El rotulador negro de Sánchez y la I+D+I

Todo indica que habrá prórroga de los Presupuestos Generales, después de meses de un suspense del que sólo obtiene beneficio la clase política, empresas, centros de investigación y científicos vuelven a quedar a la espera de las decisiones que se publiquen vía decreto-ley, una frivolidad que va en contra de la eficacia de las ayudas
Eugenio Mallol
30 de marzo de 2025 | Compartir: Compartir en twitter Compartir en LinkedIn
El rotulador negro de Sánchez y la I+D+I
Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa

El juego político sobre si habrá o no Presupuestos Generales en 2025, o si se prorrogarán de nuevo los de 2023, parece estar terminando. Todo indica que la respuesta a la pregunta cabe en una palabra: “prórroga”. Cunde la sensación de que el debate en torno a este asunto sólo sirve para generar titulares con los que posicionar políticamente a los electores. En la última década se han prorrogado los presupuestos en 2017, 2018, 2019, 2020 y 2024, y ¿en qué ha desgastado eso al Ejecutivo? Es algo parecido a lo que sucede con la cotización de las empresas propietarias de las redes sociales (salvo X): viendo su trayectoria ascendente, ¿a qué accionista vas a convencer de que hace falta introducir mecanismos de protección de los usuarios?

Los principales centros de I+D y científicos del país, además de los destinatarios de programas de ayuda que están en el aire, como el Cervera del CDTI, tienen que aguantar estoicamente a que la clase política exprima hasta la última gota del suspense sobre los Presupuestos Generales para que se active la que se ha convertido en los últimos tiempos en la forma real de gestión de las democracias occidentales, cada vez más parecidas en eso a las autocracias de los países en vías de desarrollo: el decreto-ley. Cada vez que Donald Trump con su estridente rotulador negro y Pedro Sánchez, más discretamente, estampan su firma y levantan el documento ante las cámaras, muere un poco más la democracia representativa.

Ya ni siquiera se trata de cobrar, que ese es otro tema. Las empresas financian al sector público con esperas de dos años en muchos casos hasta que se les ingresan las ayudas concedidas, aunque vengan de Europa. Puedes tardar cuatro años en recibir la aprobación de los fondos para un proyecto, porque Bruselas impone unas condiciones y cuando ha dado el ok, después de dos años de revisión, España lo vuelve a estudiar todo y te tiene otros dos años ocupado en burocracia. De modo que, al final del camino, tienes que asumir que, desde que tuviste la idea hasta que recibes el dinero pueden pasar ¡seis años! En el sector tecnológico, seis meses son ya una eternidad, hasta seis semanas. Y no olvidemos que el porcentaje de presupuesto que efectivamente se emplea, se sitúa en torno al 55%, así que da las gracias. Pero ¿en qué desgasta esto a la clase política?

Si al menos lo hicieran bien…. en la cara B del Informe Draghi, que es la que más me gusta, se explica que el gasto público en I+D en la UE resulta comparativamente más alto que el de otras regiones de referencia: se sitúa en el 0,74% del PIB frente al 0,69% de EEUU y el 0,5% tanto de Japón como de China. Sin embargo, Europa vive instalada en lo que llama una trampa de tecnología media. ¿Cómo es posible? Lo explicación se encuentra, según el Informe Draghi, en la fragmentación: “el gasto público en I+D en la UE está muy fragmentado entre los Estados miembros, no se dirige de forma coherente a las prioridades de toda la UE y, a menudo, es difícil acceder a él”. La UE representa apenas el 10% de la financiación pública total de la I+D en el continente, son los Estados miembro los que asumen prácticamente todo el protagonismo.

Y si cuesta que los Estados miembro fomenten la colaboración, clave para aspirar a esa innovación de excelencia que desea Bruselas, qué van a hacer los gobiernos regionales. Hoy en día, alrededor del 70% de todas las patentes de titularidad compartida son el resultado de la colaboración entre entidades dentro de una misma región y casi una de cada cinco son creadas por socios de diferentes regiones del mismo país.

La Fundación Cotec atribuye el “excepcional” incremento del 9,5% en los Presupuestos Generales de 2023 (los que seguramente nos van a gobernar este año) para Ciencia e Innovación a los fondos europeos de Next Generation EU, que tocan ya a su fin. Presentar este año un proyecto que debe estar ejecutado en 2026 es todo un ejercicio de funambulismo. “Para mantener el crecimiento, habría que conseguir reemplazarlos con otros fondos de origen nacional, tanto públicos como privados. O, alternativamente, con un nuevo mecanismo europeo de características similares al actual”, dice Cotec. El rotulador de Sánchez se tendrá que poner creativo.

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