensores en teléfonos inteligentes hasta catálisis industrial y terapias oncológicas. No obstante, aún deben afrontarse protocolos globales de biocompatibilidad y marcos regulatorios coherentes.
El sello español ha dejado su impronta en materia enzimática a través de Javier García, el único español que participa en la redacción del informe y principal ideador del Top. Sin embargo, no ha sido la única tecnología. El ranking se tiñe de verde al incluir en uno de los puestos un proceso natural por el cual microorganismos como bacterias y hongos convierten el nitrógeno atmosférico en formas de nitrógeno que las plantas pueden utilizar. Esta llamada Fijación de nitrógeno verde busca reemplazar el actual método industrial para producir fertilizantes, que consume enormes cantidades de energía, por alternativas más sostenibles, como reacciones químicas impulsadas por electricidad o soluciones basadas en la naturaleza. Además de reducir las emisiones de CO₂, permitiría producir fertilizantes de forma más local y flexible, algo clave para la seguridad alimentaria. No obstante, aún quedan retos por resolver, como la escasez de litio y el manejo seguro del amoníaco.
Monitorización y detección autónoma
En el ámbito del monitoreo y la detección autónoma, el informe destaca el avance de los sensores bioquímicos capaces de funcionar por sí solos. Los dispositivos especializados en autonomous biochemical sensing combinan tecnología química o incluso células vivas con sistemas inalámbricos y fuentes de energía propias, como pequeñas pilas biológicas. Eso sí, su despliegue plantea desafíos éticos, especialmente en lo referente a la privacidad de los datos y al uso de organismos vivos en el entorno. Su objetivo es vigilar de forma continua la salud de las personas o detectar contaminantes en lugares de difícil acceso. A medida que evolucionen, podrán formar redes inteligentes que alerten con antelación sobre toxinas en el agua o brotes de enfermedades, e incluso integrarse en dispositivos portátiles que ajusten tratamientos médicos en tiempo real.
Otra de las tecnologías emergentes con gran potencial transformador es la detección colaborativa, un sistema que conecta miles de sensores (como LiDAR, radares o dispositivos del IoT) a través de redes 5G y herramientas de inteligencia artificial en el edge; es decir, edge AI. Esta conexión permite que vehículos, drones o infraestructuras compartan información en tiempo real y tomen decisiones conjuntas, lo que podría reducir drásticamente los accidentes de tráfico o facilitar la navegación en entornos sin GPS, como minas o zonas remotas. Además, se estima que esta tecnología puede disminuir hasta un 78 % las colisiones y reducir entre un 5 y un 10 % el consumo de combustible de las flotas. No obstante, para que su implantación a gran escala sea posible, será necesario mejorar la cobertura del 5G, establecer normas claras para compartir datos y reforzar la ciberseguridad.
La tecnología que en 2024 abría el Top 10 Emerging Technologies, se vuelve a abrir un espacio al año siguiente al final de la tabla. En el anterior informe, los expertos hicieron sus apuestas en la IA aplicada al descubrimiento y desarrollo social y, doce meses después, se manifiesta en forma de watermarking generativo. El que avisa, desde luego, no es traidor. Esta técnica permite insertar marcas invisibles en los contenidos creados por IA (ya sean textos, imágenes, vídeos o audios) para confirmar su autenticidad y frenar la desinformación. Herramientas como SynthID (de Google) o VideoSeal (de Meta) modifican sutilmente los píxeles o el lenguaje sin que el usuario note cambios visibles o auditivos. Con nuevas leyes en marcha en regiones como la Unión Europea, China o California, que incluso contemplan multas millonarias, estas marcas digitales se perfilan como una base esencial para garantizar la confianza en los contenidos.